"Ecce Homo" – Antonio Ciseri (c. 1871)

Aunque en el Nuevo Testamento hay muchos detalles interesantes que hacen referencia al modo romano de ver el mundo, en este caso nos vamos a centrar en las vestiduras que usa Jesús durante su proceso político ante las autoridades romanas.

Todo el mundo sabe que, por ser ciudadano romano[1], Pablo podía vestir de manera muy diferente de Jesús y el resto de los apóstoles, ya que podía vestir con la toga, una prenda exclusiva de los ciudadanos romanos varones, de uso formal, incómoda y cara, que no usaría habitualmente en la vida diaria, ya que era ciudadano romano oriental, de Tarso, por lo que preferiría llevar una túnica y un manto (pallium), indistinguible de los de cualquier otro hombre helenizado del Oriente romano. Pablo era artesano, ya que hacía tiendas, y su modo de vida activo, itinerante y ascético haría improbable el uso de una prenda elitista y poco funcional, pero la vestimenta que se cita en el Nuevo Testamento nos da mucha información sobre el contexto de las personas y sobre el sentido de lo que está sucediendo en cada momento, como en el proceso a Jesús.

Comprender el contexto político y del sistema legal del proceso a Jesús requiere conocimiento tanto del derecho judío como del romano en la Judea del siglo I d.C., lo que se puede obtener de fuentes históricas y arqueológicas, aunque no existen registros directos del juicio de Jesús fuera de los Evangelios.

Los relatos evangélicos proporcionan la narrativa más completa sobre el proceso contra Jesús, pero son documentos teológicos con sus propias perspectivas y variaciones en los detalles que ofrecen distintas miradas sobre los mismos acontecimientos.

Aunque ofrecen los relatos más detallados, fueron escritos décadas después de los eventos por creyentes que buscaban transmitir verdades teológicas, por lo que presentan variaciones en sus narrativas, aunque algunas divergencias son solo aparentes. El análisis histórico implica considerar los matices y el contexto histórico más amplio de la época.

Este proceso judicial, desde el arresto hasta la ejecución, fue extraordinariamente rápido según los estándares habituales, desarrollándose en menos de un día, tal vez unas quince horas. La precipitación se debió al deseo de concluir todo antes del inicio de la festividad de Pascua.

La Pascua congregaba a judíos y conversos al judaísmo que venían de todos los rincones del mundo, incluso de más allá del Imperio Romano, a causa de la Diáspora, la dispersión de los judíos por los avatares políticos que habían sufrido a lo largo de su dilatada historia.

Tras su arresto, Jesús fue conducido ante Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín (18-36 d.C.), el consejo religioso judío que actuó durante su juicio y condena. Este organismo, compuesto por 71 miembros, constituía la máxima autoridad en la interpretación de la Torá, la aplicación de la ley judía (halajá) y la resolución de disputas teológicas. Su estructura reflejaba la complejidad social de la época: sacerdotes (mayormente saduceos, la élite vinculada al Templo de Jerusalén), ancianos de familias prominentes, escribas y fariseos especializados en la ley oral y tradiciones. 

Presidido por el sumo sacerdote —designado por Roma—, el Sanedrín ejercía funciones religiosas (supervisión del culto, declaración de festividades) y judiciales, actuando como tribunal supremo para delitos como blasfemia o idolatría. Sin embargo, bajo el dominio romano, su autonomía era limitada: aunque podía emitir sentencias capitales, requería la ratificación del gobernador para ejecutarlas. Esta dinámica ilustraba el frágil equilibrio entre la tradición hebrea y el control imperial. 

Caifás, figura central en el proceso contra Jesús, encarnaba esta dualidad. Como sumo sacerdote, mediaba entre las autoridades romanas y el pueblo judío, combinando autoridad religiosa con funciones políticas. Fuentes como Flavio Josefo[2] corroboran su existencia, mientras que hallazgos arqueológicos —como la urna funeraria con la inscripción "Yehosef bar Qayafa"— aportan evidencia material de su linaje. 

El episodio del juicio a Jesús, más allá de su dimensión religiosa, ejemplifica así las tensiones de una sociedad sometida a un poder extranjero, donde instituciones ancestrales operaban bajo restricciones que redefinían su autoridad real.

