LA MUERTE DE MAHOMA Y EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN

Cuando Mahoma murió en el 632 dejó sin especificar quién le sucedería, originándose así un acalorado debate. 

En la mezquita de Medina, se acordó reunir a toda la comunidad para recordar al Profeta fallecido y elegir un sucesor. Allí, Abū Bakr, suegro de Mahoma y padre de Aysha, se dice que comentó:  "Si alguno alaba a Muhammad[1], Muhammad está muerto. Si alguno alaba a Dios, Dios está vivo, es inmortal (…)" y concluyó entonces con un verso del Coránː "Muhammad no es sino un enviado, antes del cual han pasado otros enviados. Si, pues, muriera o le mataran, ¿ibais a volveros atrás?." (Corán 3ː144)[2], indicando así que el Profeta del Islam no deseaba ser idolatrado, sino que era un hombre más, como el común de los mortales.

BUSCANDO UN NUEVO CALIFA:  LAS PRIMERAS DISCREPANCIAS

Comenzaron entonces las primeras disputas. Se organizó una reunión en la Saqifah (patio) del clan de los Banū Sa'ida en Medina que acogió a los ansar (medineses) y a otros grupos pero que dejaban fuera a los llamados Muhaŷirun (los emigrados o exiliados de La Meca). Ante ello, Abū Bakr y ʿUmar intentaron mediar buscando posibles candidatos, entre los que se llegó a presentar a Alí.

Tras seis meses de disputas y tensas discusiones, se pactó por mayoría que fuese Abū Bakr el primer ‘Califa del Profeta de Dios’. Sin embargo, estas diferencias iniciales, aunque parece que se resolvieron, abrieron unas fisuras que quedaron latentes e irían con los años ahondándose hasta dar paso a los sunníes, chiítas y jariŷíes.

CALIFATO DE ABŪ BAKR (632-634)

Ya instaurado como nuevo califa, Abū Bakr, gobernó durante 27 meses, durante los cuales tuvo que enfrentarse a tribus rebeldes que no querían pagar sus impuestos o incluso habían elegido a falsos profetas (hasta cuatro) que predicaban su propia versión del islam, a los que derrotó en las Guerras Ridda.

Durante los últimos meses de su gobierno, envió a Jālid ibn al-Walid a hacer campañas militares contra los Imperios Bizantino y Sasánida en la zona de la actual Siria y Mesopotamia, lo que sentó el precedente de las llamadas ‘conquistas del Islam’.

También fue el precursor, a petición de ʿUmar, de la compilación de los fragmentos revelados por Dios a Mahoma a partir de lo memorizado por algunos fieles y de lo conservado en escritos. La labor de cotejar lo memorizado y lo escrito y de llevarlo a un manuscrito final se la encomendaron a Zayd ibn Thabit.  El texto resultante, llamado Munshāf (la copia, en árabe), fue lo que podemos considerar una versión primigenia del Corán cuyo manuscrito fue confiado a Hafsa, viuda del profeta e hija de Umar.

En agosto del 634, sintiéndose enfermo llamó a ʿAlí y a ʿUmar para que le asistieran en su lecho de muerte.  Tuvo tiempo de tomar un baño ritual funerario y de dictar testamento por el que designó sucesor a ʿUmar, tratando de evitar así el empeoramiento de las disputas ocurridas ya a la muerte de Mahoma. Sin embargo, ʿAlí y sus partidarios discreparon de esa decisión.  Fue enterrado junto a la tumba del Profeta.

Ilustración 1. Abu Bakr  como primer califa del Islam. Miniatura turca . siglo XVII. Dresde, Biblioteca Nacional de Sajonia

CALIFATO DE ʿUMAR (634 – 644)

ʿUmar había sido lugarteniente de Mahoma y uno de sus más fieles seguidores desde su conversión en el 615 y apoyó a Abū Bakr en su etapa como califa.  Se dice que adoptó el título de Príncipe de los Creyentes (Amīr al-Mu’minĪn) a petición de la comunidad islámica.

