La derrota de Guadalete en el año 711 supuso el fin del reino visigodo y la llegada a la Península Ibérica de tropas árabe-bereberes que fueron sometiendo por pactos o por la fuerza a casi todas las regiones de Hispania.  Tocaba ahora asentar y mantener bajo control militar y administrativo el nuevo territorio.  Fue entonces cuando la antigua Hispania romano-visigoda comenzó a denominarse Al-Ándalus.

UNA NUEVA MONEDA Y CAPITAL

Con la llegada de los musulmanes se estableció desde el 716 como capital la ciudad de Córdoba que sucedió a Toledo como capital administrativa, militar y económica de la Hispania sometida al Islam.

Desde entonces, se configuraría una nueva provincia o wilāya llamada Al-Ándalus, integrante del gran imperio islámico sometido a la autoridad del Califato Omeya de Damasco.  Un vastísimo imperio que se extendía desde Hispania y el Magreb hasta la actual India al Este.

Casi toda la Península estaba ya dominada por los musulmanes.

Sólo algunas zonas como los feudos en la Ribera navarra y zaragozana del valle del Ebro de los Banū Qāsī[1] y los dominios de Teodomiro en el Levante, respetados gracias al  Pacto firmado años atrás, en el 713[2], mantenían una relativa autonomía del poder central musulmán.

Por su parte, en lo que hoy es Cataluña y la Provenza francesa seguían resistiendo los últimos nobles visigodos, entre ellos Agila II y su probable sucesor, Ardón[3], sobre quien volveremos después.

Dinar andalusí bilingüe latín-árabe. Las primeras monedas andalusíes acuñadas en la Península tienen un curioso texto en latín, pero sin vocales, tal como ocurría en la escritura árabe y otras semíticas en general. Las monedas mostraban en el anverso la siguiente descripción: Una estrella de ocho puntas y una orla con la leyenda INN NIN ZNZ SN A (In nomine Domini non Deus nisi Deus solus non Deus alius) que es la traducción en latín de parte de la Shahada proclamando la unicidad de Dios (“En el nombre de Dios. No hay otro dios sino Dios, el Único”).  En su reverso, aparecía la leyenda HIZFRTINSPNANCXIII, siendo SPANIA, SPN: Hic nummus solidus feritus in Spania anno XCIII figura en la orla y en el centr,o IN CXI (Indictione XI).   La aparición de SPN como Spania sin vocales se explicaría porque los acuñadores de moneda eran árabes y judíos bilingües que procedían seguro de Qairawán[4].

Mientras tanto, con la consolidación del aparato territorial, administrativo y militar, se adoptó  una nueva moneda de oro llamada dinār que muy probablemente reutilizó para su fabricación y acuñación el oro de los tremises (o trientes) visigodos.  En el 716, una de estas monedas nombraba por vez primera a “Spania” (Hispania) como “Al-Ándalus”[5]. 

Estas primeras monedas hispanomusulmanas transicionales fueron inicialmente bilingües, con una cara en árabe y otra en latín, que, posteriormente, desde el valiato de Al-Hurr[6] fue ya toda en árabe en las dos caras.  En ellas aparece una estrella de ocho puntas que pudo ser el emblema de la nueva provincia omeya de Al-Ándalus.

ORIGEN Y ETIMOLOGÍA DEL NOMBRE AL-ANDALUS

En cuanto al origen del topónimo Al-Ándalus, varias son las teorías que han surgido entre los siglos XX y XXI, existiendo aún hoy en día un intenso debate entre historiadores, filólogos y arabistas. 

Entre ellas, destacamos las siguientes:

TEORÍA VÁNDALA

Es la más antigua, datando del siglo XVI. Según esta teoría su origen estaría en una derivación de Vandalicia.  Esta tesis fue defendida por Levy-Provençal.  También, según otra teoría aparecida a finales del siglo XX, Al-Ándalus derivaría del bereber Tamart uandalos (‘tierra de vándalos’).  Sin embargo, ambas han sido ampliamente rechazadas por la falta de fuentes arqueológicas o historiográficas que las avalen.