La función del Sumo Sacerdote era evitar los disturbios religiosos que pudieran provocar una intervención violenta de Roma, poniendo en riesgo la estabilidad y su propia posición, que es lo que temían Caifás y el Sanedrín[3]

Judea era un estado súbdito del Imperio Romano desde la conquista de Pompeyo en el año 63 a.C. Tras la deposición de Arquelao en el año 6 d.C., Judea se convirtió en una provincia romana gobernada por procuradores enviados desde Roma. Estos procuradores eran los únicos que tenían el poder de vida y muerte.

El Sanedrín condenó a Jesús por blasfemia al proclamarse «el Mesías, Hijo de Dios»[4], un delito religioso castigado con la muerte según la halajá. Sin embargo, cómo querían condenar a muerte a Jesús, pero no tenían atribuciones legales para ello, ante Poncio Pilato[5] —procurador romano—, la acusación se reformuló como sedición política («rey de los judíos»). Este giro estratégico respondía a la indiferencia de Roma ante cuestiones teológicas y a su exclusividad para ejecutar sentencias capitales, reservadas a crímenes contra el Imperio. La crucifixión, así, se justificó bajo cargos que alineaban el conflicto religioso con los intereses represivos de la autoridad imperial. 

Al amanecer del viernes, los miembros del Sanedrín condujeron a Jesús desde la casa de Caifás al Pretorio[6], residencia del gobernador Poncio Pilato en Jerusalén. Este lugar, término derivado del latín praetorium, designaba la sede administrativa y judicial romana. En Jerusalén, correspondía al palacio de Herodes[7], un complejo lujoso y funcional que servía como base de operaciones durante las visitas de Pilato —cuya residencia oficial estaba en Cesarea—, particularmente en festividades como la Pascua.

El Pretorio incluía un patio exterior donde Pilato interactuaba con los líderes judíos[8], que se negaron a entrar para evitar contaminación ritual durante la Pascua[9], siguiendo las normas del judaísmo del Segundo Templo. Entrar en el palacio del procurador durante la Pascua era incurrir en contaminación Levítica. Esto se debía a que la Pascua había comenzado, y existía una estricta regulación que prohibía comer alimentos fermentados durante la Fiesta de la Pascua[10]. La entrada en una residencia gentil en este momento podría haber implicado el riesgo de entrar en contacto con sustancias fermentadas, lo cual estaba prohibido y causaba impureza ritual.

La escena encierra una paradoja: su preocupación por la pureza ceremonial contrasta con su intención de mentir para condenar a muerte a Jesús, figura que el Nuevo Testamento presenta como encarnación de la pureza espiritual. Este contraste subraya la hipocresía de priorizar rituales externos sobre la ética. En el mundo actual se ve absurdo que la pureza ritual esté sobre la ética.

De esta manera tuvo que salir Pilato a hablar con ellos[11] y cambiaron la acusación contra Jesús de religiosa a política. Los cargos presentados ante Pilato fueron diferentes del cargo religioso de blasfemia, que era un cargo que preocupaba a los dirigentes religiosos judíos, pero no a los dirigentes políticos romanos. Por eso lo acusaron de sedición, incitar al pueblo a la revuelta, oponerse al pago de impuestos al César y afirmar ser el Rey de los Judíos[12] para involucrar a la autoridad romana.

Entonces Pilato interrogó a Jesús sobre el cargo de ser el Rey de los Judíos[13], pero no encontró delito en él[14]. Cuando los judíos insistieron, Pilato supo que Jesús era galileo[15], y eso cambiaba bastante las cosas porque Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, que estaba en Jerusalén para la Pascua[16].

Herodes Antipas fue hijo de Herodes el Grande y de Malthace, una de sus esposas samaritanas, que eran mal vistos por los judíos. Tras la muerte de su padre en el 4 a.C., Augusto lo designó tetrarca de Galilea y Perea, regiones al norte y este del Jordán, título que ostentó hasta su destitución y exilio en el 39 d.C. por orden del emperador Calígula. Ordenó la ejecución de Juan el Bautista[17] por criticar su matrimonio con Herodías, esposa de su medio hermano Filipo, incestuoso según la ley judía, lo que generó tensiones con sectores religiosos. De esta forma, Pilato se apartaba de un problema que no entendía y se lo endosaba a Herodes Antipas[18], con quien se llevaba mal[19].

