DEL ASEDIO DE VIENA (1529) AL ASEDIO DE GÜNS (1532)
Solimán, hacia 1530, en una pintura de Tiziano.
El asedio de Viena de 1529 había supuesto un enorme descalabro para el orgulloso Solimán el Magnífico quien se tomó esa derrota más como una batalla perdida más que formaba parte de una gran yihâd victoriosa contra Occidente. Y en su deseo de continuarla, en los años siguientes, comenzó otra nueva ofensiva militar, la ‘Campaña Imperial’ o Sefer-i humāyūn, que se fue gestando gracias a preparativos militares y a través de la diplomacia.
En este periodo, a través de correos secretos, espías y mensajeros furtivos, el Imperio Otomano y Francia, a través de emisarios y principalmente, de Antonio Rincón (un antiguo comunero de Medina del Campo exiliado desde 1521 en Francia) hacían más factible una alianza contra Carlos V que suponía una grave amenaza para el Imperio de los Habsburgo.
Por su parte, en Europa, el enviado de Solimán Muharrem Çavus, recorría distintos países y se entrevistaba con numerosos príncipes protestantes buscando aliados contra Carlos V.
Mientras tanto, en el Mediterráneo, se intensificó más la amenaza turco-berberisca con los asaltos continuos de Arúch Barbarroja contra las costas del sur de Italia y España, quien tuvo el apoyo de Francia, la cual proporcionaba cobertura territorial a estas flotas corsarias que hacían su guerra particular a los Habsburgo por mar, a cambio de ventajas comerciales y la protección a los súbditos franceses.
En esta época se estaba fraguando lo que Toynbee, definió como Pax Otomana (o “Nizam-i Alem” u orden mundial en español), uno de los periodos de mayor esplendor del reinado de Solimán.
La amenaza sobre el Sacro Imperio y España se extendía de nuevo.
LA AMENAZA LLEGA DE ORIENTE DE NUEVO. EL ASEDIO DE GÜNS (1532)
Mientras, en el frente húngaro, se inicia tras el Asedio de Viena la llamada “Pequeña Guerra” que habría de durar hasta el sitio de Eger de 1551. Entonces reinaba en Hungría Juan I Zápolya, aliado de Solimán.
Tras la retirada de las tropas otomanas, en 1530, Fernando I de Habsburgo lanzó un ataque sorpresa que supuso la reconquista de algunas posiciones de Hungría en el Danubio, entre ellas la vital plaza de Gran (hoy Esztergom).
Posteriormente, se dirigió con posterioridad a Buda (hoy, Budapest), pero la resistencia otomana le hizo desistir y retirarse.
En el juego de poderes de Centroeuropa y ante estas campañas de Fernando I, Solimán, aliado de Francisco I de Francia, decidió realizar otra nueva campaña contra militar contra los Habsburgo.
El sultán turco se encaminó con sus tropas hacia Viena con una fuerza, que, según las fuentes, iba de 120.000 a 200.000 hombres (aunque es posible que fueran muchos menos). De nuevo, como en la campaña de Viena de 1529, el ejército iba comandado por el mismísimo Solimán junto a su lugarteniente, el Gran Visir Ibrahim Pachá.
Intentando evitar repetir la desastrosa marcha por las lluvias que provocó en 1529 la marcha a Viena, decidió cambiar de ruta y táctica, pero vio cómo la partida se demoró 4 semanas. Sin embargo, calculó bien las fechas para que le coincidiera un clima benigno para la campaña, antes de las lluvias de agosto.
Desde Osijek, Solimán, en una carta fechada el 12 de Julio de 1530, escribía a Fernando I de Habsburgo comentándole que iniciaba su nueva campaña y que ésta no iba personalmente contra él sino contra el Emperador Carlos V. En vez de seguir la ruta del Danubio como en 1529, Solimán cruzó el río Drava por Osijek y prosiguió la ruta por las posesiones húngaras de Fernando I y Juan Zálpolya, terreno más llano y favorable para él. Según el historiador Andrew Wheatcroft, Solimán aprovechó para conquistar 17 castillos y ciudades fortificadas en su camino a Viena.
Sin embargo, apenas Fernando I de Habsburgo pudo evacuar a gran parte de sus tropas en la frontera austro-húngara en esta primera fase, dejando a numerosas poblaciones desprotegidas o con una mínima defensa.
Estatua de Nikola Jurisic (1490 -1545), defensor con los 800 soldados croatas de la plaza de Güns. La estatua está situada en Senj, Croacia, donde nació el comandante.
