El Circo Máximo, su historia es la historia de la Ciudad Eterna

La pasión por las carreras del Circo es una constante en la historia romana que no hará más que crecer con el paso de los siglos. Ya desde los legendarios tiempos de la Monarquía hay antecedentes de la celebración de “ludi circensis”. Incluso despuésde la caída Roma, aparecen numerosos testimonios de su continuidad durante bastante tiempo. Si en Occidente el circo fue muy importante en todos los aspectos, en el Imperio Romano de Oriente el hipódromo se convertirá en el centro de la vida social, religiosa y política de la ciudad.

CIRCO ROMANO

Escena Ben-Hur(1925). Dirigida por Fred Niblo, protagonizada por Ramón Novarro.

El circo en la Monarquía y en la República

Según Tito Livio (I.35.7-9), fueron los mismos Rómulo y Remo los iniciadores de las primeras competiciones. El texto carece de verdad histórica por entrar dentro de lo mitológico, pero sí que nos podemos quedar con la percepción entre el común de los romanos, de la mucha antigüedad de las carreras de carros. Eran una manera de celebrar victorias militares y fiestas religiosas. Se asigna al rey etrusco Tarquinio Prisco (616 a.C al 579 a.C.) la creación del Circo Máximo en el Valle Murcia en Roma, así como el establecimiento de algunos usos como la vestimenta de los aurigas. Ya desde esta época, quedó clara la separación por clases sociales del público, algo que será una constante de la historia de estos juegos. Las gradas quedarán destinadas al pueblo y los palcos para las élites.

Todo parece indicar que la pasión de los romanos por las carreras de carros les llegó a través de los etruscos, que a su vez la habían podido adquirir gracias a sus contactos con la Magna Grecia. Los griegos tenían una visión diferente de las competiciones de carros. El objetivo de ganar una carrera era el simple prestigio social. En ellas competían los más nobles ciudadanos o sus siervos, ya que eran los únicos que podían pagar el elevado coste derivado de la adquisición y mantenimiento de estos vehículos. 

Será Manio Valerio Máximo, dictador de Roma en el 494 a.C y vencedor de los sabinos, el primero al que se le concedió, además del triunfo, un palco privado en el circo, que además podía trasmitir en herencia a sus descendientes.

En la primera fase de la República se seguirá el modelo griego de carrera de carros. Se trata de competiciones entre notables romanos o siervos que les representan, en busca primero de premios honoríficos (coronas) y de dinero después. Silio Itálico nos cuenta que Publio Cornelio Escipión Africanus, en el 209 a.C tras la caída de Cartago Nova, celebró juegos de gladiadores y carreras de carros en honor de la memoria de su padre y su tío fallecidos con anterioridad en Hispania en la lucha contra el enemigo cartaginés.

El dinero privado estará siempre presente en la organización de los ludi circensis. Pero a medida que avanze la República, el Estado aumentará su apoyo económico al circo, especialmente en los grandes festivales como los Ludi Romani que, según Tito Livio, empezaron a celebrarse en el 366 a.C. Estaban dedicados a Júpiter y pasaron de celebrarse en un solo día a ocupar toda una quincena de septiembre.

CIRCO ROMANO

La llegada del auriga (Ulpiano Checa, 1860-1916)

Dionisio de Halicarnaso nos cuenta que Roma financió hasta la Segunda Guerra Púnica (2018 a.C-201 a.C) los sacrificios y las carreras con 500 minas de plata. Los ludi comenzaban con la Pompa circensis, una procesión que siempre debía celebrarse antes de los grandes festivales romanos. El recorrido comenzaba en el Capitolio y llegaba hasta el propio Circo Máximo. En ella participaban las autoridades con sus familias, los carros, los músicos, danzarines, portadores de incensarios, imágenes de los dioses, etc. El acto se cerraba con el sacrificio de bueyes a Júpiter. Una vez finalizado el sacrificio, se podían comenzar las carreras de carros que, en ese momento, podían ser de dos, tres o cuatro caballos.