TEORÍA GERMÁNICO-VISIGODA

Otra teoría es la germánico-visigoda que afirma que Al-Ándalus vendría del godo “Landa-haust” (tierra de los repartos) o más modernamente, de otra toponimia: “Landalus”, que defiende el historiador Rafael Sabio González[7] a partir del germano ‘land’ (tierra).  Esta teoría ha sido rechazada por el historiador Eduardo Manzano

TEORÍA ATLANTICA

Una de las teorías más aceptadas que afirma que “Al-Ándalus” derivaría del griego “Atlantis” o del latín “Atlanticus”.  Esto se justificaría por el topónimo árabe Ŷazīrat al-Andalus (La Península del Atlántico).  La defienden autores como Amador de los Ríos, Mª Jesús Viguera o Joaquín Vallvé[8].  Eduardo Manzano cree que derivaría de la Atlántida.

TEORÍA CLÁSICA

Es la más moderna, defendida por José Ramírez del Río que afirma que el término Al-Ándalus deriva del griego “anatolé”, que significa el lugar por donde sale un astro y que enlazaría con la figura de la estrella presente en las primeras monedas andalusíes.  Sin embargo, queda por identificar el astro que podría ser el Sol o como cree más recientemente Ramírez en un artículo, Venus que era representada desde la época mesopotámica como una estrella de ocho puntas, la misma que aparece en las monedas, y estaría asociada a las Hespérides (por Hesperia).

LA CONFIGURACIÓN DE UNA SOCIEDAD ANDALUSÍ

Se instauró en Hispania un sistema de gobernatura que dejó atrás el periodo de la conquista e inauguró una nueva etapa histórica conocida como Valiato o más popularmente como “Emirato dependiente de Damasco” ya que se consideraba a su gobernador (valí o wali) también como una especie de emir (amīr), aunque en este caso dependiendo de los Omeyas de Medio Oriente.

El primer emir (valí) fue designado directamente por el Califa de Damasco, y los restantes que se sucedieron, fueron nombrados por el valí de Ifriqiya en su nombre desde Qayrawán.  

La etapa del valiato andalusí duró unos 45 años en los que se sucedieron 21 gobernadores.

Ilustración 2. Sello de precinto de saco o similar emitido en nombre del valí  ʿAnbasa ibn Suhaym.  Colección Tonegawa. Fuente foto: S-amb.JPG (827×491) (50g.com)

De estos valíes o gobernadores de los primeros tiempos sólo teníamos las noticias de los cronistas, e incluso de los que sí se conocía su nombre, hasta se dudaba de su existencia.  Sin embargo, gracias a los nuevos hallazgos arqueológicos que se han venido sucediendo en España y Francia se ha podido verificar la existencia de algunos de estos gobernantes (emires o valíes) andalusíes al estar sus nombres presentes en monedas o sellos de precintos de sacos para la paga de soldados o de impuestos de ŷizya. Este es el caso de Al-Hurr, Al-Samh y ʿAnbasa ibn Suhaym[9], cuyo sello vemos arriba en la foto.

Nada más instaurarse el valiato, se estableció en el 716 la capitalidad en Córdoba y como primeras medidas administrativas, se organizó el territorio islámico en coras o circunscripciones territoriales, estableciéndose las fronteras militares en torno a Mérida, Toledo y Zaragoza que se denominaron Marcas Inferior, Media y Superior respectivamente.

A nivel social, se configuró una nueva sociedad con una fuerte división de clases: Por un lado, estaba la jassa, una minoría dirigente árabe (los árabes baladíes) que habitaba las ciudades y fincas en las zonas rurales fértiles del Sur, la Bética y Levante. Frente a ellos, estaba la llamada ʿamma o clases populares, configurada por una mayoría hispano-visigoda (cristiana) autóctona a la que se sumaba la beréber (recién convertidos al islam y otros, aún cristianos) y que llegaron con el ejército musulmán. Estos bereberes se instalaron en la Meseta y zonas montañosas del norte, levante y sur peninsular. 

También, existió una minoría judía, radicada en las ciudades, la cual, como los cristianos, estaba amparada por el pacto de la dhimma.

COVADONGA, LA PRIMERA DERROTA MUSULMANA

Los primeros gobernantes destacaron por sus políticas de consolidación de la presencia militar y fiscal en la Península y su gran actividad bélica contra las regiones hispánicas y del sur de Francia que aún se les resistían.   

