La pasión por las carreras del circo hunde sus raíces en los orígenes más profundos de la Antigüedad. Las carreras ecuestres como espectáculo público comienzan en Grecia con el carácter de competición o exhibición de carros costeados por los nobles, únicos capaces de pagar los elevados gastos de adquisición y mantenimiento que suponían. Desde la antigua Grecia y a través de los etruscos, las carreras de carros llegan a Roma donde, durante la monarquía y gran parte de la República, tendrán ese carácter elitista de competición entre nobles que tenían en Grecia. Sin embargo, si por algo se ha caracterizado la sociedad romana es por su capacidad de absorber y reinterpretar los conocimientos, religiones y costumbres de los pueblos que les rodean adaptándolos a su propio carácter. Las carreras del circo no serán una excepción, pasándose en la última etapa de la República de las carreras pagadas por nobles en busca de premios honoríficos a espectáculos subcontratados y financiados con dinero estatal. Estas competiciones ya no se disputan entre nobles, sino entre facciones: primero aparecen la blanca y la roja, a las que se añadirán con posterioridad las más populares y poderosas a lo largo de la dilatada historia de este espectáculo: la verde y la azul.

                                                              circo

Espectacular fotograma de Ben –Hur, 1925.

A partir de ese momento, las carreras pasan a convertirse en un fenómeno de masas, despreciado, en la mayor parte de los casos, por las élites sociales e intelectuales como algo vulgar. A pesar de ello y debido a su seguimiento masivo será un fenómeno que no dejará de crecer en importancia y al que los emperadores favorecerán, para ganar así predicamento y poder entre el pueblo. Alguno de estos emperadores como Calígula, Nerón o Cómodo serán auténticos fanáticos de las carreras de carros, participando en ellas como aurigas o tomando partido por alguna de sus facciones. La trayectoria de estas carreras desde su origen hasta las puertas del siglo III d. C la hemos tratado en “El auténtico corazón de Roma”

Llegados a este punto de la historia, con Roma dueña de grandes territorios, se asiste a la provincialización de las carreras de carros que ya no solo se celebran en Roma financiadas y promovidas por los emperadores y grandes aristócratas sino que también se realizarán en casi todas las ciudades de cierta importancia del territorio imperial. En las provincias romanas comienzan a construirse circos, a imitación el Circo Máximo de Roma, y con el dinero de los magistrados y de las oligarquías locales comienzan a celebrarse carreras en sus ciudades, como un exponente más de su romanización, que siguen en la medida de las posibilidades de cada lugar, el esquema de las que se celebran en la capital del Imperio.

                                              recreacion circo maximo

Reconstrucción del Circo Máximo de Roma.

En algunas ciudades como Alejandría, Antioquía, Cartago, Emérita Augusta, y la futura Constantinopla su importancia será enorme y conocer su desarrollo será imprescindible para entender los conflictos sociales y políticos que en ellas tengan lugar.

Vayamos desgranando los sucesos más importantes en paralelo a la historia romana.

Los Severos.

Con el gobierno de Septimio Severo (193-211 d.C) el circo romano sigue aumentando su influencia política. El nuevo emperador era muy consciente de su importancia y tras la destrucción de gran parte de Bizancio en las luchas por el trono, uno de los primeros lugares que decide construir es precisamente el circo de esa ciudad. Hay muchos datos relacionados con esta dinastía y el circo. Se sabe por ejemplo que en el 204 se celebraron unos impresionantes Juegos Seculares, 220 años después de los organizados por Augusto. El Circo Máximo también fue escenario durante su mandato de las celebraciones por la boda de Caracalla, su primogénito, de las protestas del pueblo de Roma por la guerra que enfrentaba a romanos contra romanos, a las legiones de Severo contra las de su rival en Occidente, Clodio Albino. También fue escenario de las protestas de los romanos contra los abusos del poderoso Prefecto del Pretorio, Plauciano, amigo personal y mano derecha del Emperador.

Dión Casio es una excelente fuente de información para este periodo y nos cuenta que la enconada rivalidad entre Geta y Caracalla data de la infancia cuando una carrera de ponis entre estos dos hijos de Severo se saldó con la caída y la rotura de una pierna del segundo. Ya adultos y, poco después de la muerte de su padre, Caracalla asesina en los brazos de su madre a su hermano y dicta una damnatio memoriae contra él iniciando una despiadada persecución contra sus seguidores. Este historiador nos cuenta que los seguidores más destacados de la facción preferida por Geta, los verdes, serán perseguidos sin piedad por Caracalla, fanático de los azules. Más de 20.000 personas, fieles al asesinado Geta fueron ajusticiadas en esos días. Entre las víctimas el gran auriga de los verdes Euprepes, con más de 782 victorias en su palmarés.

                                                           caracalla

Caracalla acaba con su hermano Geta refugiado en los brazos de su madre.

