El reinado de Alfonso II pasó a la historia del Reino de Asturias como uno de mejores periodos de este reino cristiano peninsular. Con él se fortaleció el reino asturiano, se impulsó la Reconquista y dejó una huella imborrable en la historia y la tradición jacobea.
ORIGENES DE ALFONSO II, INFANCIA Y ADOLESCENCIA
En una Asturias convulsa en medio una serie de rencillas nobiliarias nace en el 760 el infante Alfonso, hijo de Fruela I y Munia de Álava. Su padre era hijo de Alfonso I quien comenzara a consolidar el incipiente reino asturiano; sin embargo, su reinado fue convulso debido a las luchas dinásticas y las conjuras de los nobles por subir al trono.

Uno de estos nobles que aspiraba al trono era su propio hermano Vimara; Fruela I lo asesinó bajo la acusación de querer arrebatarle el poder por la fuerza. Tiempo después en el 768, los partidarios de Vimara encabezados por Aurelio, primo de Fruela, le asesinaron en venganza por el fratricidio y pusieron en el trono a Aurelio.
La violenta muerte de Fruela I dejó huérfano con sólo 8 años al pequeño Alfonso quien tuvo que refugiarse con su madre Munia y sus hermanos en el monasterio gallego de Samos, donde parece ser que recibió una esmerada educación escolástica[1].
Una vez fallecido Aurelio, y reinando Silo volvió a la corte de Pravia, sirviendo en ella desde el 780 como jefe del palatium real[2].
Tras la muerte de Silo en el 783, Alfonso, con el apoyo de su tía Adosinda y algunos nobles, aspiraba a subir al trono, pero finalmente salió ganador de la disputa su tío Mauregato, hijo bastardo de Alfonso I, quien obligó a refugiarse al príncipe Alfonso en Álava, en los dominios de su madre.
ASCENSIÓN AL TRONO Y LA ABDICACIÓN DE BERMUDO I
Tras la muerte de Mauregato en el 789,le sucedió Bermudo I quien, desde su condición de clérigo diácono, buscó en su breve reinado pacificar el reino y hacer de rey mediador entre las distintas facciones nobiliarias que aspiraban al poder.
Aprovechando la situación de crisis interna en Asturias creada por las luchas dinásticas, el emir cordobés Hishām I realizó varias campañas en el Reino de Asturias, asestándole el golpe definitivo a Bermudo I en la Batalla del río Burbia, en el valle de El Bierzo (791). Según la Crónica de Alfonso III (versión rotense), esta derrota habría sido la causa por la cual Bermudo I abdicó en el príncipe Alfonso, además de la necesidad depositar el destino del reino en una persona más joven y con experiencia en campañas militares.
El 14 de septiembre de ese año, Alfonso fue proclamado nuevo rey de Asturias.
Tras la abdicación, Bermudo I volvió a sus tareas como clérigo y vivió en la corte hasta su muerte en el 797[3].
LA BATALLA DE LUTOS (794)
Tras asumir el trono, Alfonso II el Casto trasladó la capital del reino asturiano de Pravia a Oviedo, consolidando su desarrollo político y religioso.
Sin embargo, entre 794 y 795, desde Al-Ándalus las posesiones de Alfonso II sufrieron varias incursiones.
En una primera etapa, Hishām decidió invadir y saquear Álava y envió una hueste que hizo prisioneros y obtuvo un gran botín.
Posteriormente un nuevo ejército, liderado por ʿAbd al-Mālik ibn Mugaith, avanzó sobre Asturias destruyendo fortalezas, hogares e iglesias. Seguidamente, se encaminó a Oviedo, a la que asedió, donde devastó sus edificios palatinos y religiosos, herencia de Fruela I.
En respuesta, Alfonso II reunió a su ejército y emboscó a las tropas musulmanas en su retirada por el Puerto de la Mesa, en un lugar identificado como Los Lodos, cerca de Villandás, donde los astures infligieron una gran derrota, acabando con la vida del propio ʿAbd al-Mālik ibn Mugaith.

Trastero prerrománico de la Iglesia de San Tirso de Oviedo de época alfonsina, siglo IX. Fuente foto: Wikipedia/CC
OVIEDO, NUEVA CAPITAL DE LA CORTE
Sobre las ruinas de esas estructuras destruidas por las tropas andalusíes, el monarca ordenó en el área de Oviedo la construcción de iglesias[4], un palacio real y la restauración de la Catedral de San Salvador, conocida como la Sancta Oventensis.