Mientras, hacia el 718, según cree el historiador Roger Collins, se iniciaron las primeras escaramuzas contra los musulmanes asentados en León (o Gijón) en la zona cantábrica, preludio de la que veremos con Pelayo.

Mientras tanto, los pactos (sulh) con las ciudades sometidas se respetaron con mayor o menor fortuna con los distintos valíes hasta que en bajo el gobierno de ʿAnbasa ibn Suhaym (722-726) se hizo una reforma fiscal donde se oprimió aún más a los cristianos y judíos, a quienes los musulmanes aumentaron el doble los impuestos y confiscaron fincas y posesiones.   También comenzaron a acuñarse los primeros dírhems de plata.

En el norte de España, un territorio ya hostil contra los musulmanes desde el 718, un noble llamado Pelayo, considerando que los nuevos impuestos daban por terminados los pactos de sumisión, encabezó una rebelión de astures locales y quizás refugiados visigodos, que se culminó -siempre siguiendo la tesis que defiende el estudioso Roger Collins y que nos parece la más coherente a nivel de fechas históricas-- en una escaramuza donde derrotaron a los musulmanes.

Esta derrota musulmana fue magnificada y mitificada siglos después como la Batalla de Covadonga en la historiografía bélica española como la ofensiva que inició la Reconquista.

Años después, otras regiones hispánicas del Norte también comenzaron a levantarse contra los musulmanes: la zona de Cantabria (723) o la zona del Pirineo Aragonés (724).

 Mapa de Al-Ándalus hacia 732 con su máxima extensión.  Fuente: Wikipedia

LAS CAMPAÑAS ALLENDE LOS PIRINEOS Y LA DERROTA DE POITIERS (732)

La Hispania peninsular no fue solamente objeto de estas campañas, sino que éstas prosiguieron allende los Pirineos.

Bajo al-Hurr (4º gobernador, 717-718) tiene lugar las primeras campañas de contra los reductos visigodos conquistándose la Tarraconense.  Su sucesor Al-Samh ibn Mālik al-Jawlānī (719-721) a mediados del 719 pasó los Pirineos y conquistó diversas ciudades de la Septimania como Beziers, Lodeve, Agde, Magalona y Narbona, que convirtieron en base de sus operaciones en Septimania.

En el 721, se hicieron campañas de saqueo de los alrededores de Nimes y Carcasona.  Poco después, en Tolosa, Al-Samh murió en combate siendo sustituido como valí (emir) de Al-Andalus por su lugarteniente ʿAbd al-Rahmān al-Gafīqī (721-722 y una 2ª vez en 730-732). 

Desde Narbona, los árabe-bereberes sostuvieron en los años siguientes distintos enfrentamientos con las fuerzas francas y visigodas rebeldes.

En el año 725, bajo el gobierno de ʿAnbasa ibn Suhaym, un nuevo ejército andalusí ocupó  Nimes y Carcasona y causaron que millares de hispanos se pasasen como refugiados al reino franco. Al año siguiente, de nuevo ʿAnbasa organizó otra expedición a Francia donde murió.

Entre tanto, los musulmanes radicados en Narbona continuaron dedicándose básicamente al saqueo de las ciudades cercanas y a tener escaramuzas con los francos al norte.

Enfrentamiento entre un arquero árabe, un jinete bereber y un caballero franco en las cercanías de Poitiers (732).  Podemos ver la panoplia usada en el momento: El jinete árabe no viste defensa alguna siendo caballería ligera en tanto que el bereber lleva una cota de malla y yelmo en pico. Ilustración de Graham Turner, con asesoramiento histórico de David Nicolle.  Fuente foto: Pinterest (Créditos ilustración: Osprey)

En el 732, nombrado de nuevo como valí de Al-Ándalus el ya citado Al-Gafīqī, éste decidió hacer una gran campaña contra la Septimania.  Al-Gafīqī subió por Pamplona y Roncesvalles hasta Burdeos y desde ahí a Poitiers[10], donde en octubre de ese año, se enfrentó a las tropas francas de Carlos Martel.  Martel venció a Al-Gafīqī quien también murió en combate.  Las tropas musulmanas supervivientes se retiraron a Narbona. 

