La Batalla del Guadalete no supuso el fin definitivo del reino visigodo de Hispania y la dominación del islam en la Península en un tiempo récord, sino que fue un proceso gradual que duró varios años como veremos.
DE LA BATALLA DE GUADALETE A LA DE ÉCIJA
Aunque tradicionalmente se ha venido afirmando que la victoria musulmana de Guadalete fue el final del reino visigodo en Hispania, sin embargo, no fue una victoria definitiva que supuso el dominio inmediato árabe-bereber de la Península, sino que se dieron varias fases de conquista y también, de paso, trajo varias consecuencias.
La primera de ellas fue una especie de “efecto llamada” que hizo llegar desde el Norte de África un importante flujo de bereberes[1] y árabes atraídos, por un lado, por la posibilidad de realizar la ŷihād y por otro, por la oportunidad de obtener fácilmente riquezas. Sin embargo, también habría que considerar otras causas como las plagas y hambrunas causadas por sequías en el Magreb.
Por otro lado, supuso la implantación de un nuevo orden político en el que se instauraba las bases de lo que sería la futura provincia de Al-Andalus o lo que conocemos como la Península Ibérica musulmana. Este cambio de poderes incorporó al nuevo sistema administrativo islámico a cristianos visigodos e hispanorromanos colaboracionistas como Oppas (prowitizano) o Teodomiro (un dux independiente) que conservaron estatus e incluso obtuvieron como recompensa nuevos dominios.
También vemos la creciente participación de la minoría judía en este nuevo orden político y social quienes recibieron a los nuevos dominadores como libertadores al derogar éstos las antiguas discriminatorias leyes visigodas antijudías. En varias ciudades, los musulmanes designaron a judíos como sus administradores y representantes.
Mapa de las primeras campañas musulmanas en la Península Ibérica desde Guadalete a Covadonga
TĀRIQ AVANZA HACIA EL CENTRO PENINSULAR
Tras la victoria de Guadalete, como decíamos, la llegada de nuevas tropas de refuerzo árabe-bereberes y el deseo de obtener más botín impulsó el avance de las tropas musulmanas hacia el centro de la Península Ibérica buscando llegar a Toledo.
El ejército islámico estaba además apoyado por una minoría de tropas cristianas, posiblemente las bereberes de Don Julián y las hispano-visigodas de los colaboracionistas witizanos.
Agrupadas en una sola unidad, las tropas de Tāriq salieron de Algeciras y siguiendo el curso de los ríos, así como la ruta de las antiguas calzadas romanas llegaron hasta Medina-Sidonia, Morón, Ronda y desde prosiguieron hasta Osuna y Écija.
DE LA BATALLA DE ÉCIJA A LA OCUPACIÓN DE TOLEDO
En Écija se habían atrincherado los supervivientes del ejército visigodo derrotado de Rodrigo junto a visigodos de la zona de lo que hoy es Sevilla. Incluso es posible como afirma Pedro Chalmeta que estuviesen junto a ellos un nutrido grupo de nobles witizanos con sus hombres.
En algún lugar indeterminado de las cercanías de Écija, tuvo lugar un nuevo enfrentamiento bélico con los musulmanes que acabó en derrota para los visigodos resistentes y supuso la capitulación de la ciudad andaluza.
Con esta derrota acabaron las últimas esperanzas de la nobleza visigoda superviviente de recomponer el reino hispano-visigodo peninsular y el proceso de conquista comenzó a ser imparable para los musulmanes.
Animado por esta victoria, Tāriq decidió dividir entonces el ejército musulmán en dos grupos.
Uno, comandado por el liberto de origen cristiano Mugīt (o Mugayt) al-Rῡmī, se dirigió hasta Córdoba que fue conquistada por sorpresa y dada para su administración local a los judíos.
El otro grupo, formado por el grueso de las tropas bajo su mando, marchó hasta Toledo, capital de la Hispania visigoda, desde donde subió hasta Astorga pasando por Guadalajara y León para luego bajar hasta las cercanías de Toledo, en donde estableció su cuartel.
LLEGA MŪSA IBN NUSAYR CON TROPAS NUEVAS
Sabedor de las noticias del éxito de su lugarteniente Tāriq en tierras ibéricas, Mūsà ibn Nusayr decidió supervisar personalmente la conquista de Hispania en calidad de gobernador de Ifriqiya[2].
Así, al año siguiente, en el 712 al mando de un ejército de 18.000 hombres (en su mayor parte árabes) desembarcó en Algeciras.
Su misión era no sólo asentar la incipiente conquista musulmana de Hispania y aparentemente apoyar a Tāriq en sus campañas sino también reafirmar su autoridad como gobernante omeya en la zona como representante del califa Al-Walīd I.
