Las legiones de Roma fueron una herramienta fundamental en su expansión territorial. Hasta las reformas de Mario (157-86 a.C) el modelo militar se basaba en el concepto de reclutamiento de ciudadanos a partir de un determinado nivel de renta. El alistamiento en las legiones se realizaba para campañas concretas que normalmente se desarrollaban contra pueblos y ciudades vecinas y tras su finalización, volvían a sus negocios en la ciudad o a sus granjas en el campo. Con el paso de los siglos y a medida que Roma fue expandiéndose territorialmente este modelo de milicia ciudadana, que durante siglos se había demostrado muy útil dejo de ser viable. Las campañas se alargaban, a veces durante años, y se desarrollaban en escenarios cada vez más lejanos, lo que implicaba que el legionario se ausentara del cuidado de sus granjas o sus negocios durante demasiado tiempo y que a la vuelta solo les esperase la ruina. Esto implicaba la progresiva desaparición de la clase de los ciudadanos-propietarios que nutría el ejército y que a Roma le fuera cada vez más difícil reclutar nuevos soldados para hacer frente a las amenazas exteriores. Se hizo necesario pasar a un modelo de ejército regular y profesional en el que los ciudadanos, independientemente de su nivel de renta, recibirían una paga conocida como stipendium.
Figura . 1(Legionario romano, con gran parte de su equipamiento, tomándose un descanso)
Como un gran número de los nuevos ciudadanos reclutados eran pobres y no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el Estado suministrara el equipamiento a cada soldado, deduciéndosele el coste poco a poco de la paga. Así se consiguió alistar suficientes hombres, provenientes, ahora en su mayoría, de las clases más humildes.
Llegados a este punto, llega el momento de analizar en profundidad el sistema retributivo que se utilizaba en ese nuevo ejército profesional y la economía del legionario.
¿CUANTO GANABA UN LEGIONARIO?
Existen precedentes de legionarios retribuidos desde muy antiguo. En el 406 a.C el Senado votó para que los soldados recibieran una paga del tesoro púbico y en el 402 a.C se votó para que los soldados que se habían presentado voluntarios para participar en el largo asedio de diez años de la ciudad etrusca de Veyes recibieran una paga como recompensa. Sin embargo son casos puntuales que no constituían la norma. Tras las reformas militares iniciadas por Mario a partir del 107 y el establecimiento de una soldada, sabemos que los legionarios recibían un pago de forma regular. Según Tácito un soldado de caballería cobraba un sestercio por día, un soldado de infantería un tercio de ese denario y un centurión el doble que un soldado. El stipendium se recibía en tres plazos dentro del mismo año.
También sabemos que Julio Cesar dobló la paga básica del legionario de 450 a 900 sestercios al año y que esa cantidad se mantuvo durante el largo gobierno de Augusto.
Tras el fallecimiento de Augusto, en el 14 d.C, hubo varios motines, en especial en el limes del Rin en protesta por las duras condiciones en las que vivían los legionarios, el aumento del tiempo en el que se debía prestar servicio en las legiones, las corruptelas y maltratos de los centuriones, etc.
Figura 2. Un centurión castiga a un soldado con su vara de vid. Peter Connolly
En ese momento un legionario ganaba 225 denarios al año y los pretorianos ganaban 730 denarios. Las diferencias salariales entre un legionario y sus oficiales eran notables. Por ejemplo un centurión corriente cobraba 15 veces más que un legionario y si era de la primera cohorte entonces la diferencia era de 30 veces más. Bajo el gobierno de Trajano un centurión ganaba 5000 denarios al año, los pertenecientes al primi ordines 10.000 y el primus pilus o centurión jefe 20.000. Además, los oficiales se beneficiaban de las cantidades que cobraban a sus subordinados por eximirlos de los trabajos más duros, darles permisos, etc. Estos abusos provocaron protestas y tensiones que emperadores como Adriano trataron de solucionar con medidas como prohibir que los tribunos militares recibieran regalos de los soldados
Con Domiciano (81-96) se produce una actualización de la soldada del legionario hasta los 300 denarios y la de los pretorianos subió hasta los 750.
Bajo Septimio Severo, casi un siglo después, las pagas de los legionarios se subieron a los 600 denarios anuales que Caracalla, su hijo, incrementó a 900. Dión Casio se quejaba de que esta medida significó un aumento de 280 millones de sestercios al ya enorme coste de mantenimiento de las legiones. Maximiniano (235-238) duplicó esa cantidad subiéndolo a 1800 denarios anuales.