Caracalla (211-217), como ya hemos indicado disfrutaba realmente con las carreras de carros, practicaba como auriga pero a diferencia de otros, como Nerón, siempre lo hacía en privado y luciendo los colores de los azules. Cuando estaba en campaña, no renunciaba a esta afición. Hacía construir circos provisionales, allí por donde pasaba y los desmontaba cuando tenía que trasladarse a otro lugar. Al igual que muchos personajes de la historia romana fue víctima de la fascinación de la figura de Alejandro Magno, al que pretendió imitar, así que se dirigió con sus legiones contra Persia, sumida en ese momento en una guerra civil. Sin embargo mientras hacía sus necesidades en el 217, fue asesinado por un soldado llamado Marial, instigado probablemente por el que será su breve sucesor, el hasta entonces Prefecto del Pretorio Macrino, que gobernará solamente un año. Este breve emperador tendrá que trasladar las celebraciones del Coliseo, que había sufrido un incendio, al Circo Máximo, donde tendrá que soportar las protestas del pueblo romano contra su figura.

                                                                       mosaico romano

Mosaico que representa una carrera en el circo. Museo del Bardo. Túnez

Con Heliogábalo (218-222), bisnieto de Septimio Severo, gracias al apoyo de las legiones de Oriente se vuelve a la legitimidad dinástica. Al igual que otros emperadores como Nerón o Calígula, poco queridos por los historiadores pro-senatoriales, será criticado por su relación con personajes poco recomendables del mundo de las carreras de carros, en concreto de la facción de los verdes. Se critica su amistad con aurigas de los verdes como Protógenes o Cordio. Estos dos personajes y bastantes más relacionados con él serán asesinados cuando sus soldados, cansados de los excesos del joven emperador, acaben con él en unas letrinas.

Alejandro Severo (222-235) primo del anterior y último de los severos, limitó los excesos de su antecesor en el trono y gobernó de una manera más tradicional apoyándose en el consejo del Senado y de su madre Julia Mesa. Dado el ruinoso estado de las arcas estatales, limitó el gasto en espectáculos públicos e incitó a los aspirantes a progresar en el cursus honorum a financiar parte de estos. También destinará los impuestos procedentes de actividades como la prostitución a la restauración y mantenimiento de los edificios destinados a espectáculos públicos, entre ellos el circo. Durante su gobierno destacó su celebración con juegos circenses de la victoria contra Persia, de donde se trajo a un gran número de cautivos, que en un porcentaje considerable pasarán a convertirse en auxiliares del ejército romano. Roma ya no estaba para desperdiciar buenos soldados.

El asesinato de Alejandro y su sustitución por un soldado enorme conocido como Maximino el Tracio( 235-238), da comienzo a una nueva era en la historia romana conocida como Crisis del siglo III, caracterizada por el dominio de los militares, la inestabilidad, los enfrentamientos internos y la crisis a todos los niveles.

Crisis del siglo III.

Durante más de cuatro décadas se sucederán en el trono numerosos emperadores y usurpadores que duraran muy poco en el poder. Es un periodo de inestabilidad que no finalizará hasta el 284, con el advenimiento al poder de Diocleciano. A pesar de esta situación las carreras de carros, y en especial las asociadas a las festividades oficiales sagradas, además de las sufragadas por los magistrados a título personal, seguirán celebrándose con regularidad.

Sabemos que Filipo el Árabe (244-249) celebró por todo lo alto unos Juegos Seculares (se celebraban los primeros 1000 años de existencia de Roma) que por supuesto incluyeron carreras de carros. De Galieno (253-268) sabemos que, junto a su padre Valeriano, tuvo que hace frente a la amenaza persa en Oriente y que, según el historiador Juan Malalas, esta invasión se originó a raíz de la insidia de un magistrado de Antioquía llamado Meriades, refugiado en la corte persa tras ser acusado de quedarse con el dinero asignado a la compra de caballos destinados a las competiciones del circo de esa ciudad. Galieno gozó de muy mala fama entre los historiadores pro-senatoriales y se le acusó al igual que a otros emperadores mal vistos por el Senado de ser demasiado aficionado al circo y que:

“organizaba juegos y celebraciones de triunfos para probar con más facilidad lo que disimilaba” (Aureliano Víctor)

Por ejemplo tras la derrota de Macriano, un usurpador, se sabe que celebró juegos circenses y gimnásticos. La historia Augusta dice que gracias a su asesinato (fue degollado por su jefe de caballería) se evitó que el Estado acostumbrado solo a las diversiones y a la molicie pereciese a causa “del encanto de las diversiones”

Probo (276-282) era seguidor de los verdes y sabemos que utilizó el Circo Máximo y el anfiteatro para la realización de unas fastuosas venationes y luchas gladiatorias con los bárbaros derrotados en sus campañas. Será Diocleciano (284-305) el que ponga fin a la Crisis del siglo III dando comienzo a un nuevo periodo conocido como Bajo Imperio. Una nueva época en la larga historia de Roma en la que el espectáculo del circo seguirá su camino hasta convertirse en el corazón social y político de su época. Aunque esa es ya otra historia que trataremos en otro artículo.

Bibliografía

Este artículo está basado en : Panen et circenses. Una historia de Roma a través del circo. —David Álvarez Jiménez(Alianza editorial)

panem et circenses

Otras fuentes

  • La vida cotidiana en Grecia y Roma. —Ian Jenkings(Akal ediciones)
  • El circo en la Hispania Romana. —Nogales Basarte, Trinidad, et. al.(MEC, 2001)
  • El circo romano. —Friedlaender, Ludwig(Fondo de cultura)

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