Mural de los seis reyes conquistados en el palacio omeya de Qusayr 'Amra (Jordania) construido bajo el reinado del califa Al-Walid II años después de la conquista de Hispania (711). Entre ellos está el rey Rodrigo
El ejército de Mūsà llegó hasta Algeciras y desde ahí partió a Sevilla. Desde la ciudad del Guadalquivir, una parte del ejército omeya encabezado por el hijo de Mūsà, ʿAbd al-ʿAzīz, se dirigió hacia el suroeste donde cayeron Niebla y Beja.
Mientras tanto, el grueso de tropas comandadas por Mūsà llegó desde Sevilla a Mérida. En la amurallada ciudad emeritense parece que los musulmanes encontraron una férrea resistencia por parte de los visigodos. Finalmente, tras duros combates y un asedio de casi un año, la ciudad cayó por capitulación (712).
Murallas de la Alcazaba Árabe de Mérida construidas sobre una base romana y otra visigoda reutilizando piedra procedente de construcciones romanas. Podemos hacernos una idea de las murallas que rodeaban la ciudad en el 712 contemplando estas que fueron enseguida reparadas por los árabes para fundar una de sus primeras fortalezas en la Península Ibérica
Desde Mérida, subieron hasta Segoyuela[3] donde también encontraron una dura resistencia visigoda. Sofocada esta, por fin, las tropas de Mūsà llegaron nuevamente a lo que hoy es la provincia de Toledo.
Musa se encuentra con Tariq en las cercanías de Toledo, tal vez Talavera, y según una leyenda, le da un fustigazo desde su caballo. Grabado historicista del siglo XIX[4]
Posiblemente en Talavera de la Reina o en sus cercanías, el gobernante omeya unió sus fuerzas con las de Tāriq quien rindió cuentas ante Mūsà del botín capturado[5].
EL PACTO DE TEODOMIRO (713)
Por su parte, el hijo de Mūsà, ʿAbd al-Azīz, fue ocupando la zona levantina de la antigua Hispania visigoda, conquistando Málaga, Elvira (Iliberri, cerca de Granada) y Murcia.
En esta zona, el jefe musulmán firmó un conocido pacto llamado el Pacto de Teodomiro o Tudmir (abril de 713) por el que se le concedía al dux visigodo Teodomiro el dominio de sus antiguos feudos, así como libertad de culto y de administración en ciudades como Begastri, Mula, Alicante, Lorca y Orihuela y otras aún no identificadas del Levante español.
A cambio, los cristianos debían pagar unos impuestos especiales (ŷizya).
Con este pacto, el caudillo árabe ʿAbd al-Azīz les garantizaba protección, autonomía y la promesa mutua de no-agresión para ningún súbdito o urbe de Teodomiro.
Aunque se ha llegado a negar la existencia de Teodomiro, señalar que un posible palacio perteneciente a este magnate se ha hallado en Ribarroja del Turia, a 20 km de Valencia. Su atribución a un tal Thevdemirus, muy posiblemente nuestro Teodomiro, ha sido realizada por los arqueólogos Rafael Barroso Cabrera, Jorge Morín de Pablos e Isabel M. Sánchez Ramos[6] tras encontrar yeserías que portan el emblema y las iniciales de este aristócrata que posiblemente de dux se autoproclamó (o fue proclamado por los árabes) como régulo (rex).
Según algunos autores, este tratado tuvo vigencia hasta la muerte de Teodomiro hacia el 743 cuando pudo pasar a un pariente (o su hijo) Atanagildo. Posteriormente esta región sería conocida con el nombre de Tudmir en recuerdo a aquel magnate visigodo.
Áreas que comprendía los territorios dominados por Teodomiro (Tudmir en árabe) según Molina Lopez (1) y J. Vallvé (2). (Fuente: Pinterest)
ULTIMAS CAMPAÑAS DE MŪSÀ Y TĀRIQ EN LA PENÍNSULA (713-714)
Entre el 713 y la primera mitad del 714, ambos guerreros continuaron su expansión ocupando el Valle del Ebro donde encontraron resistencia en Tarazona y Tarragona y posteriormente, marcharon hacia el nordeste peninsular (las actuales Asturias y Galicia). Ambas fuerzas sumarían según Claudio Sánchez Albornoz alrededor de treinta o cuarenta mil soldados[7].
En el marco de estas campañas, Tāriq ocupó lo que hoy es la zona media del Ebro en donde eran señores y terratenientes una familia de origen hispanorromano llamada Casius, cuyo principal miembro, Fortún, llegó a un pacto de no-agresión y de paz con los nuevos dominadores musulmanes. Fortún Casius acabó convirtiéndose al islam por lo cual formó parte de las élites aristócratas[8] y su apellido dio nombre a una de las dinastías musulmanas muladíes más importantes de la Península siglos después: los Banū Qāsī.