Con respecto a la retribución de los auxiliares hay muy pocos datos pero es razonable suponer que esta fuera menor a la de los legionarios. Lo más probable es que los mejor pagados fueran los miembros de la caballería auxiliar y los de menor soldada fueran los de la infantería ligera.
Un soldado que desempeñara labores especiales o que luchara con valor podía ser premiado con el otorgamiento de la categoría de duplicarius, que en la práctica significaba cobrar el doble que los otros legionarios y aparecer en los informes de su unidad aparte de sus compañeros e inmediatamente después de centuriones y optios, de hecho en sus lápidas solían dejar constancia de esa condición con orgullo.
Figura 3 Duplicarius (Aquí yace Longino Sdapeze, hijo de Matico de Sardica (Sofía) soldado con paga doble (duplicarius) del Primero de Caballería tracia, que sirvió durante 15 años y murió a los 40 años de edad)
Este brusco aumento del importe de la paga de los legionarios respondía a la voluntad de los emperadores a ganarse el favor del ejército cada vez más consciente de su fuerza en el juego político. Tenemos también que tener en cuenta la inflación de los precios y la devaluación del valor de la moneda con cada vez menos plata. Esta disminución en la cantidad de plata del denario hizo posible que un legionario de tiempos de Domiciano tuviera mayor poder adquisitivo que otro de la época de Maximino.
Sabemos que el dinero en metálico se transportaba a los campamentos desde las ciudades que tenían ceca. Allí se guardaba en cámaras acorazadas normalmente dentro del edificio que servía como cuartel general.
FUENTES DE INGRESO COMPLEMENTARIAS
Además de la soldada, el legionario podía recibir dinero de otras fuentes. Los soldados recibían sobresueldos para adquirir artículos como clavos para el calzado, o sal.
Las ganancias en los botines podían ser cuantiosas. Sabemos que tras el asedio y saqueo de Jerusalén en el año 70 d.C la cantidad de oro en circulación era tal que el valor de ese mineral se redujo a la mitad en Oriente.
Figura 4 Relieve del arco de Tito, legionarios portando el fruto del saqueo de Jerusalén
Tras la muerte de un emperador, era frecuente que este dejara en su testamento una parte de su patrimonio para repartir entre sus soldados. Por ejemplo Augusto, dejó a cada legionario y pretoriano una cantidad equivalente a la soldada de un año. Adriano en el 136, tras elegir como su sucesor a Elio Vero, pagó 75 millones de denarios a sus soldados. El dato curioso es que el elegido murió de tuberculosis al poco tiempo y el Emperador consideró malgastado ese dinero.
Otras ocasión en la que el legionario recibía dinero extra eran el acceso de un emperador al trono. Lo usual en este caso era cobrar una suma de 300 denarios por legionario, aunque la mitad de esa cantidad quedaba depositada en la caja de la legión, o la boda de un miembro de la familia imperial o un aniversario. Por ejemplo a su acceso al trono los co-emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero prometieron 5000 sestercios a cada pretoriano y en el décimo aniversario del acceso al trono de Septimio Severo en el 202 se repartieron 250 denarios a cada pretoriano.
En conclusión, se calcula que un legionario podía vivir con dos tercios de su paga y ahorrar el otro tercio, aunque había algunos que no tenían suficiente. Conservamos numerosas cartas de legionarios que piden a sus familiares dinero, ropa, comida, etc. En una carta un legionario le pide a su madre :
“Querida madre, espero que te encuentres bien. Cuando recibas esta carta te estaré profundamente agradecido si me envías algo de dinero; me he quedado sin nada, porque me lo he gastado todo en comprar un carro y un burro. Por favor, envíame un abrigo, un poco de aceite y sobre todo, mi asignación del mes…….La madre de Valerio le envió el otro día unos pantalones, una medida de aceite, una caja con comida y algo de dinero…”
PRIVILEGIOS FISCALES DE LOS LEGIONARIOS
A cambio de estar sometidos a la dura disciplina militar, y de otras limitaciones como no poder casarse legalmente, al menos hasta los tiempos de Septimio Severo(193-211), los legionarios romanos gozaban de numerosos ventajas en el plano legal y también en el fiscal. Por ejemplo sabemos que Nerón en el año 58 ordenó que todos los soldados conservaran sus privilegios fiscales a excepción de la venta de bienes inmuebles de su propiedad.