La derrota de Poitiers tuvo consecuencias políticas y militares a largo plazo para los andalusíes pues supuso el principio del fin de las campañas y la presencia musulmanas allende el Pirineo[11].

LA REVUELTA BEREBER Y EL ASENTAMIENTO DE LOS ÁRABES ŶUNDÍES

Las primeras tensiones entre árabes y bereberes tuvieron lugar ya con llegada de los musulmanes a la Península donde los bereberes comenzaron a ser vistos por los árabes como auxiliares y soldados de segunda clase, destinándoles a las guarniciones más aisladas y conflictivas (por ejemplo, el Norte cantábrico) o bien se les hacía pagar impuestos propios de religiones no islámicas aun siendo musulmanes como la capitación o ŷazya.

Después, cuando tocó el reparto de regiones, tierras y parcelas en la Península entre los grupos árabes (y sus clientes maulas) y  bereberes, estos últimos quedaron peor parados ya que se les desplazó a tierras cantábricas, Meseta, y zonas montañosas peninsulares, con peores terrenos para cultivar y tener sus ganados mientras que los árabes y sus clientes se quedaban con las tierras fértiles de ciudades y zonas llanas (Murcia, Levante, Valle del Guadalquivir)

Años después, en 719, Al-Hurr, según la Crónica Mozárabe del 754, les acusó de haber escondido riquezas para no pagar el quinto (jums) exigido para los tributos al Califa.  Pero

Sin embargo, estas tensiones reaparecieron en el año 729-730 en la Cerdanya catalana cuando el caudillo bereber Munuza[12], aliado del dux Eudes de Aquitania, le apoyó, logrando después los ejércitos emirales andalusíes derrotarlos en el 731[13].

Mientras tanto, al otro lado del Estrecho, en el Magreb, estallaba el descontento bereber contra los Omeyas en forma de revueltas organizadas por varias tribus e imanes jariŷíes[14] a las que se unió un periodo de carestía y hambrunas[15].

Para combatirles, en febrero del 741, se nombró a un nuevo gobernador o valí para Ifriqiya,  Kulthῡm ibn Iyād al-Qāsī quien llegó a Qayrawán con un nuevo ejército árabe de 27 000[16] hombres reclutados entre Siria,  Palestina y Egipto llamados soldados del ŷund[17] que venían de acantonamientos orientales y estaban formadas por tribus árabes del Norte (qaysíes o mudaríes[18]).​  A estos se les unieron unidades árabes locales de Ifriqiya.

A su llegada a la capital de Ifriqiya, estos árabes orientales ŷundíes se ganaron las antipatías de la población local árabe de Ifriqiya por su carácter altanero y elitista y de la mayoría bereber.

La llamada Mezquita de ʿUqba o Gran Mezquita Aljama de Qayrawān, capital de la provincia de Ifriqiya de la que dependía administrativamente Al-Ándalus. Comenzada a construirse en el 703 se utilizaron en su edificación columnas procedentes de las ruinas de ciudades romanas y bizantinas norteafricanas como Carthago.

Meses después, en octubre de ese año 741 los árabes y los rebeldes bereberes se encontraron en los márgenes del río Sebú, en Baqdura (cerca del actual Fez). Allí fueron estrepitosamente derrotados por las tropas bereberes muriendo dos tercios del ejército árabe, entre ellos el propio gobernador o valí  Kulthῡm ibn Iyād al-Qāsī.

Los restos del ejército ŷundí, unos 10.000 hombres comandados por el sobrino del fallecido Kulthῡm, Balŷ ibn Bišr al-Qushayrī más otros varios miles de hombres procedentes de Ifriqiya unidos a éstos, se dirigieron a Ceuta, fortificándose allí con la esperanza de ser llevados a Al-Ándalus. Allí comenzaron a ser asediados por rebeldes bereberes.

Sin embargo, el entonces gobernador de Al-Ándalus, ʿAbd al-Mālik ibn Qatān al-Fihrī, aún era reacio a darles acogida en Al-Ándalus a causa de los problemas que daban.

