Con ʿAbd al-Rahmān II y Muhammad I, el Emirato Independiente de Al-Ándalus alcanza su etapa de máximo esplendor en lo cultural, político y territorial.  Es en este periodo cuando aparecen las primeras figuras culturales, literarias y científicas andalusíes y tiene lugar la fundación de ciudades tan importantes como Murcia, Madrid o Calatayud.

EL REINADO DE ʿABD AL-RAHMĀN II

Nacido posiblemente en Toledo hacia el 792, el príncipe ʿAbd al-Rahmān tenía unos 30 años cuando fue proclamado emir de Al-Ándalus sucediendo a su padre Al-Hakam I[1].

Nada más subir al trono en el 822, tuvo que enfrentarse a la rebelión en Valencia de su abuelo ʿAbd Allāh, hijo de ʿAbd al-Rahmān I, que aspiraba al trono, pero esta nueva insurrección duró poco debido a la muerte por enfermedad de su pariente rebelde.

Retrato historicista del siglo XIX de ‘Abd al-Rahman II, procedente del Grabado de las Glorias de España, 1890. Obra de J.Serras Pausas.

ʿAbd al-Rahmān II prosiguió ulteriormente con una serie de medidas que rompieron con la política de su padre como la clausura de las tabernas en donde se vendía vino o el ajusticiamiento del valido cristiano Rabī’ bajo la acusación de abuso de poder y corrupción.

Poco después, su primera acción política y militar tiene lugar en la provincia o cora de Tudmir, en el Sureste español, donde permanecía aún enquistada la crisis entre árabes baladíes y sirios.

Tras décadas de una paz frágil, resurgió el conflicto entre ambas facciones que se enfrentaron en la Batalla de Al-Musara, la cual dio comienzo a una revuelta por la región azuzada por un líder rebelde llamado Abū Samaj.

Para resolver este conflicto, el nuevo emir mandó a su general omeya Ibn Muʿwiya ibn Hisān a sofocar a las dos facciones rivales consiguiendo pacificar la zona, tras una dura represión que costó la vida a 3000 rebeldes y la destrucción de Eio, capital de Abū Shamaj.

Para prevenir futuras rebeliones, ʿAbd al-Rahmān II decidió fundar en el 825 una nueva ciudad, Madīna Mursiya (la futura Murcia), donde establecería un campamento militar, una gobernatura regional y una administración local para gestionar los recursos del territorio. Con ello, se conseguía así afianzar definitivamente la autoridad omeya en la cora de Tudmir.

Tres años más tarde, en el 828, Abū Shamaj depuso las armas y se sometió a la autoridad emiral.  Nos cuenta el cronista Ibn Idhārī al-Marrakushī al respecto: “Y en el año 213 (el 828 de la era cristiana) se cortó la discordia civil de Tudmir, y descendió Abu-Xamej así como también otros de los castillos, cesando su rebeldía, y llegó a ser Abu-Xamej de los walíes del emir Abd al-Rahman y de sus hombres fieles.[2]

Pacificado el Sureste español, ʿAbd al-Rahmān II debió entonces atender diversas crisis de tipo social que provenían de la época de Al-Hakam I: Por un lado, el creciente descontento social hacia los omeyas, su funcionariado y la guardia de élite palatina y por otro, la incipiente oposición de algunos sectores tradicionalistas mozárabes que no aceptaban la imposición cada vez mayor de la arabización e islamización de Al-Ándalus.

Además,  podemos añadir una tercera causa de descontento social es el estatus y el estilo de vida cada vez más lujoso, elitista y derrochador de la nobleza y la familia  emiral (jassa) a costa de los impuestos de las clases menos pudientes (ʿamma), lo  que propiciaba un régimen cada vez más despótico que no escuchaba las demandas y quejas del pueblo.

