Con la llegada del Califato Omeya en el 661  se puso fin a la época de los Cuatro Califas Ortodoxos ( ‘Abū Bakr , Omar, ʿUthmān, y ʿAlí) para dar paso a la primera gran dinastía hereditaria del Islam.

ANTECEDENTES

Los Banū Umayya eran un clan tribal[1] dividido en numerosas ramas familiares procedente de la tribu principal de los Quraysh a la que pertenecía el profeta Mahoma[2]. Sus orígenes, al igual que el resto de la tribu de lo Quraysh, estaban en La Meca.

ʿUthmān (644-656), el tercero de los califas ortodoxos también perteneció a los Banῡ Umayya (Omeyas).  Durante su califato, éste nombró a varios miembros de su clan para puestos importantes en su administración, entre ellos en el 639, el de Gobernador de Siria, que recayó en Mu'awiya ibn Abū Sufyān, futuro califa de la que será la Dinastía Omeya.

Como consecuencia de estos nombramientos y tras ser acusado de nepotismo, abuso de poder y acaparamiento de riquezas, en el 656, el califa ‘Uthmán fue asesinado y sustituido en el poder por ‘Alī

Pronto comenzaron a surgir distintas facciones contrarias a ʿAlī, destacando la del arriba mencionado Mu’awiya, las cuales exigieron al nuevo Califa, justicia por la muerte de ʿUthmān.

Finalmente, ante la falta de avances y consensos, los dos bandos, el de ʿAlī y Mu’awiya, se enfrentaron en la Batalla del Camello, ganando ʿAlī. 

Sin embargo, pese al arbitraje al que ambos contendientes se sometieron y donde se acordó que tenían que renunciar al Califato, surgió un tercer grupo en liza, los jariŷíes, los cuales planificaron los asesinatos de ʿAlī y Mu’awiya al considerarlos responsables de la Fitna en la que vivían los musulmanes. El primero sí fue asesinado en el 661, sin embargo, Mu’awiya consiguió sobrevivir, reforzando aún más su candidatura a califa, posición que ocuparía meses después ese mismo año.

MU’AWIYA I (661-680)

En el 661, Mu’awiya I ocupó el puesto de Califa del Islam; era el 5º por la línea de sucesión y con él se inauguró la primera dinastía hereditaria islámica, la de los Omeyas.

La primera iniciativa que llevó a cabo Mu’awiya fue la de buscar una nueva sede para el Califato Omeya, y la elección recayó en Damasco que sustituyó a Medina como la capital del islam. 

Tras establecer su capital, el Califa organizó un nuevo aparato estatal con consejeros y funcionarios a su servicio con dos divisiones gubernamentales: El Dīwān al-Jatam o "Cancillería", que se encargaría de las relaciones diplomáticas, las misivas y la Hacienda y el Barīd o "Servicio de Postas”, con el que se mejoró las comunicaciones dentro de los dominios islámicos.  Igualmente, se dio una gran autonomía y autoridad a los gobernadores (walī o valíes) de las provincias islámicas.

Para asegurarse la lealtad de sus nuevos funcionarios, se estableció un juramento protocolario de fidelidad llamado bay’ah, que también se aplicó sobre su hijo Ŷazīd, quien comenzó a ser reconocido como su heredero ya en el 675 según al-Tabarī. Con ello se puso fin al sistema de elección de Califas por un Consejo de Notables. 

Reformó además el ejército, rodeándose de una guardia personal (haras) para evitar atentados como el cometido por los jariŷíes en el 661 que fracasó.  También creo una poderosa armada que empezó a consolidar su presencia en el Mediterráneo oriental junto al ya poderoso ejército terrestre que ya poseía.

A nivel fiscal, comenzaron a llegar grandes cantidades de dinero y botín procedente de los impuestos y las campañas militares de todos los lugares del Imperio islámico. Se centralizó la gestión de estos ingresos en Damasco. 

Además, estos grandes emolumentos permitieron que los comandantes de las campañas se quedaran con un 1/5 del botín.

Asimismo, concedió grandes cantidades de dinero y privilegios a los jefes tribales y militares para garantizarse su apoyo y lealtad. 

