En las próximas líneas vamos a tratar la última y más brillante etapa del circo romano. Asistiremos a su progresiva desaparición en Occidente y a su florecimiento final en Oriente. Allí se convertirá por fin en el centro de la vida política y religiosa del Imperio Romano de Oriente; en el lugar predilecto de encuentro y de comunicación y muchas veces enfrentamiento el poder imperial y el pueblo. Es un camino de muchos siglos que hemos ido explicando a lo largo de artículos anteriores y que llega ahora a su punto más alto. Vamos a recorrerlo paso a paso.
Bajo Imperio
Con Diocleciano (284-305) las carreras del circo, al igual que el resto de los aspectos de la vida cotidiana romana se burocratizan y regulan. Se crea la figura el tribunus voluptatum (tribuno de los placeres) que supervisaba los espectáculos con financiación pública en las ciudades más importantes y que pervivirá, tras la caída de Roma, en la Italia ostrogoda y en Oriente. El cristiano Lactancio critica su figura entre otras cosas haciendo énfasis en su actividad constructiva de edificios para celebrar carreras de carros como el de Nicomedia en el 305. De su gobierno podemos destacar la curiosa anécdota de su visita a Roma para celebrar los Vicenalia. Allí donó gran cantidad de oro y plata entre los asistentes al Circo Máximo, pero decidió abandonar el recinto antes de la finalización de las carreras ante la insolencia que le mostraron los romanos, acostumbrados a expresar su opinión libremente en estas ocasiones. Se sabe que durante el reinado de los primeros tretrarcas se produjo el accidente más grave de la historia del Ciro Máximo. Se derrumbó una de sus galerías laterales y se contaron más de 13.000 víctimas. Diez veces más muertos que en el accidente ocurrido bajo el gobierno de Antonino Pío, 150 años atrás.
Con Constantino se consolida un nuevo modelo urbanístico que conecta directamente el palacio imperial con el recinto del Circo. Tenemos un buen ejemplo en Tréveris. Allí este emperador llevó a cabo una renovación urbanística de la ciudad que afectó también al circo de la ciudad que fue conectado con el palacio. Majencio en la misma época se encargará de restaurar los daños del derrumbamiento del Circo Máximo aumentando el lujo de sus acabados. Además se construirá en el 309, en la vía Apia uno particular. Será el segundo más largo del imperio y además conectará directamente con su villa privada a través de un pasadizo que llevaba al pulvinar o palco imperial.
Circo de Majencio (Roma, Vía Apia)
En su nueva ciudad, Constantinopla, construirá un anfiteatro (en el que no habrá luchas gladiatorias, ya prohibidas) y un hipódromo, menos largo que el de Roma, pero decorado con elementos paganos extraídos de los santuarios que cerró y saqueó. Este edificio se convertirá en el centro de la vida social y política de la ciudad y el Imperio en Oriente. Fue Constantino el primer emperador en celebrar su coronación en el circo, ante todas las clases sociales allí reunidas. Consciente de lo importante que era saber lo que en las gradas se dice, da orden a los magistrados de informarle personalmente de las aclamaciones y las críticas populares que allí se pudieran expresar. Arrebata a pretores y cuestores todas sus prerrogativas menos la de organizar espectáculos públicos. Establece que, si se quiere progresar políticamente, los candidatos deberán hacer grandes dispendios en la organización de estos juegos. En Roma, sobre el antiguo Circo de Cayo y Nerón, reconvertido hace tiempo en cementerio, se construirá la primera iglesia levantada sobre los restos de San Pedro.
Situación del Circo de Cayo y Nerón, bajo la actual Plaza de San Pedro
Constancio II (337-361) se mostró un fiel seguidor de las carreras y aportó al Circo Máximo de Roma el obelisco del Templo de Amón, en Karnak, levantado por el mítico Ramses II en la plaza de San Juan de Letrán. Nos cuenta Amiano Marcelino que allí era habitual que la plebe alternara el sarcasmo y la sátira con peticiones que, si le eran gratas al emperador, eran correspondidas. De nuevo asistimos al testimonio de que el circo se ha consolidado como un espacio de relación entre el pueblo y el poder. Allí el emperador busca la popularidad y el prestigio y la plebe la satisfacción de sus necesidades. El mismo historiador nos da cuenta de diversos motines y alteraciones del orden público provocados en Roma por las diferentes facciones del Circo y nos muestra a Constancio como un fiel seguidor de los ludi circensis.
