Almonaster es frontera entre España y Portugal, entre Andalucía y Extremadura, entre musulmanes y cristianos, entre el pasado y el presente.
Los “Almunastires” designaban en época musulmana a lugares con restos romanos o visigodos, con frecuencia espacios de culto.
A esa zona le ha quedado como señal de las fronteras un paisaje de gran diversidad biológica y cultural. Como espacio tan disputado, toda la zona tiene un buen número de castillos.
Desde las alturas se divisa un extenso territorio.
En el exterior, antes de entrar en la antigua mezquita, cerca del ábside, nos encontramos con una tumba excavada en la roca orientada hacia la qibla y el mihrab que hay en el interior porque es de época musulmana.
La mezquita de Almonaster la Real, construida sobre los restos de una antigua basílica visigoda (s. VI), posee un valor excepcional por ser la única mezquita andalusí en el medio rural. Esta mezquita rural puede ayudar a la comprensión de las estructuras sociales de la zona, que no tenía necesidades de representación.
A lo largo de la época emiral la población abandonó los asentamientos en altura que habían caracterizado los primeros momentos de la conquista musulmana de la Península Ibérica para asentarse en un tipo de hábitat disperso que persiste en la Sierra de Huelva. Sus habitantes se desplazaban los viernes a la mezquita para el culto.
Era la mezquita de una fortaleza de época califal que se sitúa sobre un cerro a 610 m sobre el nivel del mar. El recinto es de planta irregular, con un perímetro total de 334 metros lineales y un área interior de 7640,50 m2 a la que se accedía por una puerta en recodo, obligando al posible asaltante a presentar el costado derecho desguarnecido.
Desde el castillo y la mezquita se domina todo el pueblo.
Un núcleo fortificado daba servicios defensivos, religiosos y fiscales a un conjunto de alquerías interdependientes, unidades de explotación agrícola casi autónomas. Cerca de la mezquita también habría zocos y baños.
Esta mezquita probablemente se edificó a finales del siglo IX o en el siglo X, probablemente durante el gobierno de Abd al-Rahman III. Sigue el modelo de la mezquita al-Aqsa de Jerusalén (s. VIII), que es el tipo de planta más frecuente en al-Andalus y en el Magreb. Es la estructura de las primeras mezquitas del Islam occidental.
En la entrada al patio hay un dintel decorado con un bajorrelieve de una cruz griega inscrita en un círculo bordeado de motivos florales. Podría ser parte de la entrada de un edificio romano reaprovechado en la basílica visigótica que antecedió a la mezquita.
El muro norte y el espacio que pudo hacer las veces de patio de abluciones están excavados en la roca, que sirve de basamento al alminar, que suele levantarse en un ángulo del patio y no pegado a la mezquita.
Es de trazado irregular para adaptarse al terreno y tiene unos 100 m2. Es de planta longitudinal pero casi cuadrada, con cinco naves casi perpendiculares a la qibla. La central es más amplia y van decreciendo las dimensiones de las naves a medida que se alejan.
Lo rimero que vemos al entrar es una columna adosada a la pared, probablemente la columna dedicación, que tiene inscrito el nombre de Alá.
El mihrab es semicircular, que es lo normal en la tradición siria. Se ve en curva al exterior del muro de qibla y está cubierto con una bóveda de horno de ladrillo. No está orientado hacia La Meca. Se cree que este miḥrāb se construyó entre 711 y 965, por lo que sería el más antiguo de la Península Ibérica y del Magreb.
La mayor parte de los arcos que se conservan son los primitivos de época islámica, con la herradura característica. Hay también un arco de la primera reforma cristiana en el eje transversal que se abre al ábside.
El pilar del patio tiene una forma de “T” simple, por lo que no refleja los cambios que se produjeron después de la reforma cordobesa del 958 d.C., cuyos pilares se reforzaron con una “T” doble y, desde ese momento, todas las mezquitas posteriores, aunque no fuera estructuralmente necesario.