Por su parte, la noticia de esta derrota árabe en Bagdῡra y otras localidades magrebíes, llegó hasta las guarniciones bereberes de Al-Ándalus que, junto a civiles de esta etnia, descontentos de años de malas cosechas y una pésima vida y desprecio por parte de los árabes, se rebelaron en Galicia, Astorga y en el norte de la Sierra de Guadarrama, en donde estaban acantonados y abandonaron estas zonas, dejándolas desprotegidas[19]. 

Estos grupos de bereberes ahora prófugos se encontraron con otros sublevados en la zona centro de la Península y desde allí partieron en tres grupos hacia el Sur, yendo respectivamente contra Toledo, Mérida y Algeciras a las que pusieron cerco. Su intención era derrotar el poder árabe en Al-Ándalus y después, cruzar el Estrecho para apoyar la sublevación bereber del Magreb.

Ante la gran amenaza que suponía este avance de los bereberes andalusíes, el gobernador Ibn Qatān al-Fihrī, vio que no tenía suficientes refuerzos árabes para combatirlos y que estaba casi acorralado en Córdoba. 

Por ello, la única opción de reclutar nuevas tropas de refuerzo estaba en las tropas ŷundíes con las que negoció darles acogida en Al-Ándalus a cambio de servir durante dos años en sus campañas militares, tiempo tras el cual  deberían volver  al Magreb.

En el 742, los ŷundíes sirios aceptaron la oferta y fueron trasladados a la Península, en donde lograron comenzaron una serie de campañas en la que fueron liberando las ciudades sitiadas y sometieron a gran parte de los bereberes rebeldes.

Ya cumplida la campaña en su mayor parte y viendo que su relación con los ŷundíes se hacían cada vez más tensas, el gobernador Ibn Qatān al-Fihrī les pidió que volviesen al Magreb y desde ahí a Oriente.

Sin embargo, las tropas ŷundíes decidieron quedarse definitivamente en Al-Ándalus y no volver a sus tierras de origen posiblemente a casusa de las desalentadoras noticias de las sublevaciones anti-Omeyas que llegaban  de Damasco y la incertidumbre sobre su propio futuro,[20].

Finalmente, Balŷ ibn Bišr al-Qushayrī ordenó deponer de su puesto a Ibn Qatān al-Fihrī y le condenó a muerte.

Balŷ se autoproclamó como gobernador de Al-Ándalus por ser sobrino de Kulthūm ibn al-Qāsī, el  gobernador de Ifriqiya muerto en la batalla de Bagdūra.

En el listado de abajo podemos ver en amarillo resaltado a Balŷ, dentro de la línea de sucesión de gobernadores:

GOBERNADOR (VALÍ)

AÑO DE GOBIERNO

‘Abd al-ʿAzīz ibn Mūsà

714-716

Ayyῡb ibn Habīb al-Lahmī

716

al-Hurr Ibn ‘Abd al-Rahmān al-Thaqāfī

716 -719

As-Samh ibn Mālik

719-721

‘Abd al-Rahmān ibn ‘Abd Allah al-Gafīqī

721

ʿAnbasa ibn Suhaym al-Kalbī

721-726

Udhra ibn ʿAbd Allāh al-Fihrī

726

Yahyà ibn Salāma al-Kalbī

726-729

Hudayfa ibn al-Ahwās al-Qaysī

729

ʿUtmān ibn Abū Nisa al-Jathamī

729-730

Al-Haytham ibn Ubayd al-Kilābī

730-731

Muhammad ibn ʿAbd Allāh al-Ashŷai

731

‘Abd al-Rahmān ibn ‘Abd Allah al-Gafīqī

731-732 (2ª vez)

‘Abd al-Mālik ibn Qatān al-Fihrī

732-734

ʿUqba ibn al-Haŷŷāŷ al-Salūlī

734-741

ʿAbd al-Mālik ibn Qatān al-Fihrī

741 (2ª vez)

Balŷ ibn Bišr al-Qushayrī

741-742

Tha’laba ibn Salāma al-Amilī

742-743

Ab-l-Jattār al-Husm ibn Darar al-Kalbī

743 -745

Tawaba ibn Salāma al-Ŷudāmī

745-746

ʿAbd al-Rahmān ibn Kathīr al-Lahmī

746-747

Ysuf ibn ‘Abd al-Rahmān al-Fihrī

747-756

Por su parte, los árabes baladíes[21] de Al-Ándalus representados por los hijos de Ibn Qatān al-Fihrī no vieron de buen grado la presencia de los ŷundíes, desatándose una guerra civil entre ambos clanes árabes cuyas disputas venían, como decimos, ya desde tiempos preislámicos.