Por su parte, Herodes Antipas lo interpretó como un reconocimiento de su autoridad por parte de Pilato. Además, Herodes Antipas tenía un gran interés por conocer a Jesús[20], aunque no obtuvo ninguna respuesta. Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley acusaban vehementemente a Jesús[21]. Herodes Antipas era despreciado por los judíos porque él no era de ascendencia judía. Tal vez para congraciarse con ellos se burló de Jesús vistiéndolo con un manto real[22], relacionado con la acusación de declararse rey de los judíos. Esa vestidura espléndida sólo podía ser de Herodes Agripa, a quien le habría gustado ser rey como su padre, pero su cargo era inferior. A pesar de eso, Claudio le concedió privilegios similares a los de un monarca aliado, como acuñar monedas con su efigie o usar ornamentos reales[23]. En cualquier caso, seguro que guardaba las vestiduras del auténtico rey poderoso que fue su padre.

Después de reírse de él, lo enviaron así vestido de vuelta a Pilato, sin cargo alguno.

Pilato convocó otra audiencia, reiterando su conclusión de que no había encontrado culpa alguna y que Herodes tampoco había encontrado motivos para condenarlo[24], por lo que Pilato intentó liberarlo proponiendo la tradicional amnistía pascual[25] ofreciendo a la multitud la elección entre Jesús y Barrabás,  pero la multitud, instigada por los sacerdotes, eligió liberar a Barrabás en su lugar[26].

Pilato ordenó la flagelación de Jesús[27], tal vez esperando satisfacer a la multitud con eso y no tener que llegar a la crucifixión[28]. Mateo[29] y Marcos utilizan la palabra griega phragellosas[30] y Juan emastigosen[31], ambas significan "pegar" o "azotar" duramente. Sin embargo, Lucas pudo haber utilizado el término paideuein[32], lo que podría indicar una interpretación menos severa de la flagelación. La flagelación pudo haber sido un acto más simbólico que un castigo severo.

En el contexto romano, virgis caedere significa literalmente “azotar con varas”. Era una forma de castigo corporal como pena por delitos menores o como medida disciplinaria. En el ejército, los soldados podían ser virgis caesi por faltas de disciplina. La flagelación era pública y servía como escarmiento colectivo. En la educación, los paedagogi o maestros usaban varas para castigar a los alumnos, especialmente en la etapa formativa inicial. El uso de varas implicaba una humillación pública, especialmente si se aplicaba a ciudadanos romanos. Por eso, a los ciudadanos se les protegía en principio de este castigo. La Lex Porcia (s. II a. C.) y otras leyes posteriores prohibían el virgis caedere a ciudadanos romanos sin juicio previo.

Se lo llevan de nuevo al pretorio, probablemente para que el sanedrín fuese testigo del espectáculo. Después de azotarlo, los soldados colocaron sobre Jesús un manto escarlata[33]. Ese manto escarlata era un paludamentum, una prenda lujosa usada exclusivamente por magistrados romanos con imperium (autoridad militar y judicial). Simbolizaba el mando de las legiones y se asociaba a generales, cónsules o emperadores en contextos militares o actos oficiales, nunca en la vida civil.

Como prefecto, gobernador de rango ecuestre, Pilato tenía imperium delegado por el emperador para comandar tropas auxiliares en Judea. El paludamentum era parte de la indumentaria de los gobernadores provinciales al ejercer funciones militares. Sin embargo, al ser de rango ecuestre, no senatorial, su manto sería menos lujoso que el de un cónsul o emperador.

El paludamentum era auténtico y valioso, y por esa razón se lo quitaron para crucificarlo[34]. En esa época los tintes no se podían imitar con productos baratos. El paludamentum se teñía con una gran cantidad de cochinilla[35]. Pilato, su propietario original, ya no lo usaría en ese momento porque no estaba en un entorno militar y estaba manchado de sudor, sangre y escupitajos. Él podía permitirse comprar otro, pero era una prenda valiosa[36].

Lo normal era llevar a limpiar las prendas valiosas a talleres especializados (fullonicae), donde los fullones, trabajadores textiles especializados en el lavado, desengrasado, blanqueado, esponjado y planchado de ropa, aplicaban todo su conocimiento técnico. Para lavar una toga utilizaban orina fermentada (urina), rica en amoníaco, como detergente natural. Este proceso se realizaba en grandes tinas donde el fullo pisaba la ropa con los pies descalzos, pero un paludamentum o una túnica picta eran mucho más complejos. Acababan con un planchado para dar forma a las prendas porque tenían que tener unos pliegues específicos.