Con algunos de estos jefes tribales, inició también una política de pacificación con las distintas facciones rivales que habían luchado entre sí en la llamada Primera Fitna o Guerra Civil del Islam. Sin embargo, esta política benevolente, aunque fue acatada por la mayoría de las facciones en lucha, fue recibida con indiferencia excepto por un partidario de ʿAlī, Ḥuŷr ibn ʿAdī, que se alzó en armas contra el Califa  Mu’awiya I,  siendo finalmente sometido y ejecutado en Marŷ, cerca de Damasco.

Por otro lado, bajo el gobierno de Mu’awiya I, se buscó una tolerante coexistencia entre cristianos y musulmanes garantizando según San Juan Damasceno, cuyo padre fue por cierto consejero del califa, una era de ‘paz y prosperidad[3] en sus dominios islámicos. Asimismo, funcionarios cristianos sirios, coptos y persas ocuparon puestos claves en las administraciones de las provincias.

El califato de Mu’awiya I se caracterizó por las constantes campañas militares en el exterior, destacando las ocupaciones de Rodas y Creta.  Además, continuó su expansión por el norte de África, fundando Qayrawán (en la actual Túnez) y en el este, llegó hacia Asia Central, conquistando Kabul, Samarcanda y Bujará. 

También se enfrentó con el Imperio Bizantino, llegando a asediar sin éxito varias veces su capital, Constantinopla.  Finalmente, acabó firmando un tratado de paz con Bizancio a cambio de un tributo anual de oro.

A pesar de intentar llevar un gobierno conciliador y tolerante, encontró disensiones dentro de su propio clan de los Omeyas como por ejemplo el encabezado por Marwān y sus partidarios, así como por algunas tribus y grupos como los ansar en Arabia quienes veían con recelo su gobierno.

En el 680, Mu’awiya I falleció por enfermedad sustituyéndole su hijo Ŷazīd I.

ŶAZĪD I (680-683)

El comienzo de Ŷazīd I como Califa no fue nada pacífico. La historiografía islámica no ha sido muy benévola con él, presentándolo como un gobernante débil, amante del vino y poco fiel al Islam. Sin embargo, como veremos, no fue así.

Su designación sucesoria por Mu’awiya I fue rechazada y cuestionada por los chiitas quienes pasaron a una oposición armada encabezada por Husayn, hijo de ʿAlī y nieto de Mahoma.  De camino a Kufa para su proclamación como Califa, Husayn fue interceptado por tropas omeyas a las que se enfrentó en Kerbala (Iraq) el 10 de octubre del 680. Husayn acabó muriendo en la contienda junto a otros familiares y miembros importantes varones del bando chiíta[4]

Mientras tanto, un antiguo compañero del Profeta, ʿAbd Allāh ibn al-Zubayr, también se sublevó contra Ŷazīd I cuestionándole como califa y se atrincheró en Medina. Desde Damasco, el califa omeya envió tropas para combatirle y venció al rebelde en la Batalla de al-Harra (27 de agosto de 683).  Además, en la misma campaña, ambos bandos saquearon La Meca y Medina, lo que causó un gran escándalo en la comunidad musulmana por atacar los dos lugares más sagrados del Islam. Aunque los Zubayríes fueron derrotados, su líder sobrevivió.

Señalar que Ŷazīd I intentó seguir la política de tolerancia de su padre hacia las minorías religiosas como en el caso de los cristianos a los que alivió los pesados impuestos. También reformó la fiscalidad omeya y promovió la agricultura especialmente en Siria y Mesopotamia, dotándolas de canales de regadío.

Sin embargo, este califa poco disfrutó de su victoria en la Península Arábiga, ya que murió de repente, en noviembre del 683, circunstancia que aprovechó Ibn al-Zubayr para seguir con la revuelta, sumar más apoyos a su causa y sumir al Imperio islámico en una crisis política y en el comienzo de la Segunda Fitna o Guerra Civil.