Hay un momento indeterminado en la historia en la que el Estado de Roma deja de organizar directamente las carreras y decide subcontratar su celebración. Es en ese momento cuando surgen las famosas facciones. Curiosamente nacen primero la roja y la blanca y después las verdaderamente populares verde y azul. Es el momento en el que se abandona definitivamente la influencia griega, las carreras se convierten en un fenómeno esencialmente popular. Ahora los auténticos vencedores son los aurigas y las factio a las que pertenecen. Los aristócratas dejan de participar en las competiciones y muchos de ellos mostrarán desprecio por algo que consideran ordinario.

Ya en los últimos momentos de la República, tanto Pompeyo como Cesar utilizaron en numerosas ocasiones la financiación de los juegos o la mejora del Circo Máximo para ganarse el favor del pueblo y medrar políticamente.

Los ludi circensis en el Alto Imperio

Augusto se mostró como un gran maestro en el uso de estos espectáculos, supo comprender la importancia socio-política que tenían. En las Res Gestae, un repertorio que el mismo redacta sobre su obra política escribe:

Los gastos que afrontó en espectáculos escénicos y juegos de gladiadores, en atletas, en cacerías, en las naumaquias etc son incalculables”

Según Dion Casio (52.30.1) Mecenas uno de sus principales consejeros, era partidario de limitar las carreras de carros a la ciudad de Roma en exclusiva para evitar rivalidades y dispendios entre las ciudades. Tras el gran incendio del 31 a.C, que afectó seriamente al Circo Máximo renovó las instalaciones con más lujo que en el pasado. Alargó las gradas a todo el óvalo del circo, construyó en piedra la parte más baja destinada a la nobleza, dejando aún en madera las gradas más altas destinadas al pueblo; recupero viejas fiestas como los Juegos Seculares y creó otras nuevas como los ludi Martiales en mayo, incluyendo en todas estas celebraciones carreras de carros. Además arrebató a los ediles, que eran elegidos por las asambleas populares sus competencias en la organización de los juegos que fueron traspasadas a los procuradores y cónsules que eran elegidos por el Senado; estableció a los senadores en las gradas más bajas y a continuación a la clase ecuestre evitando así que se mezclaran con la masa romana.

Para él mismo y su familia construyó el pulvinar o palco imperial. Esta disposición será imitada en provincias llegando este esquema a época tardorromana y bizantina.

CIRCO ROMANO

Mosaico representando caballos de carreras y sus nombres (siglo III d.C.)

Tiberio al contrario que su predecesor no gustaba de los juegos del circo. Entendía su valor político y social y por eso los convocaba y organizaba, pero era raro que acudiera a ellos, al contrario que su sucesor Calígula, un fanático de las carreras de carros y de la facción de los verdes que bajo su gobierno pudo cometer todo tipo de tropelías con impunidad. Las anécdotas relacionadas con este emperador y las carreras son numerosas: se le acusaba de matar a miembros de las facciones rivales a los verdes, fundamentalmente azules; adoraba a su caballo Incitatus, al que construyó un pesebre de mármol y marfil cubriéndolo con una manta de púrpura y piedras preciosas; patrocinó competiciones donde solo corrían jóvenes del orden senatorial tiñendo la arena de verde y rojo para distinguirla de las ordinarias; aumentó enormemente el número de carreras desde el amanecer hasta el anochecer; edificó un circo propio conocido con posterioridad como Circo de Cayo (su verdadero nombre) y Nerón entre el monte Vaticano y el Tiber. Era conocedor de lo importante que era el lugar que cada uno ocupaba en las gradas así que alteró el orden tradicional para molestar a los senadores y ganarse el favor del pueblo.

Claudio (41-54 d.C) fue mucho más equilibrado que su sobrino y antecesor en el cargo. Dictó una norma que prohibía la celebración de repeticiones de las competiciones de carros cuando alguien alegaba que había algún error en el rito religioso previo. Era un fraude muy extendido como excusa para repetir las carreras; celebró por todo lo alto en los dos circos de Roma la conquista de Britania y reformó el Circo Máximo poniendo de mármol y piedra las antiguas cárceres, que eran el punto de salida de los carros; colocó también unas metas doradas al final del trayecto de los carros y unos conos del mismo tono en la espina. Acabó con las violencias de los verdes y creó de nuevo asientos específicos para los senadores para aumentar su dignitas, ofendida por las acciones de su antecesor.