Bajo su gobierno, se produjeron las primeras conquistas fuera de Arabia. En el 636 derrotó al emperador bizantino Heraclio en la Batalla de Yarmuk, lo que le abrió las puertas de Siria y la conquista de ciudades como Ctesifonte y territorios otrora bizantinos como Irak (637), Armenia (640) y Egipto (639-642).  En esta época, tras tomar Jerusalén el 638, ordena la construcción de la Cúpula de la Roca, donde la tradición islámica aseguraba que había subido Mahoma a los cielos en un viaje místico a lomos de la montura Buraq.

Ilustración 2. Ilustración historicista representando la llegada del califa Umar  a Jerusalén para tomar posesión de la ciudad en el 63. (Fuente. Wikipedia)

Después se dirigió en el 641 contra el Imperio Sasánida, derrotando al shah Yazdgerd III en la Batalla de Navahand (642). Fue tal la derrota que el Imperio Sasánida había sido conquistado casi al completo un año más tarde.

En todos estos estados recién dominados por los musulmanes, conservó las estructuras administrativas locales y se ordenó aplicar la dhimma, un pacto con los no musulmanes residentes en estas zonas (judíos, cristianos y zoroastrianos principalmente) donde estas comunidades a cambio de un impuesto llamado yizya quedaban bajo el amparo y protección del nuevo Califa pudiendo, además, conservar sus edificios religiosos y sus sistemas judiciales propios. 

Sin embargo, disfrutó poco de estas conquistas ya que un esclavo persa llamado Piruz Navahandi le asesinó apuñalándolo varias veces durante una oración en la Mezquita de Medina.  Un Umar agonizante fue llevado a su casa donde sobrevivió tres días hasta el 3 de noviembre del 644.  Tras una deliberación donde el hijo de Umar se ensañó a muerte con algunos persas de Medina, entre ellos la hija de Piruz, fue proclamado califa ʿUthmán.

EL CALIFATO DE ʿUTHMÁN (644 – 656)

Era yerno del Profeta Mahoma y estuvo casado con dos de sus hijas, Ruqaya y Umm Kulthūm, nacidas del matrimonio del Profeta con Jadiya. También era cuñado de Alí, al estar este casado con Fátima, hija también de Jadiya.  Procedía del clan de los Banu Umayya, de la tribu Quraysh.  Fue investido como califa al mes de la muerte de ʿUmar. 

También, viendo que al islam comenzaban a llegar nuevos fieles de culturas no árabes con su propia pronunciación de los versos coránicos y que también iban muriendo poco a poco los memorizadores de Corán, encargó a Zayd ibn Thabit de recuperar la versión primigenia del Libro sagrado compilada por Abū Bakr y trabajar en ella para crear una versión definitiva oficial que sería la que se mandaría en copias (munshāf) a las ciudades de los nuevos dominios del islam.  Esta versión de ʿUthmán es la que hoy usan los musulmanes y comienza con la azora llamada Al-Fātiha (‘La que abre’)

Ilustración 3. Fragmento del Corán de Samarcanda, que se cree tradicionalmente es una de las copias munshāf enviadas a las ciudades conquistadas tras la codificación del Corán ordenada por el califa ʿUthmán. Sin embargo, es posiblemente décadas posteriores, del siglo VIII, y que sea copia de un original perdido. Es de interés por su valor filológico por el tipo de escritura, el cúfico primitivo que aún no tiene vocales o puntos diacríticos en las consonantes como si vienen en las caligrafías árabes posteriores usadas para el Corán como el estilo nasjí.

A nivel gubernamental, económico y social, ʿUthmán organizó la fiscalidad emitiendo moneda propia (basada en las monedas sasánidas), estableció un sistema de recaudación de impuestos, de reparto y compraventa de tierras en las zonas conquistadas, y administró con moderación y transparencia el erario público.  Por ello, se considera que su reinado fue una etapa próspera y rica. Bajo su mandato el Islam continuó su expansión hacia Oriente llegando a lo que hoy es el Irán Oriental (Fars) y la India (Sindh). 

En el Mediterráneo Oriental, continuó el islam su expansión hacia Oriente derrotando a los bizantinos incluso con una flota musulmana creada ex profeso en la llamada Batalla de los Mástiles o de Fenike (655). Esta victoria les abrió la conquista de todo el Norte de África hasta Túnez.