Los ŷundíes acabaron derrotando a los árabes baladíes y fihríes en la Batalla de Aqua Portora (Córdoba), en donde  el propio gobernador Balŷ resultó mortalmente herido.

Le sucedió en el puesto Tha’laba ibn Salāma al-Amilī quien también era ŷundí pero también de origen yemení (mudarí) como muchos de los árabes baladíes. Sin embargo, su origen yemení no le libró de las sublevaciones bereberes que tuvo que sofocar duramente. Por su parte, los árabes baladíes también se sublevaron y uniendo esfuerzos con algunos bereberes pusieron en una situación delicada a Tha’laba quien tuvo que refugiarse en Mérida. Asediado por los rebeldes recurrió a una estratagema para derrotarlos y salir indemne de Mérida.

Las partes litigantes baladí y ŷundí recurrieron al arbitraje del valí de Ifriqiya quien nombró a Ab-l-Jattār al-Kalbī (743-745) como nuevo gobernador de Al-Ándalus, el cual hizo de mediador y puso paz por un tiempo a las luchas entre los clanes árabes rivales, y a su vez, intentó mediar entre los árabes y los bereberes.  Al-Amilī cedió su puesto sin oposición y reembarcó a Oriente.

Tras casi así año y medio de odiseas y de incertidumbre, el nuevo gobernador permitió a los distintos ŷunds sirios radicarse definitivamente en Al-Ándalus. 

Fue Artobás, conde de los cristianos mozárabes, quien recomendó al gobernador Ab-l-Jattār al-Kalbī alejar a los ŷundíes de Córdoba y acantonarlos en zonas lejanas de la capital tanto urbanas como rurales. Para ello, se les concedió fortalezas y ciudades amuralladas de otras regiones de Al-Ándalus para acogerlos.

Para su sustento económico y cotidiano, se les asignó un tercio de los impuestos de capitación (ŷizya) recaudados entre los cristianos de las zonas asignadas a los ŷundíes. A cambio, los sirios tenían que llevar a cabo al menos durante 6 meses al año una serie de responsabilidades fiscales y servicios militares especiales para las autoridades emirales de Córdoba[22].

Esta llegada de los grupos ŷundíes sirios hizo aumentar el elemento étnico árabe en la sociedad andalusí, especialmente en la zona del sur peninsular donde se integraron sin problemas con las élites cristianas de las zonas asignadas.

Este fue el caso de la región de Tudmir, donde tras la muerte de Teodomiro le sucedió Atanagildo.  En un momento dado,  Ab-l-Jattār al-Kalbī  impuso a Atanagildo una multa impagable de 27.000 sueldos que fue sufragada gracias a la ayuda de miembros del  ŷund de Egipto radicado en esa zona, donde mantenían una serie de acuerdos y relaciones muy cordiales con la élite mozárabe del lugar[23]. 

Entre los años 746 y 756 quedó como último gobernador omeya de Al-Ándalus, Ysuf ibn ʿAbd al-Rahmān al-Fihrī. 

Al-Fihrī se negó a entregar el valiato tras cumplir el plazo acordado y se quedó como gobernador casi una década más, actuando de modo autónomo y autócrata como un emir o rey (malik) más que como gobernador de provincias.

EL PRINCIPE ʿABD AL-RAHMĀN Y EL FIN DEL EMIRATO DEPENDIENTE

Mientras en Al-Ándalus y el Magreb se sucedían estos eventos que narramos, en el Oriente islámico, las constantes rebeldías en provincias y los enfrentamientos entre distintas facciones árabes y corrientes religiosas (chiitas y jariŷíes contra sunníes) retroalimentaron el descontento social y religioso.

Este caos y descontento acabó provocando la llamada Revolución Abasí que acabó con el asesinato de la familia califal de los Omeyas en Damasco (750) y el ascenso de los Abasíes.