Para mantener este nivel de vida y al propio estado andalusí, ʿAbd al-Rahmān II inició una política militarista contra los reinos cristianos del Norte peninsular en forma de campañas militares de verano llamadas ‘aceifas’.  Estas campañas se centraron en especial en lo que hoy es Álava y Galicia, ambas fronteras, oriental y occidental respectivamente, del Reino de Asturias y por tanto más vulnerables a estos ataques.  También, la zona pirenaica sufrió estas aceifas omeyas habiendo durante varios veranos diversas expediciones contra ciudades de lo que hoy es Cataluña[3] (Vic, Barcelona, Gerona) y el sur de Francia (Narbona).

CRISIS EN EL EMIRATO:  LOS BANŪ QASĪ Y LOS VIKINGOS

A principios de la década de los 40 del siglo IX, el emir tiene que enfrentar dos de las principales crisis políticas de su reinado.

Por una parte, en el valle del Ebro se alza en el 843 Mūsà ibn Mūsà, del clan muladí de los Banū Qasī ayudado por el rey navarro García I Íñiguez.  ʿAbd al-Rahmān II envió entonces un ejército omeya contra ambos, que arrasó el reino de Pamplona y los dominios qasíes y derrotó completamente a Mūsà ibn Mūsà y a su aliado navarro.

Al año siguiente, una nueva amenaza llegó a Al-Ándalus: Los vikingos, procedentes del Norte de Europa, llegaron a las costas andalusíes asolándolas en numerosos saqueos.  En una de estas incursiones llegaron a Sevilla, tomándola al asalto y saqueándola en el mes de octubre.  Desde allí, atacaban las zonas de los alrededores.  

Viendo que la amenaza era cada vez mayor, ʿAbd al-Rahmān II ordenó formar un poderoso ejército que el 11 de noviembre se enfrentó a los vikingos en Tablada causándoles una gran derrota que supuso para los escandinavos más de mil muertos en sus filas, decenas de naves quemadas y 400 de ellos que fueron ejecutados o hechos prisioneros.  Los pocos que sobrevivieron lo hicieron tras convertirse al islam, permitiéndoseles radicar en zonas de la actual provincia de Sevilla.

LOS MÁRTIRES DE CÓRDOBA

Como ya hemos mencionado, la presión social ejercida por la islamización y la arabización impuestas en el estado andalusí hizo que la mayoría de la población, aún cristiana, viese cómo su modo de vida, costumbres y lengua de origen romano-visigodo se iban perdiendo, en especial, entre las generaciones más jóvenes.  Un grupo dirigido por Eulogio de Córdoba se opuso a esta pérdida de las tradiciones y lengua y comenzó poco a poco a expresar públicamente estas preocupaciones ante el resto de la sociedad mozárabe. Sin embargo, el problema se agravó cuando un presbítero llamado Perfecto insultó y negó en una conversación la naturaleza profética de Mahoma por lo cual fue llevado al juez islámico, condenado a muerte y ejecutado[4]

Esta muerte provocó un efecto en cascada ya que comenzaron a aparecer otros seguidores de Eulogio que públicamente desafiaban a las autoridades religiosas islámicas y negaban a Mahoma y su religión, exaltando su fe en Cristo sabiendo que ellos les suponía el martirio como así sucedió, hasta un total de 48 casos, entre ellos el propio Eulogio.

El obispo San Cipriano a punto de ser ejecutado por su verdugo.  Antifonario Mozárabe de León (principios siglo IX). Podemos ver los ropajes de un obispo mozárabe heredero de vestimentas de época hispano-visigoda compuesto de túnica roja, estola y manto rematado en la característica capucha picuda. Fuente: Wikipedia /CC

Este “movimiento martirial” en palabras de Carlos de Ayala, acabó cuando en el año 852 el emir ʿAbd al-Rahmān II ordenó a los obispos mozárabes que prohibiesen tales actitudes de sus feligreses, lo que no evitó que hubiese nuevos martirios hasta el 859 y que continuase adelante y con más fuerza la política de islamización y arabización en Al-Ándalus.