Una de estas poblaciones era Güns (también conocida como Köszeg), una pequeña ciudad de frontera fortificada a 150 km de Viena, protegida por sólo 700-800 soldados de origen croata comandados por el diplomático y general también croata Nicolás Jurisic, sin apenas defensas artilleras en su fortificación. Los otomanos, mientras, avanzaban conquistando poblaciones y castillos, y, en su avance, Güns estaba en medio de su ruta.
Ante esta nueva amenaza común a toda la Cristiandad, protestantes y católicos convocaron a una cruzada ante un mismo enemigo. En Ratisbona, los eclesiásticos protestantes convocaron a la formación de un ejército que comenzó a agruparse en esta localidad.
En la retaguardia, entretanto, Fernando I recibió refuerzos desde Alemania y otro ejército desde España comandado por el Marqués del Vasto. Ambos ejércitos se reunieron y organizaron su aparato militar en Linz sumando un total de 90.000 soldados y 30.000 caballos, un enorme ejército para la época.
Reunido este ejército, el Emperador y el Archiduque Fernando I se dirigieron a mediados de agosto de 1532 con estas tropas hacia Viena pero no pudieron llegar a tiempo a Güns, limitándose a acampar a las afueras de Viena, atrincherándose a la espera de los otomanos.
El asedio de Guns, grabado de 1532 por Edward Schön. Podemos ver en primera línea las tropas turcas a caballo haciendo una parada y detrás, la ciudad de Güns, tomada por los Otomanos (lo podemos ver por la bandera alzada en la torre principal). Podemos ver el asedio al completo con su sistema de minas, cañones, trincheras, empalizadas de asedio, manteletes y el campamento.
Sin la posibilidad de recibir ayudas inmediatas, la suerte iba a decidirse en Güns.
El ejército otomano se presentó ante las puertas de la ciudad, ignorando Ibrahim Pachá, que comandaba la campaña de asedio, que estaba pobremente defendida y subestimándola como ciudad a conquistar dado que no era una posición importante o estratégica que amenazase su camino.
Los otomanos montaron su campamento y sus armas de asedio que incluía artillería de campaña (de tipo ligero, y no las pesadas de asedio) y un gran grupo de zapadores que comenzaron a excavar minas de asedio, túneles que llegaban a las bases de las murallas de la ciudad donde colocaban pólvora que hacían estallar para que los cimientos destruidos hicieran caer las murallas. El subsuelo terroso sobre el que se asentaba la ciudad favorecía la excavación rápida de estas minas turcas.
Solimán ordenó bombardear los muros de la ciudad que provocaron numerosos boquetes y pérdidas entre los soldados defensores croatas, pero éstos resistían y los muros también dado que el calibre de los cañones estaba hecho para la batalla en campo abierto y no para un asedio.
La batalla principal se dio en otra fase, a nivel subterráneo, entre los zapadores y jenízaros que abrían brechas gracias a las minas y los defensores de Güns que luchaban en las llamadas contraminas, galerías que trataban de hallar las minas de asedio otomanas y las neutralizaban ocasionando al ejército musulmán grandes pérdidas.
En total hubo 19 asaltos fallidos por parte de los Otomanos y el asedio duró 25 días, del 5 de agosto al 30 de ese mes de 1532 y en uno de los asaltos consiguieron plantar la bandera con el Creciente sobre la fortaleza. Los defensores resistieron dura y valientemente cada embestida de los turcos durante todos esos días.
Finalmente, Nicolás Jurisic y su ejército tuvieron que rendirse ante los turcos. Hay varias versiones sobre esa rendición: Unas crónicas dicen que los musulmanes propusieron a los defensores croatas una rendición honrosa y sólo se limitaron a colocar la bandera de la Sublime Puerta sobre la torre del homenaje de la fortaleza de Güns. Otra versión afirma que fue Jurisic quien propuso a los Otomanos el rendirse de manera honrosa y pactada. Una tercera versión, la del cronista e historiador italiano Paulo Jovio (1483-1552), propone en su obra Commentari delle cose de’ Turchi que el asedio a Güns falló porque el ejército otomano carecía de armas de asedio de mayor calibre (sólo una artillería básica como se ha dicho) ya que esperaba encontrarse cara a cara con los Habsburgo en campo abierto de batalla.
Medalla del emperador Carlos V y su hermano Fernando I de Habsburgo.
Parece que la inminente llegada de las tropas austro-germano-españolas hizo desistir a Solimán de seguir adelante y no arriesgar más ante lo que le suponía una demostración de poder.
Pero este, creemos, no fue el factor principal ya que según Paulo Jovio, Carlos V no habría de enfrentarse a los otomanos pues no llegó a Viena hasta el 23 septiembre de ese año, semanas después de la retirada de Solimán. Sin embargo, acerca de esta batalla escribirá el emperador a su esposa que "el turco se había retirado por miedo a tropezar con el gran Ejército Imperial".