MU’AWIYA II (683-684)

Tras la muerte de Ŷazīd I, le sucedió su hijo Mu’awiya II que ascendió al trono en plena crisis política y de poderes causada por la revuelta de Ibn al-Zubayr, quien tenía el apoyo no sólo de los ansar de Medina y la La Meca sino de casi todos los opositores a los Omeyas como los jariŷíes. Su influencia no abarcaba ya sólo Arabia sino extensos territorios de Siria y Egipto.

Su gobierno sólo duró unos meses ya que aquejado por problemas de salud y por la presión de los problemas que causaba la Segunda Fitna, abdicó en su primo Marwān I quien fue proclamado califa en Siria.

Mu’awiya II moriría ese mismo año de 684 y con él moría la rama omeya descendiente de Abū Sufyān.

MARWĀN I (684-685)

Con Marwān I se iniciaba una nueva rama, la marwāní, dentro del Califato Omeya que se instaura tras un litigio entre varios clanes omeyas  por medio de un acuerdo de paz y su proclamación por el consejo de jeques tribales de Siria.

Ya en el poder, el nuevo califa se encontró con un Imperio islámico en crisis y desfragmentado entre estados rebeldes y sublevaciones que coincidieron con la ya mencionada Segunda Fitna en su fase más álgida: 

El nuevo califa comenzó sometiendo gran parte de Siria y Egipto a la autoridad omeya tras la Batalla de Marŷ Rāhit, aunque no pudo derrotar del todo a Ibn al-Zubayr quien una vez más salió indemne.

Su gobierno fue brevísimo, y duró apenas unos meses. Sus días finales son un misterio. Algunos autores árabes creen que murió asesinado mientras dormía mientras que los historiadores modernos opinan que es más probable que muriese en Damasco en el 685 a causa de una peste que asolaba aquella zona y en la que perecieron 20.000 personas.

Tuvo tres hijos ʿAbd al-Mālik, ʿAbd al-ʿAzīz y Muhammad, designando a ʿAbd al-Mālik como su sucesor.

ʿABD AL-MĀLIK (685 – 705)

Cuando ʿAbd al-Mālik sucedió a su padre, el Imperio Islámico estaba más fragmentado que nunca:  Por un lado, Ibn al-Zubayr continuaba dominando en Egipto, Siria y zonas del norte de Arabia, los jariŷíes habían fundado una especie de estado independiente en Arabia central y en la zona de lo que hoy es Irán y las repúblicas de Asia Central apareció un tercer litigante, Mujtār quien era partidario de Alí y el bando chiíta que comenzó a rebelarse en Kufa.

Además, no sólo era la guerra la que asolaba estos territorios sino también las hambrunas y las oleadas de peste como la del 685-686 que mató a su padre.

Comenzó llevando a cabo una serie de campañas militares en las que pudo derrotar tanto a Mujtār como a Ibn al-Zubayr definitivamente y que ayudaron a someter poco a poco a la autoridad omeya los territorios rebeldes.

Con el reino reunificado y pacificado en gran parte, inició un proceso de arabización de la Administración sustituyendo el griego y el persa por el árabe clásico (fushà) que se convirtió en la lengua oficial del Estado.  Sustituyó la moneda de origen bizantino y persa por el dinar de oro y reorganizó el servicio de postas lo que redundó en una mejor organización del aparato burocrático y la Cancillería. 

Dinar de Oro con el retrato de 'Abd al-Mâlik en una de las caras, lo que resulta llamativo dado que la religión islámica prohíbe la representación de figuras humanas. Fuente: Wikipedia.

Esta arabización pudo ser el germen de un nuevo enfrentamiento entre árabes de distinta procedencia geográfica: los Qaysíes de Siria e Iraq y los Yemeníes, más abiertos a la incorporación de los nuevos conversos no árabes a la Administración y otras esferas de la sociedad islámica.

ʿAbd al-Mālik fue, igualmente, un gran patrocinador de las artes y las ciencias construyendo la cúpula dorada de la Mezquita de la Roca en Jerusalén y acogiendo en su corte a sabios y poetas.

La época de su reinado coincide con algunas importantes campañas de conquista contra los bizantinos a los que arrebató territorios en Asia y en África, asentó sus dominios en Ifriqiya (actual Túnez).