Hay varios capiteles romanos reaprovechados: Un capitel corintio de mármol blanco fechado en época de Adriano. Otro capitel compuesto muy deteriorado del siglo II d.C. Un capitel jónico con un tambor con veinticuatro estrías, es del siglo I d.C. Un capitel compuesto, hecho de piedra caliza local, está casi intacto. Es una copia romana tardía, postconstantiniana. Hay un capitel jónico de piedra caliza, bien conservado, y tiene veintiún estrías en el tambor. Probablemente sea del siglo I d.C.
Hay un cimacio visigodo de mármol blanco sin capitel en una columna. En dos de las caras inclinadas hay cuatro cruces griegas en bajorrelieve dentro de círculos, mientras que en las otras caras hay dameros.
Tras la caída del califato, con la fragmentación del Estado y la división en los Reinos de Taifas que luchaban entre sí, la población rural tiende a instalarse de nuevo en los asentamientos de altura, abandonando las alquerías más desprotegidas. Almonaster era una población bien defendida por la orografía y el castillo.
En Andalucía occidental, conquistada por los cristianos entre 1224 y 1264, hubo una reutilización masiva de mezquitas que se adaptaron al culto cristiano. Pelay Pérez Correa, maestre de la orden de Santiago, conquistó Almonaster entre los años 1245 y 1249. En 1267 la Sierra de Huelva se convirtió en parte Sevilla y se rehizo el edificio para convertirlo en la ermita de Nuestra Señora de la Concepción.
Las necesidades constructivas religiosas de los repobladores cristianos no eran muy selectivas por la inseguridad misma de su situación militar y económica. En un primer momento se devolvió el culto cristiano a las iglesias abandonadas que existían en las poblaciones repobladas, en algunos casos estaban tan bien conservadas que se podía reconocer su advocación visigótica. Se inició el proceso de levantarlas de nueva planta allí donde era imprescindible.
La primera obra de acondicionamiento debió ser la ocultación de la identidad musulmana cerrando el nicho del mihrab.
Posteriormente se debió construir el ábside en mampostería, de planta semicircular, hacia 1276, en el centro del muro noreste, lo que reorganizó la orientación litúrgica del edificio en 45 grados. El ábside tiene la misma función que tuvo el miḥrāb.
El altar tiene decoraciones naturales incompatibles con la religión islámica, aunque existen ejemplos. Es de época visigoda y está hecho de piedra caliza y bastante fragmentado. El marco está decorado en un lado con tres palomas de cola larga, en el otro lado con motivos vegetales y con la silueta de un ángel.
La fortaleza fue reformada en el siglo XIV. A partir de 1479 decaería el interés por la fortaleza, tanto por estar en segunda línea como por pertenecer al Arzobispado de Sevilla, lo que hizo que se impusiese en la zona el mudéjar sevillano. La población creció hacia el valle y se hizo la Iglesia de San Martín, con su portada manuelina, única en Andalucía.
En los siglos XV y XVI se levantó un sobrio campanario sobre el antiguo alminar y se abrió una puerta en el muro meridional y se hizo un porche. Se fortalecieron las arquerías, desestabilizadas por el paso del tiempo, sustituyendo algunos arcos de herradura por otros de medio punto, de estética más moderna.
De esta época es la media columna de ladrillos con capitel frecuente en Andalucía Occidental en la última década del XV y el primer tercio del XVI.
También se decoró la cúpula dividiéndola en ocho sectores iguales: en los cuatro más cercanos a las naves se representan los Padres de la Iglesia y el dogma de la Inmaculada, crucial en la diócesis de Sevilla de la que dependía la ermita. En los otros sectores hay decoraciones florales de la escuela sevillana del barroco tardío.
El zócalo del ábside, que está sobreelevado, se decoró con azulejos del siglo XVI.
El patio de abluciones se reformó para convertirlo en capilla de bautismo techada.
Durante la Guerra con Portugal algunas estancias fueron utilizadas como polvorín y en 1684 cayó un rayo sobre él, estallando el arsenal y dañando levemente la parte noreste de la ermita. Es probable que la puerta actual provenga de esa época.
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