No obstante, sí parece mucho más probable que los motivos de la retirada de Solimán fueron la inminente llegada de las lluvias de agosto y el deseo de evitar un nuevo descalabro como el de 1529, afianzó la decisión del califa otomano de retirarse con sus tropas y aceptar las conquistas (pequeñas) de los Habsburgo en Hungría mientras forzaba al Archiduque a reconocer como legítimo rey de los húngaros a su aliado, Juan I Zápolya.
Aunque Güns acabó en una rendición honrosa para las dos partes litigantes, fue una campaña militar digna de mencionar pues fue la que evitó un nuevo Asedio de Viena. Además, Fernando I halló la manera de evitar la confrontación posterior con Solimán por medio de las misiones diplomáticas y cartas. En una de estas cartas, el sultán turco ridiculizaba a ambos Habsburgo y los desafiaba:
"Desde hace mucho tiempo se duda de tu virilidad. Dices que eres el valiente de la plaza, pero hasta ahora he marchado muchas veces contra ti y he utilizado tu propiedad a mi antojo. ¡Te falta la palabra de compromiso! ¡Y a tu hermano también! ¿No te da vergüenza por ello ante tus soldados e incluso ante tu mujer? Si eres varón, ven al encuentro"
Finalmente, el ejército cristiano movilizado y asentado en Viena nunca entró en combate con Solimán el Magnífico. Aunque sí su mantenimiento y movilización generaron grandes gastos que tuvo que asumir el Cabildo de Viena, pues parece que al Emperador se le olvidó librar una partida para pagar a la soldadesca.
CONSECUENCIAS DEL ASEDIO DE GÜNS: El Tratado de Constantinopla (1533)
Grabado de Sebastian Munster, perteneciente a la Cosmographiae Universalis, representa la ciudad de Estambul a mediados del siglo XVI.
Fernando I de Habsburgo aprovechó esta retirada para volver a ocupar las distintas plazas perdidas en la campaña de Solimán de 1529 y 1532. Finalmente, el sultán otomano y el Archiduque acabaron por firmar las paces en el llamado Tratado de Constantinopla del 22 de Julio 1533.
Los embajadores de Fernando I de Habsburgo llegaron a finales de mayo de 1533 y como símbolo de fidelidad, llevaron las llaves de la fortaleza de Gran (conquistada en 1530) y se las entregaron al Gran Visir Ibrahim Pachá. Estas deliberaciones continuaron hasta el día 14 de julio.
En una de estas deliberaciones el Gran Visir preguntó a los austríacos que por qué en España estaban los recursos agrícolas menos aprovechados que en Francia. El embajador contestó que España era más seca que Francia y que era un país de gentes de armas, más que de coger la azada dado los años dedicados a la Reconquista.
Entonces, se cuenta que Ibrahim Pachá dijo lo siguiente de Carlos V, reflexionando sobre irónicamente la política imperial y compara al monarca como un león que debe ser domesticado con el palo, el cetro de los monarcas:
"El león es el más temible de los animales y no se le encanta por la fuerza sino con trucos y con la comida que le da su guardián. Este debe manejar un palo para atemorizarle y nadie, sino él, debe darle la comida. El monarca es como un león y los guardianes son sus consejeros y lugartenientes. El palo es el cetro de la verdad y de la justicia. Así pues, el monarca Carlos es también un león que necesita que le encanten de esta manera".
Y les justificó el porqué del Asedio de Viena de 1529:
«Carlos V estaba amenazando a los turcos con hacerles la guerra desde Italia y mientras intentaba atraer a los de la secta de Lutero a su antigua fe. Pero llegó a Alemania y no pudo lograr nada». Además, no es digno de un emperador empezar a hacer algo y no llevarlo a cabo, ni prometer algo y no cumplirlo»
Finalmente, tras varios días de deliberaciones, en este tratado, se acordaron los siguientes puntos:
- Se reconocía formalmente a Juan I Zálpolya como rey de Hungría.
- Fernando I se retiraría de la Hungría occidental.
- Se reconocería a Carlos V como rey de España y a Fernando como rey de Austria, renunciando el primero a su título de Emperador que sólo ostentaría el califa otomano, pero serían considerados como ‘Grandes Visires’.
- Austria pagaría al Imperio Otomano el tributo anual de 30.000 guldens (moneda alemana de oro equivalente al florín).
Este acuerdo se mantuvo sólo unos cuatro años hasta que, en 1538, fue roto por la batalla de Gorjani y en 1539, la de Preveza.
BIBLIOGRAFÍA
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ERLANGER, Philippe. Carlos V. Editorial Palabra. 2002.
WHEATCROFT, Andrew. The Enemy at the Gate: Habsburgs, Ottomans, and the Battle for Europe. Basic Books. 2009.
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