Murió en Damasco en el 705, tras tener una fértil descendencia de la que provendrían cuatro califas y haber cedido su puesto a su hermano ʿAbd al-ʿAzīz quien renunció a favor de otro hijo suyo, Al-Walīd.

AL-WALĪD I (705 – 715)

Heredó de su tío un imperio pacificado.  Se dice de él que era un hombre ilustrado y un piadoso y fiel conocedor del Corán que no dejaba de ayudar a los más necesitados a los que invitaba a banquetes en el Ramadán.

Extendió la política de conquistas de sus predecesores hacia Oriente (Irán, Uzbekistán) y hacia Occidente llegando hasta la Península Ibérica.  Es bajo este califa cuando se conquista la Hispania visigoda (711).

La Mezquita de los Omeyas es la principal de la ciudad de Damasco. Fue construida por el Califa Al-Walîd en 705 sobre la catedral bizantina dedicada a San Juan Bautista construida por orden de Constantino I.

Con Al-Walīd I se consolidó aún más el proceso de arabización de la sociedad, la cultura, las artes y la administración (Dīwān). También muchos historiadores sitúan en esta época el principio de lo que se llamará el arte islámico con la construcción bajo su califato de hospitales, baños, escuelas y mezquitas entre ellas la Gran Mezquita Omeya de Damasco y la de Alepo.  En edificios civiles ordenó levantar el Qasr Jarana, un suntuoso palacio donde se encontraron y mezclaron las influencias sasánidas y bizantinas.

Al-Walīd I murió el año 715 sucediéndole en el trono su hermano Sulaymān.

SULAYMĀN I (715 - 717)

Hermano de Wālid I,  Sulaymān I fue apoyado por algunos generales a los cuales eliminó después. Pese a que esto ensombreció su reputación, fue un califa continuador a las reformas y conquistas de sus predecesores. Sin embargo, su intento de conquistar por enésima vez Constantinopla fue un desastre militar.

Construyó obras piadosas y pozos de agua para los peregrinos en La Meca.

Su gobierno fue breve, tan sólo de dos años y designó a un primo, ‘Umar ibn ʿAbd al-ʿAzīz como su sucesor en 717.

‘UMAR II (717 - 720)

ʿUmar II era hijo de ʿAbd al-ʿAzīz y nieto de Marwān I.

 Comenzó su campaña intentando un asedio a Constantinopla que fracasó.  Intentó conciliarse con los chiíes rehabilitando a ʿAlí y retirando su maldición en las oraciones e incorporó a los no árabes mawali (turcos,  coptos, persas, árabes conversos del cristianismo, etc…) a la administración. 

Con las minorías religiosas no islámicas (judíos, cristianos y sabeos) realizó pactos (dhimma) por el que estas personas pasaron a ser dhimmíes o protegidos por la ley islámica y que fueron precedente de otros aplicados posteriormente, como el de Tudmir en Al-Ándalus.

En esta época comenzaron destacar en la zona de Persia algunos grupos tribales que reivindicaban ser descendientes de una de las ramas familiares de Mahoma, la de su tío ʿAbbās ibn al-Muttalib (m. en 652) encabezada en esta época por Muhammad ibn ‘Alí y que sería el germen de los futuros ‘Abasíes.

ʿUmar II murió, según parece, envenenado por sus propios familiares o partidarios, que no gustaban demasiado de sus reformas sociales igualitarias para otras tribus y poblaciones no árabes islamizadas.

ŶAZĪD II (720- 724)

Hijo del califa ʿAbd al-Mālik, el gobierno de Ŷazīd II coincidió con nuevas revueltas tribales y de los no árabes en las zonas limítrofes del Imperio islámico: Hispania (ahora Al-Andalus), África y Oriente. Entre ellas destacó la rebelión de los bereberes en Al-Ándalus e Ifriqiya, la de los jariŷíes de Shawdhab, y la de Ŷazīd Ibn al-Muhallab, a los que combatió, sometió y dio muerte.

Bajo su reinado se intensificaron más las disensiones tribales entre qaysíes y yemeníes kalbíes habiendo incidentes entre ellos en lugares tan distantes como Al-Abdalus.