Su objetivo no solo era consolidar una diócesis[5], sino también convertir Oviedo en un destino de peregrinaje y custodia de reliquias, traídas por los nuevos pobladores, especialmente mozárabes provenientes del sur, y por viajeros de Europa, quizá del ámbito carolingio.
Para garantizar la seguridad de la ciudad, fortificó Oviedo con murallas y estableció una corte permanente, consolidando los símbolos de la realeza asturiana. En la nueva sede regia, se reforzaron las referencias al solio regio, el círculo de nobles próximos al monarca y la articulación territorial bajo la administración de condes, encargados de representar la autoridad real.
Este proceso de institucionalización convirtió a Oviedo en el núcleo político y administrativo del reino, sentando las bases de su proyección futura en la historia de la monarquía asturiana.
RELACIONES DIPLÓMATICAS CON EL IMPERIO CAROLINGIO
Dentro de su política de consolidación y legitimación del reino astur mandó una embajada en el 795 a Carlomagno y a su hijo Ludovico Pío para consolidar una alianza en varios campos, por un lado, para combatir a la herejía adopcionista y recibir su apoyo a la iglesia astur y por otro tener el apoyo de los carolingios militar en su lucha contra el Islam.
Posteriormente, en el 798, se enviaron dos embajadas más: Una para trata el tema de la herejía adopcionista y otra, en invierno, para informar de las campañas militares en la zona de Lisboa como veremos a continuación.

Alfonso II el Casto en el Liber Testamentorum de la Catedral de Oviedo (1118). Fuente: Wikipedia /CC
CAMPAÑAS MILITARES CONTRA AL-ANDALUS
A nivel peninsular, Alfonso II comenzó una contraofensiva hacia el Sur contra el emirato andalusí que marcó una nueva etapa en la llamada Reconquista obteniendo una primera gran victoria en Lutos (794).
Otro de los episodios más destacados de su reinado fue la conquista temporal de Lisboa en el 798, de la que como se ha dicho, se informó en una embajada a los carolingios.
Asimismo, emprendió una política de la repoblación de la zona de Oporto y el valle del Duero castellano-leonés actual. Su estrategia territorial incluyó el rescate de esclavos en manos musulmanas y el traslado de poblaciones mozárabes de estas zonas hacia el norte de la península, reforzando la capacidad militar del reino. Buscaba así crear una zona intermedia casi deshabitada que sirviera de colchón frente a las amenazas musulmanas.
LA CRISIS REAL (801-808) Y REORGANIZACIÓN DEL REINO
En el 801, la conjura de una serie de nobles le obligó a retirarse al monasterio de Ablaña. Posteriormente en el año 808 recuperó el poder gracias a la labor del conde Teudano.
Ese mismo año, Alfonso II, posiblemente como gesto de gratitud por recuperar el trono, encargó la fabricación de una cruz-relicario votiva para la Iglesia Catedral de San Salvador de Oviedo. Es en este contexto donde surge el elemento milagroso recogido en la Crónica Silense del siglo XI.
Según esta crónica, unos orfebres desconocidos llegaron a la corte y se ofrecieron a realizar la obra bajo la única condición de que nadie los interrumpiera durante su labor. Se dice que, mientras trabajaban, en la estancia se percibían unas luces misteriosas. Cuando el monarca ordenó curioso abrir la puerta, encontró la cruz ya finalizada y toda resplandeciente y la estancia vacía. Los orfebres se habían esfumado. Este hecho llevó a la creencia de que los orfebres no eran humanos, sino ángeles enviados por Dios, motivo por el cual la cruz recibió el nombre de Cruz de los Ángeles.[6]
La dedicatoria que ordenó grabar en las aspas de la Cruz parece confirmar su carácter inicial de exvoto y de símbolo protector frente a sus enemigos no sólo de su reino sino los exteriores de Al-Ándalus. Según reza la inscripción latina en la versión de Carlos Cid Priego: “Permanezca esto complacientemente en honor de Dios. La ofrece Alfonso, humilde siervo de Cristo. Quienquiera que intentara arrebatarme sin consentimiento de donde lo donó mi voluntad, perezca por el rayo divino. Esta obra se terminó en la Era 846 (808 de la de Cristo). Este signo protege al piadoso. Este signo vence al enemigo.”[7]

Cruz de los Ángeles tal cómo está expuesta actualmente en la Catedral de Oviedo. Fuente: Wikipedia /CC
Ya en el trono volvió a emprender nuevas reformas, entre ellas la incorporación del elemento visigodo o visigotismo en rituales, protocolos de palacio y leyes para darse legitimidad como monarca y presentar al Reino de Asturias como un reino cristiano que suponía una especie de continuidad con la antigua Hispania goda. Esta justificación también le sirvió para dar base a sus campañas militares contra Al-Ándalus.