CIRCO ROMANO

Carrera de cuadrigas en Ben-Hur (1925)

Nerón (54-68 d.C) fue un auténtico amante del Circo. A pesar de practicar con mayor o menor énfasis sus múltiples aficiones como la poesía o la lira, su auténtica pasión desde la más tierna infancia fueron las carreras de carros. Ya antes de ser emperador celebró, participando en una carrera, la recuperación de Claudio de una enfermedad (Dion Casio 61.33.9). Después participará en los Juegos Olímpicos en Grecia y ganará numerosos trofeos y eso a pesar de no participar o de caerse en plena carrera. Creó las Juvenalia en las que participó la élite social romana en un intento por recuperar la esencia antigua y la influencia griega en las carreras. Si Claudio colocó a los senadores, él se encargará de colocar a la clase ecuestre en su sitio definitivo en las gradas (Suetonio Nerón, 11.1) A él se le atribuye el señalar el comienzo de una carrera arrojando un pañuelo. Realmente quería imitar las grandes carreras descritas en la literatura y llegó a desenvolverse como auriga. Entrenó y compitió en el Circo de Cayo y Nerón y en el Circo Máximo. A Popea la asesinó, según Suetonio, de una patada estando embarazada, porque esta le recriminó que llegara al hogar tarde por culpa de su entrenamiento como auriga. Según Tácito, el gran incendio del 64 d.C que arrasó gran parte de Roma se originó precisamente en las tabernas del Circo Máximo.

Vitelio (69) durante este año se sucederán en el poder cuatro emperadores. El más destacable, en cuanto su afición al circo será Vitelio. Al igual que Nerón o Calígula era un gran amante del Circo. Era fanático de los azules y se le acusó de asesinar a algún destacado miembro de los verdes. También le gustaba conducir carros, aunque una mala caída le dejó lisiado para seguir esta actividad.

circo romano

Relieve del palacio Tinci (Folino). Muestra una carrera de carros

Vespasiano (69-79) y su dinastía pasarán a la historia, entre otras cosas, por la construcción del Anfiteatro Flavio, conocido después como el Coliseo. Esto supuso, como es lógico una atención especial hacia los ludi gladiatori y las venationes, pero en ningún caso dejaron de celebrar los ludi circensi. Según Suetonio, Tito (79-81) cuando inauguró el Coliseo celebró juegos y espectáculos que incluyeron carreras de carros en el Circo Máximo. Además erigió en uno de sus extremos un arco monumental muy similar al que aún podemos contemplar en el Foro de Roma. Domiciano (81-96) fue el más pródigo de su familia con respecto a los juegos circenses. Aumentó el número de colores creando las nuevas facciones dorada y púrpura, que se sumaban a las cuatro ya existentes. A pesar de las generosas donaciones con las que las dotó no sobrevivirán a su muerte. En el Circo hacía regalos que sorteaba con boletos contenidos en bolas. Llegó a brindar un gran banquete que duró todo el día en el mismo edificio a todo el público. Al igual que Nerón, Caracalla o Cómodo tuvo muy mala imagen entre los historiadores prosenatoriales, a pesar de ser muy amado por el pueblo. Según Suetonio (Dom 4.1 y 7.1), asesinó a miembros de la clase senatorial y ecuestre para hacerse con sus bienes y poder así financiar los gastos de estas carreras.

Es importante destacar el curioso escándalo de su idilio con el pantomimo y bailarín de los verdes llamado Páris. El asunto acabó con Juvenal en el exilio en Egipto por sus críticas y con el bailarín, muerto según unos o exiliado a Antioquía según otras noticias.

Con el cambio de dinastía llegamos a Nerva (96-98) primero de los antoninos. Fue un emperador austero que se encontró con las arcas vacías tras los dispendios de Domiciano. Según Dion Casio (68.2.2.4) decidió abolir numerosos sacrificios y juegos. De edad avanzada gobernó poco tiempo siendo sucedido por uno de los mejor recordados emperadores Trajano (98-117). Con él las carreras alcanzan su punto más álgido. Fue un exitoso militar que amplió enormemente las fronteras romanas a costa de Persia y Dacia.  El enorme botín que trajo de sus campañas financió, entre muchas otras cosas, la gran reforma del Circo Máximo. Recubrió con mármol toda la estructura, y añadió nuevas gradas a un edificio que según Plinio el Joven (Pan 51.3-5) contaba ya con 250.000 plazas. Será precisamente en su reinado cuando Juvenal en su décima sátira utilizará el aforismo de panem et circensis (pan y circo) para criticar el adormecimiento y la falta de interés por la política del pueblo romano con espectáculos y alimentos gratuitos ofrecidos por el Estado.