Juliano (361-363) fue un verdadero intelectual al estilo de Claudio, Marco Aurelio o Adriano. Como gobernante respetó, de acuerdo a su rango la importancia social, política y religiosa que tenían los juegos del circo. Sin embargo, a nivel personal, al igual que otros emperadores como Tiberio, no disfrutaba con ellos. Los patrocinó y fomentó, pero de mala gana. En una de sus cartas llega a decir que:
“Odio los juegos del hipódromo tanto como los deudores el ágora. Raras veces voy a ellos en las fiestas de los dioses y no permanezco el día entero”
En definitiva, se esforzaba lo justo para cumplir con su obligación. Esta actitud le provocará problemas en lugares como la rebelde y contestataria Antioquía, donde la plebe reunida en el hipódromo y guiada por dos cristianos llamados Juventio y Maximiniano le insultó gravemente. Gracias al historiador y orador pagano Libanio sabemos que las revueltas del pan en la ciudad de Antioquía eran frecuentes y que el circo de la ciudad era el lugar que el pueblo elegía habitualmente para expresar su descontento ante las autoridades imperiales. Esta pauta de utilizar el hipódromo como lugar donde reclamar y expresar el descontento se irá acentuando con el paso de los años, convirtiendo este espacio en un lugar clave para medir el pulso a la política en esta época ya avanzada de la historia romana.
Tras el breve paso de Joviano por el trono, llegará al poder un enérgico militar: Valentiniano I (364-375) muy relacionado con los ludi circensis. Fue en el hipódromo de Antioquía donde este emperador quemó vivo al funcionario corrupto Ródamo praepositus sacri cubicular acusado de abusar de su poder y despojar de sus bienes a la viuda Berenice. Bajo su gobierno se produce por primera vez en la historia una lucha por el papado que tiene como eje central los juegos circenses y sus facciones. Pasemos a explicarlo: los partidarios de dos eclesiásticos, Damaso y Ursucino, se enfrentaron con violencia en su lucha por el papado. Las muertes ascendieron a 137 personas. Lo interesante de este suceso es que Dámaso, vencedor en la lucha, consiguió, posiblemente gracias al soborno, el apoyo de aurigas y gladiadores y que estos enardecieran a las masas para masacrar a los seguidores de Ursucino, refugiado en la que es actualmente basílica de Santa María La Mayor. Finalmente Dámaso recibirá el reconocimiento de Valentiniano I y será declarado Papa, llegando a entrar en el santoral, a pesar de los sangrientos sucesos en los que participó.
Teodosio (379-395). Bajo el mandato de este emperador se tomarán una serie de decisiones sobre los espectáculos públicos de gran trascendencia. Al convertirse el cristianismo en religión oficial se decreta el cierre de los templos, la supresión de los festivales de carácter paganos y tradicionales, entre ellos los Juegos Olímpicos, celebrados a lo largo de más de 1200 años. Sin embargo los ludi circenses se mantienen y el emperador los presidirá con frecuencia. Uno de los hechos más importantes de su gobierno fue la matanza en el Hipódromo de Tesalónica en el 390.
El origen de la masacre fue el arresto por un general bárbaro de Teodosio llamado Buterico de un famoso auriga de la ciudad. Al parecer habían establecido cierta rivalidad por conseguir los favores sexuales del copero del general. Los seguidores más fanáticos del auriga exigieron su liberación inmediata. Finalmente la rebelión acabó con la muerte del general y varios representantes del poder imperial. Enfurecido Teodosio ordenó a sus tropas acabar con todo el público que se reuniera en el hipódromo para asistir a las carreras. Se calcula que murieron entre 7.000 a 15.000 personas en este suceso. El emperador fue castigado duramente por la Iglesia y sometido por Ambrosio, obispo de Milán, durante 8 meses a penitencia pública. Se afirma que curiosamente, el final de este castigo coincide con el famoso Edicto de Milán del 391 que supuso la sentencia de muerte del paganismo.
La correspondencia entre Teodosio, el rico senador Símaco y el hijo de este, son reveladoras de como las diferentes administraciones colaboraban para la celebración de las carreras de carros y de como las magistraturas públicas eran presionadas para que organizaran estos espectáculos. Seguía siendo clave, a pesar de estar ya en fechas muy tardías, aportar fondos a la celebración de los ludi circensi, para poder progresar en la carrera política.