Ya convertido en valí (walī) o gobernador y estando de campaña militar en Lugo, Mūsà recibió la orden del califa Al-Walīd I de volver a Damasco y rendir cuentas de su gestión y conquistas. Ante tal petición, Mūsà designó como su sucesor en el valiato a su hijo ʿAbd al-ʿAzīz.
En el verano del 714, Mūsà y Tāriq embarcaron desde Hispania con parte del tesoro real visigodo y algunos nobles visigodos como rehenes y aliados, esperando ser recibidos con honores y como héroes.
Sin embargo, llegados a tierras de Oriente, el recibimiento fue bien diferente y se les ordenó esperar la decisión del Califa antes de viajar a Damasco ya que llegaron acusaciones de reincidencia por malversación de fondos[9] contra Mūsà ibn Nusayr en el reparto del botín y el tesoro real visigodo en Hispania.
CONQUISTAS DE ʿABD AL-ʿAZĪZ
Mientras tanto, entre los años 713 y 716, ʿAbd al-ʿAzīz y sus tropas fueron ocupando el resto de la Península Ibérica. Se le sometieron las ciudades y villas de Zaragoza, Amaya, León, Astorga así como las regiones de la actual Andalucía oriental (Málaga, Granada y, probablemente, Jaén).
Luchó también contra los últimos visigodos resistentes encabezados por el rey Agila II (710-713) y su sucesor Ardón (713-720) que mantenían aún una simbólica monarquía en la Tarraconense y la Septimania[10]. Tras múltiples campañas, fueron cayendo en manos musulmanas las ciudades de Pamplona, Barcelona, Gerona, Tarragona y Narbona.
Además, tratando de ganarse las simpatías de la población hispana y de sus líderes, se casó con Egilona, viuda del rey Don Rodrigo, con quien tuvo una niña llamada Ayshà.
Zonas sometidas mediante pactos. En anaranjado los pactos bajo el periodo de Musa y Tariq y en verde, los realizados por 'Abd al-'Aziz
EL TRISTE FINAL DE MŪSA Y TĀRIQ
Mientras Tāriq y Mūsà esperaban ser recibidos en audiencia, el califa Al-Walīd I enfermó y acabó por fallecer (715), siendo éste sucedido en el Califato Omeya por su hermano pequeño Sulaymān I.
El nuevo califa no recibió de buen grado a Mūsà a causa de las acusaciones que se le estaban atribuyendo a su gobernador.
Otras fuentes hablan de que, en Damasco, fue Tāriq quien acusó al valí Mūsà de malversación ante el Califa vengando así la afrenta sufrida por el episodio de la Mesa de Salomón en Toledo, pero esta versión parece más leyenda que realidad.
Sea como fuere, presionado por los cadíes, el Califa condenó a Mūsà a muerte, pero el antiguo gobernador pudo salvar su vida gracias a su contribución a la conquista de Al-Ándalus y por la intercesión de algunos nobles de la corte. Se le conmutó la pena capital por una considerable multa pecuniaria y se le ordenó, al igual que a Tāriq, permanecer en Oriente, negándoseles a ambos la posibilidad de volver a la Península Ibérica.
Poco después, Mūsà fue asesinado en el 716 (o 718) mientras rezaba en una mezquita en tanto que Tāriq se dice que murió en la pobreza hacia el 720
CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA
En menos de tres años desde la Batalla de Guadalete, casi la totalidad de la Península estaba en manos musulmanas sin apenas haber encontrado resistencia -salvo excepciones como se ha señalado-, por parte de la población autóctona visigoda e hispanorromana.
Tras la marcha de Tāriq y Mūsà, ʿAbd al-ʿAzīz se constituyó en el segundo valí o gobernador de la antigua Hispania visigoda, o Al-Ándalus, el nombre por el que empezaron a llamarla sus dominadores islámicos y estableció una primera capital en Sevilla que posteriormente se trasladó a Córdoba.
Con Tāriq o después de él, además, llegaron grandes contingentes de bereberes a la Península formados por miembros de las tribus de Masmuda, Nafza, Wazdadya, Zalzuza, Zanata, Miknasa, Madyuna, Awraba y Zuwara que veían a la Península como una tierra de promisión, fértil y rica de recursos. Unos, llegaron integrados como soldados o infantería en el ŷund árabe y otros, como nuevos pobladores y comenzaron a ocupar zonas de Al-Ándalus. Esta presencia bereber traería con posterioridad conflictos étnico-sociales con la aristocracia de origen árabe.