Murió en el 724 de tuberculosis, siendo sucedido por Hishām I

HISHĀM I (724 – 743)

Hishām I fue el cuarto hijo de ʿAbd al-Mālik. 

Su hermano le había dejado un imperio islámico con muchos problemas que él supo gestionar, dando paso a una etapa de estabilidad y prosperidad bajo su reinado. 

Bajo su gobierno florecieron las artes, surgieron muchas madrasas para la enseñanza del conocimiento, y se fomentaron las primeras traducciones del persa, el griego, el latín o el sánscrito al árabe de libros de literatura y ciencias.

Su gobierno fue eficaz, aunque sufrió algunos reveses militares como la derrota de Poitiers (732) a manos de Carlos Martel o la de Akroinon (740) ante los bizantinos.  También sofocó en Ifriqiya una rebelión bereber y otra en Persia, a cargo del chií Zayd ibn ʿAlí, nieto de Husayn.

Ilustración de Angus McBride representando la Batalla de Poitiers (732) entre Carlos Martel y tropas omeyas enviadas desde Al-Ándalus.  La batalla resultó en victoria para los francos y evitó la expansión de los musulmanes hasta el centro de Europa. Fuente:  Pinterest.

Bajo su gobierno los Abasíes continuaron consolidando su influencia en territorios del Jorasán iraní y el actual Irak, aunque aún no tendrían el poder de décadas posteriores.  También continuaron las divisiones entre árabes y yemeníes en Al-Ándalus y el Magreb.

Cuando falleció en el 743, le sucedió su sobrino Wālid II.

El hijo de Hiishām, Mu’awiya ibn Hishām, sería el padre del futuro ʿAbd al-Rahmān I, futuro primer emir omeya de Córdoba.

EL REINADO DE LOS ÚLTIMOS CALIFAS OMEYAS:  WĀLID II (743-744), ŶAZĪD III (744), IBRĀHĪM (744) Y MARWĀN II (744-750)

Tras Hishām I, el imperio del Califato Omeya se fue poco a poco fragmentando y entrando en crisis.  Su sucesor, su sobrino Wālid II, apenas duró unos dos años en su puesto de Califa ganándose fama de inmoral y poco piadoso musulmán. 

Sin embargo, también se le recuerda por ser un gran poeta y amante de las artes atribuyéndosele la construcción de algunos de los famosos palacios del desierto como Qusayr ‘Amra o Jirbat al-Mahŷar donde vivía alejado de la vida cortesana de Damasco y entre placeres nada religiosos como la poesía, la caza, las mujeres, la música o las carreras de caballos.

Sólo unos meses tras su proclamación como califa, Wālid II acabó sus días asesinado en el castillo de Bajra en abril del 744, mientras estaba de campaña contra una coalición de rebeldes omeyas y tribales contra su gobierno.  

Con su muerte, comenzó el principio del fin del Califato Omeya y lo que Xabier Ballestin ha llamado la Tercera Fitna[5].

Este fresco de Qasr ‘Amra data de la época de Wâild II y  representa a cuatro de los reyes derrotados por el Islam representados como el rey visigodo Don Rodrigo, el emperador bizantino, el  shah sasánida de Persia y el Negus de Etiopía.​ Los otros dos son más difíciles de identificar, habiéndose especulado con la posibilidad de que sean gobernantes turcos, o chinos, o de la India.

Le sucedió su primo Ŷazīd III, que contaba apoyos entre algunos familiares omeyas como Marwān, el ejército y algunas tribus a los que prometió privilegios, concesiones de tierra y rangos que luego no cumplió, los cuales se sublevaron contra él especialmente Marwān. Con este último llegó a un acuerdo de paz a cambio de la concesión de la gobernación de Ŷazīra

Su reinado duró también meses debido a que murió tempranamente víctima de la peste.