Otras versiones dicen que era un manto púrpura[37]. No era un trozo de tela tirada por ahí, sino una auténtica vestidura real. Algunos monarcas aliados, como Herodes el Grande, adoptaron elementos romanos en su vestimenta, como la toga picta, una de las variantes más emblemáticas de la indumentaria romana, símbolo de poder, victoria y sacralidad. Más que una simple prenda, funcionó como un emblema polisémico que condensó la gloria militar, la legitimidad divina del poder y la espectacularidad política de Roma.

Caracterizada por su tonalidad púrpura y bordados dorados, esta toga excepcional distinguía a quienes la portaban como figuras investidas de autoridad suprema. Ese color no se podía imitar en aquel tiempo. Se necesitaban entre 10.000 y 12.000 ejemplares de Murex brandaris o Murex trunculus para obtener un gramo de púrpura de Tiro. Para una toga picta, que podía requerir entre 10 y 20 gramos de tinte puro, dependiendo de la intensidad y uniformidad deseada del color, estaríamos hablando de aproximadamente:

120.000 a 240.000 moluscos por toga, lo cual implica un precio elevadísimo para la prenda.

Ni Pilato ni Herodes Antipas tenían derecho a tener una toga picta, pero Herodes Antipas sí que pudo tener un manto púrpura, ya que tenía cierto margen para usar signos de autoridad propios de las cortes helenísticas, entre ellos el púrpura, aunque de forma regulada y políticamente vigilada. El uso de un manto púrpura claro o decorado era aceptable en contextos cortesanos o de representación local.

Lo que no podía portar era el púrpura oscuro de Tiro, el más valioso, reservado progresivamente para el emperador desde Augusto, ni prendas de diseño romano como la toga picta. Bajo Tiberio aún era posible para personajes de alto rango no imperial usar púrpura en ciertas formas, siempre que no compitieran simbólicamente con el emperador.

Le pusieron una corona de espinas a imitación de la corona de laurel[38]. La corona de laurel (corona laurea) en Roma tenía un profundo significado simbólico y se usaba en contextos muy concretos, con claras implicaciones políticas, religiosas y militares. No era un adorno decorativo ni de uso generalizado, sino una distinción reservada a individuos específicos según el tipo de mérito reconocido. El uso más emblemático del laurel fue como símbolo de victoria militar. El general que recibía el triumphus —un desfile público concedido por el Senado tras una victoria excepcional— portaba una toga púrpura (toga picta), y sobre su cabeza una corona de laurel.

La corona de roble o corona civica fue conferida a Augusto como "padre" del pueblo romano por salvar la república. Esta conexión podría haber continuado con sus sucesores. Los significados del roble (salvador) y el laurel (vencedor) a menudo se fusionaban, por lo que la corona de espinas podría parodiar ambos.

En ese mismo contexto de burla sobre su poder militar, le pusieron en la mano una caña, como si fuese una insignia militar romana[39].  La emperatriz Livia encargó una copia en mármol alrededor del año 20 d.C. de una estatua de su marido, Augusto, hecha en bronce, lo que subraya la importancia que tenía esta imagen para la familia imperial.

El punto focal de la coraza es una escena que representa la devolución de las insignias militares romanas, las águilas legionarias perdidas ante los partos en la Batalla de Carras en el año 53 a.C. En el centro de la composición se observa a un rey parto, probablemente Fraates IV, devolviendo uno de los estandartes a un dignatario romano con armadura, probablemente Tiberio, quien desempeñó un papel clave en las negociaciones para la recuperación de los estandartes. Poner una caña en la mano derecha de Jesús recuerda a la insignia que la estatua de Augusto llevaba en la mano y que está representada en el centro propagandístico y focal de la imagen.

Inteligente propuesta del taller MV Arte.

Podemos ver el efecto en la estatua colosal de Augusto como héroe semidesnudo hallada en Herculano, una pieza excepcional conservada en el Museo Archeologico Nazionale di Napoli (inv. 5595). Se trata de una obra en bronce, de tamaño natural o ligeramente superior, datada en época de Tiberio, el emperador bajo el que sucedió el proceso contra Jesús. Porta un bastón de mando o hasta pura en la mano izquierda y un paludamentum echado sobre el hombro izquierdo, reforzando su rol de comandante militar.