Teodosio y San Ambrosio de Milán. Rubens
A pesar de la supresión de muchas festividades rechazadas por el cristianismo, fueron muchas las que siguieron celebrándose en Roma de diferentes maneras incluidas las carreras en el circo. Los ludi circensi serán habituales incluso tras la caída del Imperio Romano de Occidente. Las interminables guerras de reconquista de Italia por parte de Justiniano contra los ostrogodos arruinarán desde todos los puntos de vista a la ciudad de Roma y a la Península de Italia. Serán la verdadera causa del cese de su celebración en Occidente.
Con los hijos de Teodosio, Acardio y Honorio se produce una importante innovación que arraigará pronto en Roma y en Constantinopla: el uso del Hipódromo como lugar de celebración simultánea de nombramientos eclesiásticos, siendo la primera conocida la del nombramiento de San Juan Crisóstomo, como patriarca de Constantinopla en unos juegos que se celebraron simultáneamente en el Circo Máximo de Roma y en el Hipódromo de Constantinopla en el 397. Se sabe que el usurpador Juan, en el circo de la ciudad de Aquilea, fue humillado, torturado y ejecutado públicamente, siendo niño Valentiniano III (425-455) muy aficionado al circo.
En Oriente, Teodosio II (408-450), era un fanático de los verdes. Los situó en las gradas del Hipódromo de Constantinopla, justo al lado del palco imperial. Fue criticado por lo mucho que gastaba en subvencionar entretenimientos públicos. De hecho estaba precisamente en el circo de Constantinopla cuando se enteró de la muerte de Juan, mencionado unas líneas más arriba. Mandó parar las carreras, rezar a todo el público asistente y dirigirse todos juntos a una iglesia donde agradecer de nuevo a Dios la muerte de este usurpador. Curiosamente su sucesor Marciano (450-457), se mostró un entusiasta seguidor de los azules, castigando a los verdes de diferentes maneras, entre ellas la prohibición de ejercer cargo público. Tras la rebelión de Alejandría mandó un contingente militar que se comportó despiadadamente contra la población civil, que optó por refugiarse en el hipódromo de la ciudad y pactar con las fuerzas imperiales.
La pérdida progresiva de territorios en Occidente y el hecho de que grandes zonas quedaran arruinadas tendrá como consecuencia el debilitamiento de la celebración de los ludi circensi en provincias como Britania, muchas zonas de la Galia e Hispania. Salviano menciona expresamente que ya no había espectáculos en Maguncia (Mogontiacum), Colonia Agripina o Trier que es la actual Tréveris. Todas estas ciudades eran buenos ejemplos de lo que estaba pasando en muchas otras urbes de la Galia o Hispania a causa de la miseria de los tiempos, no por el desprecio de los bárbaros que cuando podían, disfrutaban como auténticos romanos del espectáculo. Un buen ejemplo de esto mismo fueron los vándalos que continuaron con la celebración de carreras de carros en el Circo de Cartago. Este edificio según los registros arqueológicos, se utilizará durante todo el dominio vándalo y durante gran parte del periodo bizantino. Se sabe que en Roma bajo el gobierno de los últimos emperadores de Occidente como Mayoriano (457-461) se continuaron con los espectáculos, al menos en el Circo Máximo. El problema era de falta de recursos, no de ausencia de una demanda social que continuará, incluso con Teodorico el ostrogodo que organizó durante todo su reinado carreras de carros en los territorios de Italia y Galia que llegó a gobernar. Hay constancia y en algunos casos muy documentada de ludi circensi en Roma, Italia y Rávena. Con los visigodos también consta que se siguieron disfrutando en Arlés y es muy posible que en la Tarraconense. Los francos no fueron grandes entusiastas de estas carreras pero también las disfrutaron en algunos casos. Con el paso de los años y, debido a las dificultades en Occidente, las carreras se dejaron de celebrar.
En Oriente que, fue mucho menos afectado por estas invasiones, los juegos no solo continuaron celebrándose sino que fueron adquiriendo más pujanza e importancia si cabe. Gracias a los violentos disturbios y motines, los seguidores de las facciones del circo irán aumentando su poder e influencia política, social y religiosa
León II (474), el niño emperador coronó co-emperador, en el 491 por primera vez en la historia romana, a su padre Zenón (474-491) en el mismo Hipódromo que se convertía, ahora sí, en el auténtico centro de la vida política y social del mundo romano culminando una evolución ascendente de muchos siglos. Esta coronación será el primer precedente de una práctica que seguirán sus sucesores en el trono, consagrándose así la relación establecida entre el poder político y el circo, que se convertía ahora en un espacio legitimador del poder imperial.