En los años siguientes les presentó de nuevo batalla a los musulmanes de Al-Ándalus en el río Orón (816), donde la contienda quedó en tablas y en el 825, en Narón y Anceo, en donde resulto ganador de la batalla.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA DEL APOSTOL SANTIAGO
Bajo su reinado tuvo lugar el descubrimiento de la supuesta tumba del apóstol Santiago en Compostela, alrededor del año 830.
Según cuenta una leyenda, el hallazgo se produjo durante el reinado de Alfonso II el Casto, cuando un ermitaño llamado Pelayo comenzó a observar luces misteriosas y escuchar voces celestiales en un bosque cercano a Iría Flavia, en Galicia.
Intrigado por estos fenómenos, Pelayo informó al obispo Teodomiro, quien decidió investigar el lugar. Tras una inspección, se descubrió un sepulcro que contenía los restos de tres posibles hombres santos[8] que Pelayo creía eran los de Santiago el Mayor junto con los de sus discípulos Atanasio y Teodoro. Este hallazgo fue interpretado como una señal divina y rápidamente se convirtió en un centro de peregrinación cristiana.
El rey Alfonso II, al conocer la noticia, se puso en camino atravesando lo que hoy conocemos como el Camino Primitivo Jacobeo, siendo conocido como el ‘primer peregrino’ documentado en la Historia Jacobea.
En el lugar de las tumbas, el rey ordenó la construcción de una iglesia en el lugar que desde entonces se llamaría Compostela[9], dando inicio a la veneración del apóstol y al desarrollo del Camino de Santiago, que con el tiempo se convertiría en una de las rutas de peregrinación más importantes de Europa.
ÚLTIMOS AÑOS Y MUERTE
Según las crónicas, Alfonso II gobernó sus dominios en los años siguientes de manera justa y ecuánime trayendo una de las etapas más largas de estabilidad y prosperidad para el Reino de Asturias.
Falleció el 20 de octubre del año 842, posiblemente en Oviedo sin dejar descendencia, siendo enterrado en el panteón real de San Salvador. Actualmente, su tumba está ilocalizable debido a la reconstrucción del panteón en el siglo XVIII.
Fue sucedido por su primo segundo Ramiro I, hijo de Bermudo I.
SU HUELLA EN LA LITERATURA Y LA CULTURA POPULAR
Su legado no solo se refleja en su papel en la consolidación del reino, sino también en su influencia en la literatura española. Es un personaje recurrente en diversas obras como el desaparecido Cantar de Bernardo del Carpio y ha sido fuente de inspiración para dramaturgos como Antonio Mira de Amezcua, Lope de Vega y Juan Eugenio Hartzenbusch.
En la actualidad, autores de novela histórica como José Javier Esparza o Isabel San Sebastián han recogido su vida como argumento para sus obras.

Cartel de la edición 2024 de la fiesta histórica 'El Primer Peregrino' que se celebra en Oviedo en verano dedicada a Alfonsa II. Fuente foto: Enlace[10]
En el mes de Julio se celebra en Oviedo una fiesta histórica que rememora la historia del descubrimiento de la (supuesta) tumba del Apóstol y el posterior viaje que hizo Alfonso II a tierras de Galicia para venerarlo.