De la familia de los Omeyas sólo sobrevivió el príncipe ʿAbd al-Rahmān, quien pudo escapar milagrosamente desde Oriente Medio al Magreb, en donde se refugió al amparo de la tribu bereber de los Nafza, que estaba emparentada con su madre. 

Esta huida de ʿAbd al-Rahmān a tierras del Occidente musulmán, traería también, como veremos, consecuencias directas para Al-Ándalus. 

Pero esto lo trataremos en un futuro artículo.

BIBLIOGRAFIA

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[1] Esta zona eran los dominios de un dux o noble llamado Casio, de posible origen hispanorromano y convertido al Islam durante la Conquista árabe.  Parece que fue a rendir pleitesía al Califa a Damasco en el 715 quien le confirmó en sus dominios.  Véase: CAÑADA YUSTE, Alberto (1980). “Los Banu Qasi (714-924)”  (PDF)Príncipe de Viana (año 41): 5-93. 

[2] Esta zona estaba gobernada por un antiguo dux visigodo llamado Teodomiro cuyos dominios comprendían las actuales Alicante, Murcia, Albacete y parte de Almería. Durante 30 años hasta el 743 logró mantenerse semiautónoma de Córdoba hasta la muerte de Teodomiro.  El nombre de este dux daría lugar al topónimo Tudmir por el que fue conocida esta región del Sureste español. Véase: VILLAGRA ROMERO, Mª Isabel (2023). “Teodomiro, el noble visigodo que dio nombre a una región” en Blog de la Casa del Recreador (Agosto 2023). Enlace: TEODOMIRO, EL NOBLE VISIGODO QUE DIO NOMBRE A UNA REGIÓN (lacasadelrecreador.com)

[3] Aunque lo presentamos como noble, Ardón parece ser que gobernó con categoría de rey de la Narbonense y Tarraconense hasta el 720. Véase COLLINS, Roger (2005). La España visigoda: 474–711. Crítica; p.155

[4] Cfr. GONZALEZ GARCÍA, Alberto y MARTINEZ CHICO, David (2017). “Cuatro casos aislados de dinares epigráficos latinos hispano-musulmanes en Jaén” en Documenta & Instrumenta.15, pp. 45-56

[5] Aunque parece ser que incluso antes, ya hacia el 713, sólo dos años después de la Batalla del Guadalete. Véase VERDÚ, Rafa. (2021) “¿Qué significa Al-Ándalus” en Diario ABC (14 de Junio 2021).  Enlace: ¿Qué significa Al-Ándalus? (abc.es) [Consultado el 9/10/2023]. 

Tawfiq Ibrahim por su parte en este artículo d 2011 hablaba de que un sello y no una moneda era en ese momento la evidencia más antigua del nombre de Al-Ándalus.  Véase: IBRAHIM, Tawfiq (2011). "La conquista omeya de Hispania: Consideraciones a la luz de nuevas evidencias materiales. (power point) The Umayad conquest of Hispania: considerations in the light of the new material evidence."  En Enlace: Academia.Edu.

[6] A partir del gobierno de Al-Hurr (717) comienzan ser acuñadas sólo en árabe siguiendo los estándares y modelos estéticos y epigráficos marcados desde Damasco por la reforma monetaria del califa omeya ‘Abd al-Malik.  Como afirman Alberto González García y David Martínez Chico en el artículo ya citado, los árabes procedieron rápidamente a eliminar la moneda visigoda y sustituirla en cada territorio conquistado por sus acuñaciones particulares a partir de la fundición de moneda local hispana: “Los análisis de las aleaciones ponen de manifiesto que los dinares epigráficos latinos se produjeron, en efecto, con metal procedente de moneda visigoda”.  GONZALEZ GARCÍA, Alberto y MARTINEZ CHICO, David (2017). “Cuatro casos aislados de dinares epigráficos latinos hispano-musulmanes en Jaén”, art. cit., p. 49

[7] Véase. SABIO GONZALEZ, Rafael (2004). “Al-Ándalus. Una reinterpretación histórica sobre la etimología del término.”; Nouvelle Revue d'Onomastique (en francés) (43-44): 223-228

[8] Véase. VALLBÉ BERMEJO, joaquín (1983). “El nombre de al-Andalus”. Al-Qantara (Madrid) (iv): pp. 301-355.

