Si la política exterior e interior de Augusto estuvo llena de problemas de todo tipo, su vida familiar no fue muy diferente. Era un cariñoso y atento pater familas pero a veces se mostraba excesivamente duro y tradicional en el trato que daba a los miembros de la casa imperial, en especial a las mujeres. Las relegó a un papel tradicional de matronas que debían obedecerle y prestarse a ser meros objetos de la política matrimonial del líder de la familia.
Relieve del Ara Pacis en el que aparecen representados miembros de la familia imperial (Agripa, su hijo Cayo Cesar, Livia, Tiberio, Druso, Germánico, etc)
LAS DOS JULIAS
Julia Maior fue la única descendiente biológica de Augusto. La tuvo de su matrimonio con Escribonia, de quien se divorció el mismo día que dio a luz a su hija. Gozó de una estricta pero excelente educación en literatura, retórica, griego y arte. Siempre mostró un carácter independiente y tras enviudar de Marcelo, fue casada con un hombre 24 años mayor que ella, Agripa, con el que sin embargo, engendró 5 hijos. Tras quedar viuda de nuevo, fue obligada a casarse con el hijo de Livia, Tiberio. Este matrimonio no deseado por ninguno de los dos fue un gran fracaso. Al estar sus maridos fuera de Roma casi siempre, Julia se rodeó de un grupo de intelectuales con los que salía hasta altas horas de la noche. Empezó a coleccionar amantes con los que se acostaba cuando se sabía embarazada.
Augusto, que quería mucho a su hija, asombrosamente no conocía lo que hacía. Pensaba que simplemente se trataba de travesuras de una joven mimada en exceso. Durante años no hubo problemas. El año 2 d.C, no sabemos a través de que canal, llegaron a oídos de Augusto noticias probadas de la mala conducta de su amada hija. Visiblemente alterado, informó por escrito al Senado. En el texto se mostraba indignado y disgustado. Se abrió una investigación y poco a poco la larga lista de amantes de la hija del Princeps fue acabada. Una liberta, confidente de Julia, se suicidó ahorcándose y uno de sus amantes Julio Antonio hijo de Marco Antonio, el antiguo rival de Octavio Augusto fue obligado a suicidarse o ejecutado. Muchos otros hombres del círculo de Julia fueron desterrados de la capital.
Augusto dispuso el divorcio de su hija de Tiberio que se encontraba fuera de Roma. La envió al exilio y vetó su derecho a ser enterrada en el mausoleo que había construido para la familia.
Grabado del Mausoleo de Augusto de 1851 (Wikimedia commons)
La vida privada de Augusto no había sido ningún ejemplo de moralidad y decencia pero llevaba muchos años promoviendo públicamente los viejos valores romanos, entre ellos la modestia femenina, el matrimonio y la familia tradicional. Ahora se enteraba de que su propia hija se había convertido en el ejemplo más claro de todo aquello que trataba de combatir desde el poder. Para colmo miembros de las familias más nobles de Roma como Cornelio Escipión, Apio Claudio Pulcro o Tito Sempronio Graco, estaban acusados de haber tenido relaciones sexuales con ella.
No es descabellado pensar que además de su comportamiento promiscuo, encabezara una facción política que defendiera los derechos a la sucesión de sus hijos Cayo y Lucio frente a la otra facción que apoyaba a Tiberio. Lo que sí está claro es que la paciencia de Augusto se había acabado y que los intentos de intermediación de Livia y el propio Tiberio en favor de Julia fueron inútiles. Fue enviada a un palacio en la isla de Pandataria, se la prohibió beber vino, disfrutar de lujos, y cualquier compañía masculina debía ser aprobada previamente por el propio Augusto.
Vista aérea de la isla de Pandataria
Para alguien tan acostumbrada a los placeres como Julia debió ser una dura experiencia, sin embargo cinco años después y gracias a la presión popular, fue trasladada al sur de Italia, a la ciudad de Regio, habitada por soldados veteranos de las legiones del Princeps. Allí morirá, tras 16 años alejada de Roma, curiosamente el mismo año que su padre. Según Tácito, su antiguo esposo Tiberio fue implacable y:
“la dejó morir lentamente de hambre, exiliada y deshonrada. Calculó que había estado tanto tiempo desterrada que su muerte pasaría inadvertida”
Julia Minor hija de Agripa y Julia Maior, la pequeña Julia que había sido criada por sus abuelos Augusto y Livia en la más estricta y austera forma posible. Sin embargo tal vez por el trato dado a su madre o por simple rebeldía frecuentaba fiestas a las que acudían personas poco recomendables. También era amante del lujo y la ostentación, cosa que desagradaba mucho a su abuelo. Se vio envuelta en un escándalo que acabó con su destierro a la isla de Trimero, frente a las costas de Apulia. Era un lugar aislado, pequeño y alejado de Roma. Al parecer Livia pagó los gastos de Julia durante su destierro.