Justiniano y Teodora después de la represión de la Nika. Giorgio Albertini.
Con Anastasio (491-518) también coronado en el Hipódromo, al igual que el resto de emperadores de Oriente hasta Justiniano, el circo en Constantinopla vivió su época de mayor esplendor. Se declaraba favorable a los rojos y debió hacer frente a numerosos disturbios entre las cada vez más poderosas facciones en Constantinopla, aunque también hubo problemas en torno a los Hipódromos de Antioquia y Alejandría bajo su largo gobierno. Incluso en uno de los enfrentamientos civiles por el trono los radicales de la facción de los verdes participaron heroicamente en la guerra comandados por el auriga Porfirio a favor de Anastasio y contra su rival un tal Vitaliano.
Justino I (518-527) fue propuesto por el Senado y apoyado por los soldados, pero tuvo que ser refrendado en el Hipódromo de Constantinopla por las dos grandes facciones los verdes y los azules. Allí fue elevado sobre el escudo, recibió la corona, el vestido imperial y la lanza y finalmente fue proclamado por el pueblo que previamente, ya había rechazado con violencia a otros dos candidatos anteriores. Durante su reinado, la violencia en los hipódromos de Imperio Romano de Oriente, al igual que durante su antecesor Anastasio, fue constante. El tiempo demostró que había sido un error fatal para los verdes permitir su advenimiento al trono ya que este emperador favoreció y subvencionó a los azules que se hicieron los dueños de las calles de Constantinopla y de muchas otras ciudades, ensañándose con los verdes, con el beneplácito imperial.
Justiniano (527-565) celebró su coronación con unos fastuosos juegos en el circo, que ordenó reformar con el objeto de dejar claro su papel de espacio de majestad y de representación social. Renovó también el palco imperial y la zona destinada a los senadores. También trató de mostrarse duro con los excesos de los azules. Todas estas medidas se verán ensombrecidas por la terrible sedición de la Nika.
Al parecer todo se inició por la represión de las autoridades imperiales sobre algunos elementos de los azules y los verdes que reunidos en las carreras optaron, por primera vez en la historia del circo, por unirse y provocar un motín que hará arder media Constantinopla y hará que el poder de Justiniano se tambalee. Tras la derrota de las fuerzas imperiales enviadas a reprimir a los rebeldes. Estos proclamaron emperador a Hipacio, un sobrino de Anastasio. Finalmente, mediante el engaño se consiguió reunir al principal núcleo de los sediciosos dentro del hipódromo de la ciudad.
Justiniano ordenó a sus generales acabar con todos. Además de los miles de muertos en el circo, debemos añadir los fallecidos en las purgas posteriores.
A pesar de todo, se producirán nuevos motines no solo en Constantinopla, sino también en Antioquía, en Escitópolis, en Cesarea, etc. A la muerte de Justiniano el pueblo se encaminó al hipódromo a esperar que le fuera notificada la notificación del nuevo emperador Justino II (565-578).
El emperador Justiniano y su séquito. A su derecha con barba Belisario, a la izquierda Narsés otro de sus generales
Hasta casi el final de la existencia del Imperio Romano de Oriente y, a pesar de que poco a poco quedó reducido territorialmente a su mínima expresión, las carreras del Hipódromo se siguieron celebrándose y conservando sus características esenciales y su papel político. La Cuarta Cruzada (1202-1204) con la devastación que supuso en Constantinopla será el punto final para el edificio del Hipódromo, del que hoy en día solo queda un fragmento de las gradas reutilizadas como cisterna durante siglos.
A lo largo de los años las facciones se fueron institucionalizando primero y diluyéndose después, los juegos fueron bajando en número de carreras, hasta que poco a poco al igual que en Occidente por falta de recursos acabaron por dejar de celebrarse, poniéndose así punto y final a una historia milenaria que desde Grecia, pasando por Etruria hasta acabar en el Imperio Romano apasionó a sus seguidores a lo largo de los siglos.
Bibliografía
Este artículo está basado en : Panen et circenses. Una historia de Roma a través del circo. —David Álvarez Jiménez(Alianza editorial)
Otras fuentes
- La vida cotidiana en Grecia y Roma. —Ian Jenkings (Akal ediciones)
- El circo en la Hispania Romana. —Nogales Basarte, Trinidad, et. al.(MEC, 2001)
- El circo romano. —Friedlaender, Ludwig (Fondo de cultura).
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