BIBLIOGRAFIA
ALONSO, Raquel (2012). “El origen de las leyendas de la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria (catedral de Oviedo): Cruces gemmatae al servicio de la propaganda episcopal” en Territorio, Sociedad Y Poder, (5). Enlace: https://reunido.uniovi.es/index.php/TSP/article/view/9458 [Consultado el 18 de mayo de 2025]
BESAGA MARROQUÍN, Armando (2002). “La estancia de Alfonso II en el Monasterio de Samos” en Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos 56 (159): pp. 201-218
CID PRIEGO, Carlos (1990). “Las joyas prerrománicas de la Catedral de Oviedo en la cultura medieval” en Liño: Revista anual de historia del arte, Nº 9, 1990, p. 15
MARTINEZ DIEZ, Gonzalo (2002). “Articulación político-administrativa y las relaciones exteriores en el reinado de Alfonso II”. Poder y Sociedad en La Baja Edad Media hispánica: Estudios y homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín. II. Coordinador, Carlos Manuel Reglero de la Fuente. Valladolid: Universidad de Valladolid. pp. 724-725
VILLAGRA, Mabel (2024). “La consolidación del reino de Asturias: Fruela I, Aurelio y Silo”. En Blog de la Casa del Recreador. Enlace: LA CONSOLIDACIÓN DEL REINO DE ASTURIAS: FRUELA I, AURELIO Y SILO. [Consultado el 18 de mayo de 2025]
VILLAGRA, Mabel (2024). “Luchas familiares y herejías en el Reino de Asturias: Mauregato y Bermudo I” en Blog de La Casa del Recreador. Enlace web: LUCHAS FAMILIARES Y HEREJÍAS EN EL REINO DE ASTURIAS: MAUREGATO Y BERMUDO I [Consultado el 18 de mayo de 2025]
NOTAS
[1] Véase BESAGA MARROQUÍN, Armando (2002). “La estancia de Alfonso II en el Monasterio de Samos” en Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos 56 (159): pp. 201-218
[2] VILLAGRA, Mabel (2024). “La consolidación del reino de Asturias: Fruela I, Aurelio y Silo”. En Blog de la Casa del Recreador. Enlace: LA CONSOLIDACIÓN DEL REINO DE ASTURIAS: FRUELA I, AURELIO Y SILO. [Consultado el 18 de mayo de 2025]
[3] VILLAGRA, Mabel (2024). “Luchas familiares y herejías en el Reino de Asturias: Mauregato y Bermudo I” en Blog de La Casa del Recreador. Enlace web: LUCHAS FAMILIARES Y HEREJÍAS EN EL REINO DE ASTURIAS: MAUREGATO Y BERMUDO I [Consultado el 18 de mayo de 2025]
[4] Uno de ellos, la basílica de San Tirso, aún permanece en pie hoy en día.
[5] Po esta época existían ya las de Iria y Lugo.
[6] La Cruz se conserva actualmente en la Cámara Santa de Oviedo y forma parte del Tesoro. La cruz votiva está hecha en una mezcla de estilo itálico y celta y consta de varias piezas de oro, pedrería y camafeos de origen romano que representan a Augusto y que posiblemente pudo proceder de un tesoro alto- imperial. Según algunos historiadores, la forma de la Cruz nos remite más a las cruces orientales de estilo griego cuyo precedente están en las cruces visigodas. Con su fabricación, también se mantendría así una filiación con el mundo visigodo y las ricas donaciones que hacían los reyes hispanos a las iglesias siglos atrás con antecedentes también presentes en la orfebrería europea como la Cruz de Desiderio en Brescia (Italia)
[7] CID PRIEGO, Carlos (1990). “Las joyas prerrománicas de la Catedral de Oviedo en la cultura medieval” en Liño: Revista anual de historia del arte, ISSN-e 2341-1139, ISSN 0211-2574, Nº 9, 1990, p. 15
[8] La identidad de los restos hallados en la tumba de Santiago sigue siendo objeto de debate. Una teoría sostiene que pertenecen a Prisciliano y a dos de sus discípulos, en lugar del apóstol. Antes del hallazgo, diversas fuentes ya mencionaban la posible ubicación de su sepulcro, como el Breviario de los Apóstoles (siglo VI), un texto interpolado de san Isidoro (De ortu et obitu patrum, siglo VII) y el Martyrologium de Beda el Venerable (siglo VIII). Estas menciones previas justificaron como una señal divina el descubrimiento de los supuestos restos apostólicos en el contexto de una Hispania en plena Reconquista y sirvió para reforzar la legitimidad del Reino Astur y su monarca del legado hispanovisigodo.
[9] La palabra "Compostela" tiene varias etimologías posibles, pero la más aceptada es que deriva del latín "Campus Stellae", que significa "campo de la estrella". Esta se refiere a la estrella que, según la leyenda, guio a los monjes para encontrar los restos de Santiago Apóstol. Otra teoría sugiere que proviene de "Compostum", relacionado con la acción de enterrar o sepultar.
[10] Enlace: Alfonso II | El Primer Peregrino | Oviedo
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