Representación de Julia Minor (fragmento del Ara Pacis Augustae), Wikimedia commons
¿Cuál fue la causa de este castigo tan duro? Julia estaba casada con el noble Lucio Emilio Paulo, que llegó a ser cónsul en el año 1 d.C, que a su vez fue acusado de conspirar para asesinar al prínceps. Fue ejecutado por ello. Es muy posible que la joven Julia conociera o fuera parte de la conspiración de su marido. La causa oficial de su castigo fue la relación ilícita que mantenía con otro aristócrata: Julio Silano, al que se obligó a abandonar Roma.
Al poco de llegar a la isla Julia dio a luz un niño que, según Suetonio, fue rechazado por Augusto que hizo que lo abandonaran en una montaña para que muriera. Al igual que a su madre le fue negado en el testamento de Augusto su derecho a ser enterrada en el mausoleo imperial, murió 20 años después en esa isla.
MARCO VIPSANIO AGRIPA, PÓSTUMO
Nieto de Augusto, hijo de Julia y el propio Agripa nunca llegó a conocer a su padre ya que este murió antes de su nacimiento, de ahí el cognomen de póstumo. Tras la muerte de sus hermanos Cayo y Lucio, Augusto cambió sus planes sucesorios y adoptó a Tiberio y a Póstumo.
Augusto y Póstumo. Fotograma de la serie Yo, Claudio. 1976
La mayor parte de los historiadores le describen como un joven impulsivo, de mal carácter, que podía llegar a mostrarse en ocasiones brutal. Pasaba sus días alejado de la corte, dedicado a su afición favorita: la pesca. Estaba resentido contra Livia y Augusto, a los que acusaba de retener injustamente la inmensa herencia que le correspondía como hijo de Agripa.
Como los años pasaban y su comportamiento no cambiaba, Augusto en el 6 d.C, lo envió a Surrentum (actual Sorrento) cerca del cabo Miseno, sede de la base naval que albergaba la flota que su padre había fundado hacía ya años. Según Suetonio (Augusto, 65, 4):
“Allí, debido a su conducta, en lugar de mejorar, era cada día más irresponsable, fue transferido a una isla y puesto bajo vigilancia militar”
Fue en el 7 d.C y la isla elegida en ese caso fue Planasia, al sur de la isla de Elba. No era un exilio muy duro, el lugar contaba con baños, una villa y un pequeño teatro al aire libre. Justo el año de su muerte, tras siete años de alejamiento, Augusto empezó a tener remordimientos y dudas, navegó por sorpresa a la isla y se reunió con Póstumo. Allí entre lágrimas y muestras de afecto mutuo le prometió una pronta vuelta a Roma.
Vista de la isla de Pianosa( antigua Planasia)
Para desgracia del joven Augusto falleció al poco tiempo y desde el Palatino se envió orden al tribuno al mando de la guardia de ejecutar al prisionero. El joven era fuerte y robusto y ofreció mucha resistencia pero al final, consiguieron asesinarle justo antes de que un esclavo de Póstumo, llamado Clemente, tratara de rescatarlo de la isla. Al parecer Tiberio se indignó al enterarse de la noticia y negó tener cualquier implicación en el suceso ordenando abrir una investigación, pero Livia le persuadió para que archivara el asunto.
Todos estos problemas familiares dejaron huella en Augusto y cuando alguien mencionaba a Agripa Póstumo o a las dos Julias, suspiraba refiriéndose a ellos como mis tres llagas abiertas y a veces citaba un verso de la Ilíada de Homero:
“Ah querría no haberme casado y morir sin descendencia”.
El gobierno de Augusto ha sido presentado tradicionalmente como un largo periodo de estabilidad y prosperidad. Sin embargo debió superar numerosos problemas de diversa naturaleza, tanto en las fronteras exteriores, donde como ya hemos dicho debió enfrentarse a cántabros, germanos, tracios, armenios y persas, como en el interior del recinto de las murallas de Roma donde existió una oposición a sus planes políticos que se manifestó en diversas tramas compuestas no solo por algunos de los más ilustres miembros de la nobleza senatorial sino también por algunos miembros de la familia imperial.
BIBLIOGRAFIA
- Everitt, A.—Augusto: el primer emperador.—Navarra: Ariel, 2008
- Arcaria, F.—Dal “senatus consultum ultimum” alla “cognitio senatus”. Forme, contenuti e volti dell´oposicione ad Augusto…..Catania: Universitá, 2016
- Lomas Salmonte, F; López Barja de Quiroga.— Historia de Roma.--Madrid: Akal, 2004
- Southem, P.—Augusto.—Madrid: Gredos, 2013.
- Rodríguez López, R.—La auctoritas de la gens Julia.—Almería: Universidad.
- Augusto-imperator.blogspot.com.—La conspiración de Murena.
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