También podemos ver el mismo efecto en la estatua de bronce de Germánico de Ameria, una de las representaciones más notables del personaje en escultura romana y un testimonio relevante de la propaganda imperial en el contexto de la dinastía Julio-Claudia. Se trata de una estatua de bronce hallada en Amelia (Umbria), antigua Ameria, en 1963, y actualmente conservada en el Museo Archeologico di Amelia. Su datación se sitúa entre el 19 y el 30 d.C., tras la muerte de Germánico. En el brazo izquierdo lleva un paludamentum.

Un detalle sorprendente de la estatua es que Augusto aparece descalzo. En la iconografía clásica, representar a figuras importantes descalzas era una práctica común para aludir a la divinidad y al heroísmo. Al igual que los héroes olímpicos antiguos y los dioses, Augusto se presenta sin calzado, lo que sugiere su conexión con lo divino.

Ningún texto alude al calzado de Jesús durante su proceso. En la Palestina del siglo I, los hombres normalmente llevaban sandalias de cuero. Ir completamente descalzo era raro entre los adultos, pero ser despojado del calzado podía formar parte de un acto de humillación ritual o simbólica o, en este contexto, de seguir la burla como si fuese Augusto o alguien conectado con la divinidad al estilo romano.

Cuando Pilato todavía no sabía qué hacer con Jesús, siguió con la burla de llamarlo rey de los judíos[40].

Luego le quitaron de nuevo la valiosa prenda antes de crucificarlo porque era auténtica[41] y muy valiosa. Los soldados romanos podrían haber estado muy interesados en obtener esas prendas, pero junto a su inmenso valor había un uso muy restringido de la vestimenta púrpura en la sociedad romana, por lo que ellos no la podrían usar. Sólo la podrían vender a alguien que tuviese derecho legal de utilizarla.

Existía la costumbre romana de indicar el crimen del condenado, por lo que este letrero, conocido como titulus, se colocaba para que los transeúntes supieran la razón por la cual la persona había sido concenada. Pilato ordenó colocar sobre la cruz el letrero en tres idiomas porque durante la Pascua había muchos visitantes en Jerusalén que venían de lugares donde no se conocía el latín o el hebreo. En Jerusalén, durante la Pascua, se congregaba una multitud de personas de diversas procedencias geográficas que hablaban principalmente hebreo, arameo y griego, con la presencia minoritaria del latín en contextos oficiales.

Los cuatro soldados que estaban allí sólo sabrían escribir en latín, de manera que lo escribió un alto cargo, según el texto el propio Pilato, para seguir con la burla. "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos"[42], porque el desafío político que representaba un rey judío que no estaba sometido al dominio romano era inaceptable. Pilato sabía que Jesús no era una amenaza, pero lo utilizó para hacer una advertencia a todos.

Los sacerdotes le propusieron que hiciese una importante corrección sobre el cartel, pero Pilato se negó[43], confirmando su autoría en la respuesta, aunque es muy improbable que él supiese escribir en hebreo.

La vestimenta en el mundo romano tenía un enorme valor simbólico. En el caso de Jesús, las vestiduras probablemente consistían en el taleth, un manto o chal de oración, una túnica, un cinturón y sandalias. Despojar de su vestimenta a los líderes derrotados podría ser una humillación adicional. Durante los triunfos romanos, la vestimenta de los líderes capturados habría sido un elemento clave para transmitir su estatus de líder vencido. Plutarco afirma que Jugurta enloqueció por ser desfilado en cadenas y luego despojado de sus ropas. Cleopatra VII prefirió morir antes de ser expuesta por Augusto en un triunfo en Roma. Perseo también es descrito caminando con una túnica de luto, despojado de la razón por la magnitud de sus calamidades. El despojo de la ropa significa la pérdida completa de dignidad. Era una forma de representar visualmente su completa pérdida de poder y estatus, pero en este caso ya no parece parte de la burla al poder militar o aristocrático de Jesús.