Los legionarios podían hacer testamento sin el consentimiento de sus padres que además, no tenían derecho a quedarse con sus ingresos, en caso de delito grave no podían ser torturados ni condenados a trabajar en las minas, ni ejecutados como un criminal común. El hecho de que un militar solo podía ser juzgado por sus oficiales, aunque el afectado fuera un civil daba lugar a numerosos abusos y problemas, ya que los centuriones encargados de juzgar estos casos eran demasiado indulgentes. Hay numerosos testimonios de quejas de la población civil por los robos y agresiones de los soldados de las guarniciones cercanas. Por ejemplo Abineo, comandante de una unidad de caballería en Egipto hacia el año 300 recibió varias cartas de queja de los vecinos por el comportamiento de sus hombres:
“De Demetrio a Abineo,
Desearía hacerle saber que cuando me encontraba recolectando trigo en el pueblo de Ibión, me topé con un soldado llamado Atenodoro, que esta a sus órdenes. Pues bien, este soldado nos golpeó a mí y a otra gente. No hace más que venir borracho a los trigales, y tiene aterrorizado a todo el pueblo. Me atrevo a escribirle, porque sé que le hará volver al campamento y se ocupará de que se haga justicia…”
Abineo no se debió de encargar de ello porque poco después volvió a recibir noticias de los habitantes del pueblo quejándose de nuevas agresiones y robos por parte de sus hombres en el pueblo cercano.
DEDUCIONES, PRÉSTAMOS Y ¿SISTEMA BANCARIO?
Las cantidades que hemos comentado en el párrafo anterior no se cobraban íntegramente. Estaban sometidas a deducciones de varios tipos. Se descontaba un porcentaje importante en conceptos como comida, vestimenta, armas y tiendas. Estos descuentos salariales son motivo de queja por parte de los legionarios en diferentes motines como el ya mencionado del año 14 d.C.
Figura 5 Tienda de contubernio legionario Casa del recreador
Además de las retenciones individuales estaban las comunitarias, por ejemplo la de participación en determinadas fiestas, gastos funerarios, etc. En cada legión había diez sacas de dinero con los ahorros de cada cohorte y una adicional con los fondos necesarios para cubrir los gastos funerarios de los legionarios fallecidos por enfermedad o en combate.
Según Vegecio los legionarios estaban obligados a depositar la mitad de su paga en la caja del campamento, lo que impedía que malgastaran el dinero y que desertaran con mayor dificultad. El legionario podía dejar su dinero en efectivo en el banco-caja de su cuartel de invierno del que el máximo responsable era el portaestandarte de la unidad. Hay confirmación de este hecho por Suetonio que nos cuenta que Domiciano en el 89 d.C limitó esa cantidad a tan solo mil denarios para evitar que ningún usurpador siguiera el ejemplo de Satunirno que usando los fondos de la Legio XIV Gemina y la Legio XXI Rapax, trató de rebelarse.
"Prohibida para duplicar los campamentos de las legiones, y no sufrió que los depósitos recibidos de más de 1.000 sestercios, debido L. Antonius tenía dos legiones juntos en los mismos cuarteles de invierno, se ha alentado a la revuelta por la importancia de las sumas reservadas "(Suetonius, Domiciano, VII, 4)
Se conserva un curioso documento en el que se detallan los movimientos contables de Quinto Julio Próculo Damasceno, un soldado sirio que en el año 81 tenía un estado de cuentas “delicado”. A julio de ese año había recibido en su haber 248 dracmas. En los primeros 4 meses se le habían deducido 182: por comida (80), ropa (60), la fiesta de las Saturnales(20), botas(12) y ropa de cama y alojamiento (10) le quedaban solo 66 pero al parecer estos dracmas se los restaron también por una deuda anterior.
Sabemos por varios testimonios que los soldados podían pedir préstamos y adelantos a la caja de su cohorte o a sus propios compañeros a cierto interés. En una tablilla encontrada en Carlisle Quinto Casio Segundo, un legionario que prestaba servicio al norte de Britania firmó un documento en el año 83 en el que reconocía que “debo a Cayo Geminio Mansueto, soldado de mi misma legión, cien denarios…”
A pesar de todos estos descuentos y gastos adicionales los soldados podían llegar a ahorrar hasta el 25 por ciento de paga anual.
A veces los legionarios escondían su dinero en tesorillos y a veces lo llevaban encima. Tenemos noticia del uso de unos monederos hechos en bronce. El pequeño recipiente se ajustaba al brazo mediante una cinta. En el Muro de Adriano se ha encontrado uno de estos monederos que al parecer perteneció a un miembro de la guarnición de Birdoswald, con 28 denarios de plata en su interior. Hay otros testimonios de que los soldados llevaban dinero encima. En Dura-Europos se encontraron los cuerpos de varios soldados que se quedaron atrapados al derrumbarse una torre y quedar atrapados encontrándose las monedas que llevaban encima.