LA BATALLA DE ALBELDA (859)

En el 855, Mūsà ibn Mūsà controlaba casi todo el valle del Ebro y zonas del Prepirineo y quiso avanzar hacia lo que hoy es La Rioja y Soria para establecer una línea de defensas contra el Reino de Asturias. Una de estas nuevas fortalezas era la de Albaida (o Albelda).  Según recoge la Crónica de Alfonso III,  García Iñiguez de Pamplona se alió con los asturianos contra los Banū Qasī y los combatió en varias campañas.  En el 859, el rey Ordoño I de Asturias atacó y destruyó la fortaleza de Albaida y aplastó hasta la derrota al ejército de los Banū Qasī.  Gracias a ello, el Reino de Asturias pudo controlar y repoblar esas zonas.

Algunos autores creen que esta batalla es la que se asimiló en las crónicas a la de Clavijo (844) en la que se apareció milagrosamente el Apóstol Santiago en ayuda de las tropas cristianas.

ESPLENDOR CULTURAL, POLITICO Y ECONÓMICO

Pese a las crisis sociales y de política exterior que tuvo que enfrentar ʿAbd al-Rahmān II, su reinado está considerado uno de los más prósperos del emirato andalusí, llegándolo a definir algunos cronistas árabes como ‘luna de miel’.

Bajo este emir vemos la consolidación de las estructuras administrativas, la apertura cultural a Oriente, la creación de una Corte esplendorosa y ceremonial a la manera ʿabbasí y un gran fomento de las obras públicas, fruto como decíamos antes de una política fiscal, eficaz, pero muy dura con la mayoría social no árabe de Al-Ándalus así como de los ricos botines obtenidos en sus aceifas contra los reinos cristianos y rebeldes antiomeyas.

Hombre culto, el emir organizó una gran biblioteca de manuscritos e hizo de su corte una Meca particular en la que coincidieron artistas, científicos y poetas. También acogió a figuras singulares como el esteta y músico kurdo Ziryāb (Mosul, 789 – Córdoba, 857), llamado “el árbitro de la elegancia”, el cual llevó el protocolo, las costumbres, la moda y la elegancia de la corte de Bagdad a Córdoba fomentando aún más la orientalización y arabización de Al-Ándalus.

ULTIMOS AÑOS DEL REINADO DE ʿABD AL-RAHMĀN II

Los últimos años de ʿAbd al-Rahmān II estuvieron marcados por la enfermedad degenerativa del emir y las intrigas palaciegas protagonizadas por Nasr (valido del emir) en alianza con la concubina Tarub para colocar en el trono a su hijo ʿAbd Allāh. 

En el año 851, Nasr intentó envenenar al emir mediante el soborno a un médico real. Descubierto el intento de asesinato, ʿAbd al-Rahmān II le ordenó a Nasr beber la copa envenenada, tras lo cual el valido falleció.

Autores como Ibn Idhārī e Ibn Hayyān nos realizan una interesante semblanza de ʿAbd al-Rahman II describiéndonos a un emir alto y fuerte, con cabello moreno, que solía llevar una barba larga, que teñía de color negro o rojo.   También nos dan noticias sobre su pasión por el saber, la cultura y las artes.

ʿAbd al-Rahmān II tuvo un estilo de vida palaciega muy lujoso, regalando a sus concubinas suntuosos regalos.

Tuvo 87 hijos, destacando ʿAbd Allāh, habido con la ya mencionada concubina Tarub y Muhammad, sobre el que hablaremos a continuación.

Sólo un año después del intento de envenenamiento, el 22 de septiembre del 852, el emir ʿAbd al-Rahmān II fallecía por enfermedad en Córdoba

EL REINADO DE MUHAMMAD I

A la muerte del emir ʿAbd al-Rahman II, le sucedió su hijo Muhammad.

Las fuentes hispanoárabes nos cuentan que Muhammad I era rubio, de tez clara, nariz aguileña y cuerpo regordete. De carácter amable, heredó de su padre ʿAbd al-Rahmān II el gusto por el saber y las artes.

A nivel político, delegó en buena parte el poder en su lugarteniente Hashīm b. ʿAbd al-ʿAzīz.

Los comienzos de su reinado, como veremos no fueron nada fáciles,produciéndose una serie de rebeliones y conflictos dentro y fuera de Al-Ándalus.