[9] Véase. IBRAHIM, Tawfiq (1999). “Un precinto a nombre de 'Anbasa ibn Suhaym Al-Kalbi, gobernador de al-Andalus, 103-107/721-725”. Al-Qantara, vol.XX, Madrid 1999.

[10]Véase: NICOLLE, David (2008). Poitiers AD 732: Charles Martel Turns the Islamic Tide, Editorial Osprey Publishing.

[11] El hijo de Carlos Martel, Pipino el Breve (718-768) acabaría con los últimos restos de presencia musulmana en el Sur de Francia con la conquista de la Septimania y la captura de Narbona en el 759.

[12] Collins le llama Munnus. Ignoramos si este personaje histórico es el Munuza derrotado por Pelayo que sobrevivió tras la batalla de Covadonga en el 722 y que reaparece aquí. O bien se trasladó a un contexto pirenaico la historia de Pelayo dándole un entorno local.  Esta historia aparece en la Crónica Mozárabe del 754

[13] Unas revueltas bereberes en el Pirineo que según el historiador Roger Collins propició las campañas de Carlos Martel hacia el sur contra los árabes y que se culminaría en la ya aludida derrota de Poitiers al año siguiente.

[14] Otra corriente del islam, similar al sunismo y al chiismo. La palabra jariŷī significa en árabe "el que se sale", en referencia a la deserción que protagonizaron en el año 657 cuando abandonaron el bando de Alí al aceptar este, en el campo de batalla de Siffín, un arbitraje entre él y su adversario, el omeya Muawiya.  Un jariŷi acabó asesinando al califa Alí.

[15] Parece ser que en esta época hubo por lo menos hasta el 750 varios años seguidos de malas cosechas a causa de una gran sequía. Este periodo coincide con el tránsito hacia el llamado Periodo Cálido Medieval en climatología histórica y que se habría iniciado ya hacia el siglo VIII según las investigaciones de Hubert H. Lumb. Véase: ALBEROLA, Armando. “El cambio climático en la Edad Media” en National Geographic Historia. Enlace: El cambio climático de la Edad Media (nationalgeographic.com.es)

[16] Hay quien aumenta esta cifra hasta los 60.000 miembros.

[17] MANZANO, Eduardo (1993). “El asentamiento y la organización de los yund-s sirios en al-Ándalus” en Al-Qantara: Revista de estudios arabes, vol. XIV, fasc. 2 (1993), CSIC. Madrid; p. 327-359

[18] Estos árabes qaysíes (mudaríes) mantenían una rivalidad tribal tradicional con los yemeníes que a veces acababa en sangrientos conflictos.

[19] En la zona cantábrica y galaica, la marcha de estos bereberes de Galicia y la zona de Astorga fue aprovechada por el rey Alfonso I de Asturias (693-757) para extender sus dominios hacia León y Burgos y la frontera natural del Miño.

[20] Como cree el profesor Eduardo Manzano, muy probablemente estos ŷundíes no eran nobles o miembros insignes de tribus sino posiblemente en su mayor parte maulas o clientes, árabes o no, miembros de clases medias o populares sin tierras, unidos por lazos de servicio y protección clientelar a clanes tribales o a aristócratas árabes. También engrosarían las filas del ŷund soldados o aristócratas que lo perdieron todo con las crisis políticas y sociales en Oriente, pero estos eran los menos. Véase: MANZANO, Eduardo. “El asentamiento y la organización de los ŷunds sirios en Al-Andalus” en Al-Qantara: Revista de estudios árabes, vol. XIV, fasc. 2 (1993), pp.329-332

[21] Descendientes de los llegados en el 711.

[22] Cfr MANZANO, Eduardo (1993). “El asentamiento y la organización de los yund-s sirios en al-Ándalus” en Al-Qantara: Revista de estudios árabes, vol. XIV, fasc. 2 (1993), CSIC. Madrid.

[23] Relaciones además que se confirmaron con matrimonios mixtos entrelas élites árabes y las mujeres nobles del lugar.  Este fue el caso de una de las hijas de Teodomiro que se casó con el hijo del jefe del ŷund de Egipto, Jattāb ibn al-Ŷabbār.

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