BIBLIOGRAFIA
ABELLÁN PÉREZ, J. (2014). La pérdida de Hispania y la formación de Al-Ándalus. En V. A. Álvarez Palenzuela (coord.), Historia de España en la Edad Media (pp.59-73). Barcelona: Ariel.
BALBÁS, Yeyo (2022). Espada, hambre y cautiverio. La conquista islámica de Spania. Desperta Ferro ediciones. Madrid.
CHALMETA, Pedro (2004). Invasión e Islamización. La sumisión de Hispania y la formación de Al-Andalus. Universidad de Jaén. Jaén.
GARCIA SANJUÁN, Alejandro (2013). La conquista islámica de la península Ibérica y la tergiversación del pasado. Marcial Pons Historia.
IBN AL-KARDABŪS (1993). Historia de Al-Ándalus. Estudio, notas y traducción de Felipe Maíllo Salgado. Akal. Madrid.
MANZANO, Eduardo (2006). Conquistadores, Emires y Califas. Los Omeyas y la formación de al-Andalus, Barcelona.
MARIN GUZMÁN, Roberto (2011). “La conquista árabe-musulmana de Al-Andalus: Entre la leyenda y la realidad histórica” en A 1300 años de la conquista de Al-Andalus (711-2011).
SANCHEZ- ALBORNOZ, Claudio (1972). «I». Orígenes de la Nación Española: Estudios Críticos sobre la Historia del Reino de Asturias. Oviedo.
VIGUERA MOLINA, María Jesús (3) Lectura de Ibn al-Qutiyya: sobre la conquista de al-Andalus | María Jesús Viguera Molins - Academia.edu
[1] Muchos de estos bereberes habían sido convertidos rápidamente y casi por la fuerza al islam y participaban en estas campañas acompañando con los señores a los que habían hecho pactos de lealtad. Serían en su mayoría maulas. Quizás muchos se unieron a la ŷihād por convicción religiosa pero una inmensa mayoría también iba con la esperanza del botín y las riquezas que podían obtener en Hispania motivados por las narraciones de soldados que les precedieron. También hubo entre estos bereberes contingentes de origen cristiano unidos por pactos similares a las tropas musulmanas.
[2] Ifriqiya era el nombre que recibía la provincia conquistada por los Omeyas en el norte de África situada en lo que hoy llamamos el Magreb y cuya capital estaba en Qayrawán (en el actual Túnez).
[3] Hoy, Segoyuela de los Cornejos, en la actual provincia de Salamanca. Hacia el 712 (o el 713, según algunas crónicas), un grupo de nobles visigodos y sus partidarios se enfrentó contra los musulmanes en un último intento de resistencia, perdiendo la batalla. Parece ser que entre ellos estaría Don Rodrigo, quien no habría perecido en la Batalla de Guadalete sino en esta localidad salmantina.
[4] The People of Gibraltar (gibraltar-intro.blogspot.com)
[5] Aquí tiene lugar el famoso episodio de la Mesa de Salomón y la leyenda de la pata de la Mesa del Rey Salomón. Se supone que esta Mesa era un tesoro de oro y piedras preciosas capturado por los romanos tras la Conquista de Jerusalén por Tito en el año 70 y que después, capturada Roma por los bárbaros, fue llevada junto con otros tesoros a Hispania, a Toledo, donde formó parte del Tesoro Real visigodo. Cuenta la leyenda, que cegado por la ambición, Tāriq robó y ocultó una de las patas quedándosela y presentó la Mesa sin su pata a Musà, el cual, enfadado, sospechó de su lugarteniente y le humilló delante de sus soldados golpeándolo en su cara con la fusta de su caballo. RUBIERA, Maria Jesús. libro-de-al-andalus.pdf (uai.cl) Pag 158.
[6] Cfr. Thevdemirvs Dux. El último godo. El ducado de Aurariola y el final del reino visigodo de Toledo. Audema editorial. 2019.
[7] Sin embargo, está cantidad sigue siendo muy discutida. En fechas recientes, el historiador Pierre Guichard, por el contrario, eleva las cifras hasta sesenta mil y sostiene que a esos números hay que agregar muchos miles más de origen bereber, con lo cual llega a las cifras de ciento cincuenta mil a doscientos mil soldados.
[8] Conversos al islam de origen hispanorromano o visigodo.
[9] Mūsà había sido recaudador de impuestos en Basora decenios atrás y había sido condenado por malversación de fondos, por eso se le consideraba reincidente.
[10] Posiblemente se trataba de un territorio que Don Rodrigo dividió con Agila ya que se han encontrado arqueológicamente en dichas zonas mencionadas moneda propia acuñada por el rival de Rodrigo.
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