Mapa de la Península Ibérica indicando las rebeliones habidas en el Emirato durante el reinado de Muhammad I y sus sucesores. Fuente: Pinterest

Al poco de iniciar su gobierno los Banū Qasī volvieron a rebelarse en el Valle del Ebro, esta vez en Zaragoza, siendo derrotados. 

Otra zona conflictiva fue Toledo y sus alrededores, entre el 852 y el 854, aprovechando la sublevación qasī, los toledanos se levantaron en armas contra el gobernador omeya, siendo apoyados por el Reino de Asturias, el cual mandó en su auxilio refuerzos.  Según el arabista Eduardo Manzano, las causas de tal descontento fueron la presión fiscal por un lado y por otro, la imposición de gobernadores sin contar con la opinión de las comunidades toledanas.

Ante esta amenaza, Muhammad I ordenó organizar un ejército omeya que derrotó en la Batalla de Guazalate (854) a un ejército asturiano-toledano comandado por un conde al que causaron 8000 bajas, poniendo así fin a la rebelión toledana. Sin embargo, la rebelión no quedaría sofocada del todo ya que Toledo resistió hasta el 859 tras una serie de campañas y un posterior asedio encabezado por el propio monarca cordobés.

Hacia el 860, los Banū Qasī de la zona de Navarra, capitaneados por Mūsà ibn Mūsà volvieron a rebelarse con ayuda de los Arista cristianos, pero fueron de nuevo derrotados en una aceifa durante la cual, los omeyas se apoderaron de castillos y poblaciones y arruinaron y saquearon el territorio.

En los años siguientes, el propio emir (o bien sus lugartenientes) llevaron a cabo aceifas contra la región de Álava y la ‘zona de los Castillos’ (futura Castilla) (años 863, 865, 866, 867).

En el 870, de nuevo la zona de Toledo sufrió otra rebelión, esta vez apoyada por los Banū Qasī, y acabó en derrota para los sublevados.

Tras estos hechos y para controlar a la levantisca Toledo, Muhammad I ordenó fortificar con atalayas y nuevas fortalezas la zona de la Marca Media limitada por la Sierra de Guadarrama y el río Tajo.  Entre esas fortalezas de nueva fundación, estarán las futuras Talamanca del Jarama, Catalatifa y Madrid (llamada en las crónicas árabes como Maŷrīt[5]).

LOS AÑOS FINALES DE MUHAMMAD I

Años después, surgieron nuevas rebeliones, causadas nuevamente por una sucesión de malas cosechas y sequías, la presión fiscal y sobre todo la discriminación que sufrían comunidades no árabes como la bereber o los hispanos musulmanes (muladíes) y cristianos (mozárabes), por parte de la élite de origen árabe sirio o yemení.

De ellas destacaron dos:  La de ʿAbd al-Rahmān ibn Marwān al-Ŷilliqī[6] en el Occidente de Al-Ándalus y la de ʿUmar ibn Hafsūn, en los montes de Málaga, esta última la más duradera y apoyada en Al-Ándalus, pero, también, la más violenta por la fiereza de sus batallas y posterior represión en el 928, ya en época de ʿAbd al-Rahmān III.

                               

 Estatua contemporánea en Badajoz dedicada a Ibn Marwan al-Ŷilliqī, uno de los líderes rebeldes que se sublevó bajo el reinado de Muhammad I (Fuente: Wikipedia).  A derecha, Imagen idealizada generada por IA de Ibn Hafsūn, llevando el turbante negro de los chiíes, color de su ejército frente al blanco de los Omeyas.

Pese a la campaña de aceifas y posterior represión en estas zonas peninsulares rebeldes que hemos arriba mencionado, Muhammad I nunca llegó a controlarlas al completo, por lo que podemos decir que zonas del Valle del Ebro en Zaragoza y Navarra, los montes de Málaga y la zona de Toledo y sus alrededores quedaron al margen de la autoridad emiral omeya y fueron autónomas.