Tras crucificar a Jesús y alzar la cruz, los soldados procedieron a repartirse sus vestiduras, un derecho habitual de los verdugos durante las ejecuciones. En lugar de dividir su túnica —una prenda de gran valor por carecer de costuras y estar tejida en una sola pieza—, optaron por sortearla para preservar su integridad[44]. No fue un acto arbitrario, sino una práctica común en las ejecuciones bajo la ley romana que respondía a la norma conocida como pannicularia, que establecía que las pertenencias de los ajusticiados, incluida su ropa, correspondían legalmente a los soldados encargados de la crucifixión.

Como resultado de esta práctica, Jesús debió haber muerto desnudo o casi desnudo.

[1] Hechos 22:25–29

[2] Luego depuso del cargo de Sumo Sacerdote a Josefa, de sobrenombre Cayafás, y nombró en su lugar a Jonatas, hijo de Anán, que también había sido Sumo Sacerdote. Flavio Josefo, Antigüedades Judías 18:95.

[3] Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;  y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle. Juan 11:47-53.

[4]  Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó. Mateo 26:57-68

[5] Cuando Pilato fue enviado por Tiberio como procurador a Judea. Flavio Josefo, La guerra de los Judíos 2,169.

[6] Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. Mateo 27:1-2. cf. Marcos 15:1, Lucas 23:1

[7] Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes. Hechos 23:35.

[8] Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Juan 19:13.

[9]  Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Juan 18:28.

[10] Levítico 23:6-8

[11] Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; Juan 18:29-31

[12] Y comenzaron a acusarle, diciendo: A este hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey. Lucas 23:2

[13] Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y este le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho. Mateo 27:11-14. cf. Marcos 15:2-5, Lucas 23:3, Juan 18:33-38.

[14] Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito. Juan 18:38. cf. Lucas 23:4.

[15] Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. Lucas 23:5.

[16] Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. 7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. Lucas 23:6-7.

[17] Marcos 6:17-29.  Flavio Josefo, Antigüedades Judías 18.116-119

[18] Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. 7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén. Lucas 23:6-7.

[19] Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí. Lucas 23:12.

[20]  Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. Lucas 23:8-9.

[21]  Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. Lucas 23:10.

[22]  11 Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida, Lucas 23:11.

[23] Flavio Josefo Antigüedades Judías 19.274

[24] Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a este como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Lucas 23:13-15.

[25]  Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? Porque sabía que por envidia le habían entregado. Mateo 27:15-18. cf. Marcos 15:6-10. Juan 18:39.

[26] Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Mateo 27:20-21. cf. Marcos 15:11.  Lucas 23:18-19. Juan 18:39-40.

[27] Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. Mateo 27:26. cf. Marcos 15:15. Juan 19:1.

[28] Le soltaré, pues, después de castigarle (παιδεύσας οὖν αὐτὸν ἀπολύσω). Lucas 23:16

[29] Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. Mateo 27:26

[30] Azotar con un flagrum o látigo romano, generalmente como pena pública física severa. Indica un castigo físico extremo, institucionalizado y humillante.

[31] Azotar, golpear con látigo o vara, tanto en contexto judicial como disciplinario. Puede referirse al castigo físico corporal aplicado tanto por un amo a un esclavo como por una autoridad a un reo.

[32] Corrección mediante castigo no punitivo. Nunca implica violencia física extrema.

[33] Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata. Mateo 27:27.

[34]  Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. Mateo 27:31.

[35] Pero sabemos que las prendas se tiñen con un colorante asombroso y, dejando de lado el grano de cochinilla de Galacia, África y Lusitania, destinado a los paludamenta imperiales, la Galia transalpina tiñe con hierbas de color púrpura y conchas, así como con todos los demás colores. Plinio, Historia Natural 22,2.

[36] Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos. Mateo 27:35. cf. Lucas 23:34.

[37] Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. Y le vistieron de púrpura. Marcos 15:16-17. cf. Juan 19:2.

[38] y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, Mateo 27:29. cf. Marcos 15:17. Juan 19:2.

[39] y una caña en su mano derecha. Mateo 27:29.

[40] Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Juan 19:15.

[41] Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. Mateo 27:31. cf. Marcos 15:20.

[42] Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Juan 19:19-20. Cf. Mateo 27:37, Lucas 23:38, Marcos 15:26.

[43] Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. Juan 19:21.

[44] Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Juan 19:23-24. cf. Mateo 27:35, Marcos 15:24, Lucas 23:34.

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