Figura 6 Antiguo monedero romano de bronce descubierto cerca de la villa romana de Plasmolen en Mook, Limburgo Países Bajos (entre los siglos I a III d.C.)
LICENCIAMIENTO
Las disposiciones por las que un soldado tras su licenciamiento tenía derecho a una pensión equivalente fueron obra de Augusto que sin embargo alargó el plazo de servicio en las legiones de 20 a 25 años. Por Dión Casio sabemos que un pretoriano recibía 5.000 denarios tras su licenciamiento; un legionario solo 3.000. En la Res Gestae de Augusto se afirma que donó casi 43 millones de denarios de su propio bolsillo para el licenciamiento de legionarios. Los ciudadanos romanos debían contribuir al fondo de licenciamientos mediante impuestos del 1 por ciento a las subastas, del 5 por ciento a los gastos funerarios además de una parte significativa del impuesto general del 2 por ciento a pagar al tesoro romano.
A todos los miembros de las legiones se les obligaba a dejar parte de su paga como depósito y esas cantidades acumuladas a lo largo de los años de servicio se les devolvían tras su licenciamiento o a sus herederos legales en caso de muerte. Normalmente también recibían lotes de tierra en lugares cercanos al emplazamiento de sus unidades, en torno a colonias romanas en las que se asentaba a los veteranos. A veces los lotes eran de mala calidad o la tesorería romana no era capaz de proporcionarles las pagas estipuladas o los lotes de tierras y esto provocaba problemas en forma de motín. Estas colonias eran muy numerosas en el territorio imperial y ofrecían la ventaja al gobierno de contar con ciudades llenas de antiguos soldados leales que podían ayudar en caso de rebelión.
Figura 7 Ciudad romana de Colonia Wikimedia Commons
Se calcula que durante los siglos I y II d.C a un legionario le correspondían unos 12.000 sestercios en concepto de jubilación, mientras que la de un pretoriano era de 20.000.
Había tres formas de dejar la legión:
La primera era la missio causaria. Se abandonaba la legióndebido a una enfermedad o a causa de graves heridas que hicieran imposible la continuación del servicio en las legiones. Era necesario pasar previamente un exhaustivo examen que certificase que ese hombre era ya inútil para el servicio.
La segunda era la missio ignominiosa que se recibía como castigo tras haber cometido acciones criminales que provocaban el licenciamiento sin honor.
La tercera la missio honesta y le correspondía a los legionarios que conseguían sobrevivir a los 25 años de servicio y llegar al final de su servicio.
Tras el licenciamiento se podía otorgar un diploma militar que era un documento inscrito en bronce que certificaba que el portador había sido licenciado con honores de las fuerzas armadas romanas. Además si se trataba de un auxiliar no-ciudadano se especificaba que le había sido otorgada la ciudadanía romana por el emperador en recompensa por su servicio a Roma.
Figura 8 Diploma militar romano (Museo de Carnuntum)
Tras el licenciamiento podían volver a sus puntos de origen o quedarse donde más les conviniera, en muchos casos en lugares cercanos a su campamento donde recibían lotes de terrenos en los que vivir con sus familias. Ahora, como legionarios licenciados, podían formalizar sus matrimonios informales con las mujeres locales y casarse legalmente. Muchos, en vez de dedicarse a tareas agrícolas, invertían su dinero en diversos negocios como talleres, posadas, tabernas, comercios, etc. En el caso de los centuriones, tras su licenciamiento era frecuente que fueran elegidos para el desempeño de altas magistraturas en las poblaciones donde vivían.
Como hemos podido ir descubriendo a lo largo del artículo el mundo económico del legionario era muy complejo y aún existen muchas lagunas, disponiendo en muchos aspectos solo testimonios fragmentarios que si bien nos aproximan a la realidad cotidiana del soldado no pueden ser tomados como norma en un imperio tan extenso en el tiempo y en el espacio.
FUENTES
- Tácito.—Anales.
- Casio Dión.—Historia de Roma
- Historia Augusta
- Vegecio.—Compendio de técnica militar.
- Pilino el Joven.—Cartas
- Suetonio.—Vida de los césares
BIBLIOGRAFÍA
- Bédoyere, guy de la.—Gladius. Vivir, luchar y morir en el ejército romano. (Pasado y Presente)
- Dando Collins, Sthephen.—Legiones de Roma. (Esfera de los libros)
- Jerphagnon, Lucien.--Historia de la Roma Antigua.--Edhasa
- Wilkes, John.—El ejército romano.--Akal/Cambridge.
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