Le sucedió su hermano Ibrāhīm quien tenía solamente apoyos en el sur de Siria.  Este tuvo que hacer frente a un estado cada vez más convulso y desfragmentado. Tuvo que combatir una nueva rebelión de Marwān quien marchó sobre Siria. Acorralado, Ibrāhīm ordenó ejecutar a los dos hijos de Wālid II en Damasco que eran apoyados en sus derechos al trono por Marwān, quien finalmente acabó por derrocar a Ibrahim y autoproclamarse califa ese mismo año de 744 con el nombre de Marwān II.  Sobre el final de Ibrāhīm hay dos teorías: Una que afirma que fue ejecutado tras su derrocamiento y la otra, que sobrevivió y murió años más tarde en la Batalla del Gran Zab acompañando a Marwān II.

LA REVOLUCIÓN HASHIMÍ - ABASÏ Y EL FIN DEL CALIFATO OMEYA

Marwān II sería el último de los califas omeyas. Este califa heredó un imperio ya desgarrado por las continuas guerras internas y revueltas.

Poco a poco, los contrarios a los Omeyas se habían hecho fuertes y se habían aglutinado en Persia, Jorasán y Mesopotamia en el bando de los Abasíes[6] acusando a los Omeyas de corruptos e inmorales y de enriquecerse ilícitamente. 

Estos Abasíes además contaban con el apoyo de un gran movimiento socio-religioso de tipo chií llamado la Hashimíya, que en el 746 fue impulsado en el Jorasán por Abū Muslim, un exmisionero de origen persa reconvertido ahora en general y regente pro-abasí.  

Los últimos años de su reinado los dedicó a salvar lo que quedaba del Imperio Omeya.  El líder de los Abasíes, Abū l-ʿAbbās as-Saffah fue proclamado califa en Kufa y gracias al apoyo de los hashīmíes de Abῡ Muslim  se enfrentó con Marwām II en la Batalla del Gran Zab  (25 de enero del 750). Casi todos los miembros de la familia omeya y sus aliados acabaron pereciendo en aquella contienda. 

Meses después los abasíes  y sus aliados hashīmíes tomaban la capital  de los Omeyas, Damasco en abril de ese año.

El derrotado califa consiguió huir a Egipto donde acabaría asesinado por partidarios ʿabbasíes mientras intentaba cruzar el río Nilo. 

Con su muerte aparecía en Oriente Medio una nueva dinastía, la Abasí con un nuevo califa, Abū l-ʿAbbās al-Saffah.

BIBLIOGRAFIA

  • HAWLING, G. R. (2000). The First Dynasty of Islam: The Umayyad Caliphate AD 661–750 (2nd Edition). London and New York: Routledge.
  • MANZANO MORENO, Eduardo (2011).Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de Al Andalus. Critica.
  • MARTINEZ CARRASCO, Carlos (2015), “La visión del Islam en la obra de San Juan Damasceno” en Byzantion Nea Hellás N° 34 - 2015: 95 ⁄ 115.
  • VVAA. (2019) Los Omeyas. Los inicios del arte islámico. Museum With No Frontiers
    MWNF. Museum Ohne Grenzen
  • VV.AA (2018). La expansión del Islam. El Califato Omeya.  Desperta Ferro Antigua y Medieval. Nº 46

[1] Otro conocido clan tribal, fue el de los Banῡ Hashīm, al que pertenecía la familia de Mahoma y del cual proceden muchos reyes llamados hachemitas (hashīmóes, estaría, mejor dicho) de la actualidad como el rey de Jordania o el de Marruecos.

[2] En árabe, Muhammad. Pero optamos por la denominación española dado que es la más conocida entre los lectores y la más usada desde la Edad Media hasta nuestros días.

[3] Cfr. MARTINEZ CARRASCO, Carlos (2015), “La visión del Islam en la obra de San Juan Damasceno” en Byzantion Nea Hellás N° 34 - 2015: 95 ⁄ 115.

[4] La muerte de Husayn, familiares y partidarios es conmemorada cada año desde hace años y aún en la actualidad en el festival de la Ashura chíita.

[5] Cfr. BALLESTIN, Xavier (2018). “Decadencia y caída del Califato Omeya” en El Califato Omeya. Desperta Ferro Antigua y Medieval. Nº48

[6] Los denominamos Abasíes, por ser la palabra más utilizada en vez de su transcripción árabe ʿAbbāsíes que sería la más correcta, para facilitar la comprensión de nuestros lectores no familiarizados con el árabe.

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