Adriano (117-138) no fue sin embargo un fanático de las carreras, le apasionaban sin embargo las luchas de gladiadores y las venationes. El mismo practicaba frecuentemente la caza. En cuanto a las carreras de carros se limitó a mantener lo hecho y a celebrarlas cuando el calendario romano o las novedades políticas, por ejemplo la asociación al trono de Elio Vero, así lo requerían.

circo romano

Espectacular mosaico lleno de detalles de una carrera de carros (caída, delfines para contar las vueltas, la espina central, el palco, etc).

Antonino Pío (138-161) fue nombrado sucesor de Adriano con la condición de que adoptase a Lucio Vero, hijo del malogrado Elio Vero, y a Marco Aurelio como sucesores. Fue un hombre religioso y austero que continuó con la política de Adriano con respecto al circo. Le toco afrontar la reconstrucción del Coliseo tras un incendio y reparar el Circo Máximo tras el derrumbamiento de parte de las gradas y la muerte de unas 1.000 personas en un accidente. Al parecer durante los ludi apollinares una columna que soportaba el peso de varias gradas de espectadores colapsó produciéndose el derrumbamiento de esas gradas. Tras la reconstrucción de esa parte, aprovechó para poner una estatua en la espina de Faustina, su amada esposa, recientemente fallecida.

Lucio Vero (161-169) y Marco Aurelio (161-180) gobernaron en común durante unos años. No se parecían en sus maneras de ser. Vero era un gran aficionado a los juegos del circo y en concreto a la facción de los verdes. Adoraba a Volucris (alado) un caballo al que colmó de todo tipo de lujos, al estilo de Calígula con Incitatus. La peste acortó su vida y dejo solo en el gobierno a Marco Antonio. El emperador filósofo tenía una idea muy exacta de la utilidad de estos juegos como medio de control social. A pesar de no disfrutar de ellos y de estar casi siempre en campaña, fuera de la capital, siempre se aseguró de que no dejaran de celebrarse en los momentos señalados. Para castigar a la rebelde Antioquía por su apoyo al usurpador Avidio Casio prohibió a la ciudad la celebración de sus asambleas y de sus espectáculos públicos.

Con Cómodo (180-193) llegamos al final de la dinastía Antonina. Hostil al Senado y con una personalidad que rayaba en la paranoia, siempre se aseguró de que a Roma no le faltaran ni alimentos ni juegos con los que entretenerse. Se entrenaba a diario como gladiador y se consideraba así mismo como Hércules. Al igual que Nerón, se planteó competir públicamente como auriga pero parece ser que finalmente optó por hacerlo en privado vestido con los colores de su facción favorita, los verdes. Contaba con carros experimentales capaces de medir las distancias recorridas y que tras su muerte, por su elevado valor, serán subastados. Los grandes dispendios de su gobierno, unidos a la mala situación económica general impondrán tras su muerte una obligada austeridad a Pertinax, senador y sucesor de Cómodo. No resultó del gusto de los pretorianos que acabaron en unos meses con el nuevo emperador y subastaron públicamente el puesto siendo el ganador Didio Juliano, otro rico senador. Finalmente el pueblo armado decidió acampar en las cercanías del Circo y pedir al ejército la intervención contra el usurpador y los pretorianos que le apoyan

Los generales Clodio Albino, Septimio Severo y Pescenio Níger optarán por el poder iniciándose así también una nueva etapa en el desarrollo del los ludi circensis como centro de la vida política y social de Roma, aunque esa, ya es otra historia.

Fuente principal.

Este artículo está basado en:

Panem et circenses—David Álvarez Jiménez. Una historia de Roma a través del Circo. Alianza Editorial, 2018

Otras fuentes.

  • Cicerón. —Cartas a Ático, Editorial Gredos, 1996
  • Juvenal. —Sátiras. Alianza,2010
  • Plinio el Joven. —Epístolas. Cátedra.
  • Polibio. —Historia de Roma, Alianza, 2008.

Dejar un comentario

Iniciar sesión


Categorías

arrow_upward