También, en esta etapa final de la vida de Muhammad I tiene lugar la disputa entre los ulemas de escuela tradicionalista y los de la malikí surgida tras la llegada a Al-Ándalus de nuevas ideas traída por los sabios y expertos que viajaban a Oriente.

El 4 de agosto del 886 Muhammad I moría en el alcázar de Córdoba, dejando varios hijos destacando entre ellos Al-Mundhir, habido con su concubina vascona Ushar y ʿAbd Allāh.

BIBLIOGRAFIA

AYALA MARTINEZ, Carlos de (2024): “Identidad cristiana y violencia verbal contra el islam. Siglos VIII-IX”, en C. de Ayala, J.S. Palacios y J. Albarrán (eds.), Violencia interconfesional: modalidades y percepciones. Península Ibérica, siglos VIII-XV, Granada: Universidad de Granada, págs. 47-73

BRAMÓN, Ramón (2000), “841: Una algarada fins ara mal coneguda contra la plana de Vic”, en Ausa, XIX (2000), págs. 133-135.

IBN HAYYAN, Crónica de los emires Alhakam I y ‘Abdarrahman II entre los años 796 y 847 [Almuqtabis II-1], trad., notas e índices de Mahmud ‘Ali Makki y F. Corriente, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2001

IBN IDHĀRĪ AL-MARRAKUSHĪ (Ed.1999). Historia de Al-Ándalus. Edición de Francisco Fernández González, Málaga

MANZANO MORENO, Eduardo (1991). La frontera de al-Ándalus en época de los Omeyas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,

MANZANO MORENO, Eduardo (2006). Conquistadores, emires y califas: los omeyas y la formación de al-Ándalus. Barcelona.

ORELLA UNZUÉ, José Luis (2022). Los Banu Qasi: Vascones islamizados. Editorial Nabarralde.

SOUTO, J. A. (1995) “El emirato de Muhammad I en el Bayan al-Mugrib de Ibn ‘Idari”, en Anaquel de Estudios Árabes, 6, págs. 209-247

VALLVÉ, Joaquín (1991), “Biografía de ‘Abd al-Ramān II, Emir de Al-Ándalus”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXVIII, 2, págs. 209-250; 

VILLAGRA ROMERO, Mabel (2023).  “Cuando Madrid era Maŷrīt: Orígenes y desarrollo de una ciudad andalusí” en Blog de La Casa del Recreador.   Enlace directo: CUANDO MADRID ERA MAŶRĪT: ORIGENES Y DESARROLLO DE UNA CIUDAD ANDALUSÍ

[1] Véase al respecto en el Blog de esta casa: VILLAGRA ROMERO, Mabel (2024).  “El emirato independiente de Al-Andalus: Hisham I y Al-Hakam I” (Primera Parte). Blog de la Casa del Recreador. Link: Bienvenido a tu blog de Recreación Histórica

[2]IBN IDHĀRĪ AL-MARRAKUSHĪ (Ed.1999). Historia de Al-Ándalus. Edición de Francisco Fernández Gónzalez, Málaga, págs. 116-117

[3] Véase: BRAMÓN, Ramón (2000), “841: Una algarada fins ara mal coneguda contra la plana de Vic”, en Ausa, XIX (2000), págs. 133-135.

[4]AYALA MARTINEZ, Carlos de (2024): “Identidad cristiana y violencia verbal contra el islam. Siglos VIII-IX”, en C. de Ayala, J.S. Palacios y J. Albarrán (eds.), Violencia interconfesional: modalidades y percepciones. Península Ibérica, siglos VIII-XV, Granada: Universidad de Granada, págs. 47-73.

[5] Véase VILLAGRA ROMERO, Mabel (2023).  “Cuando Madrid era Maŷrīt: Orígenes y desarrollo de una ciudad andalusí” en Blog de La Casa del Recreador.   Enlace directo: CUANDO MADRID ERA MAŶRĪT: ORIGENES Y DESARROLLO DE UNA CIUDAD ANDALUSÍ

[6] Aunque sublevado contra Muhammad I, posteriormente, tras un armisticio y leal al emir, sería el fundador de Badajoz

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