En los últimos años de su administración se gestó una especie de oposición social quizás porque ʿUthmán había practicado una especie de nepotismo asignando a miembros de su familia como gobernadores y en otros puestos de poder en detrimento de otros grupos que se sentían marginados y apartados.

En Arabia, se levantaron partidarios de Alí que quisieron proponerle como nuevo califa mientras que, en Egipto, se alzaron en armas rebeldes que depusieron al gobernador nombrado por ʿUthmán.  Otras rebeliones surgieron entre los soldados árabes acantonados en Basora y Kufa. 

Con el tiempo los rebeldes fueron tomando fuerza y ganaron influencia en Medina, llegando incluso a asediar la casa del anciano ʿUthmán que quedó protegida por Alí y miembros de su clan y otros medineses. Sin embargo, unos rebeldes de Egipto aprovecharon un hueco no vigilado de la casa de Uthman y entraron dentro causándole la muerte a golpes sin que los partidarios uthmaníes pudiesen hacer nada por salvarle la vida.

Ilustración 4. Asesinato de Uthmán a manos de los rebeldes.  Fuente: Bridgeman/PhotoPower

CALIFATO DE ʿALÍ (655 – 661)

La muerte de ʿUthmán desencadenó lo que se ha llamado la primera Fitna o Pugna entre musulmanes. Si estaba ya divididos desde los tiempos de Mahoma, ahora la división era casi fractura ya que no sólo eran los medineses (ansar) o los exiliados (muhaŷirun) sino que ahora nacían otros subgrupos surgidos de los rebeldes: los de Kufa, los “egipcios” y los de Basora. 

 Los musulmanes se reunieron en la Mezquita del Profeta el 18 de junio de 656 para nombrar al nuevo califa.  Propusieron a ʿAlí, pero este lo rechazó la primera vez.  Sin embargo, ʿAlí acabó por aceptar, firmemente convencido de la legitimidad de su nombramiento, su parentesco cercano con el Profeta, su temprana aceptación y conocimiento del islam, y sus méritos militares y civiles al servir a la causa del islam. 

Sin embargo, esta nueva elección dividió al islam en tres bandos: El de Alí y su familia y partidarios[3],, el segundo el de los Banū Umayya con Marwān y Mu’awiya (gobernador de Siria), que acusaban a Alí de proteger a los asesinos de su pariente  ʿUthmán y el tercer grupo el de los Banū Quraysh que habían apoyado a ʿUmar y ʿUthmán. 

Estos tres bandos comenzaron a luchar entre sí en guerras fratricidas. En una de estas confrontaciones, ʿAlí, ayudado por ʿAysha y aliado a familiares y miembros del clan de ʿUmar y ʿUthmán vencieron en la llamada Batalla del Camello (656) a unos rebeldes encabezados por candidatos al califato que no fueron elegidos. La victoria fue para ʿAlí.

Sin embargo, pronto surgieron nuevas discrepancias, esta vez con Mu’awiya de los Banū Umayya, con quien inicialmente Alí logró un arbitraje que acabó fallando ya que fue visto por los suyos como una claudicación y  fue en cierto modo una victoria moral para Mu’awiya. Estas tensiones se culminaron en la batalla de Siffin (657) entre los partidarios de Alí y los de Mu’awiya donde durante dos días se sucedieron escaramuzas y luchas de paladines e incluso un grupo de combatientes “se salieron” porque no querían una lucha fratricida entre musulmanes (los futuros jariŷíes). 

Esta batalla marcó el surgimiento de los futuros chiitas, sunníes y los jariŷíes.

Ilustración 5. Territorios en rebeldía, el del bando 'egipcio' está representado en azul, el de Mu'awiya en rojo y en verde los dominios del cuarto califa ortodoxo, Alí.  El imperio islámico como vemos había llegado por el este hasta la India y por el oeste, hasta Libia.

Alí intentó aproximar posturas con estos jariŷíes que rehusaron apoyar a Ali contra  Mu’awiya y lo acusaron de infiel (kāfir).

Los jariŷíes comenzaron a asesinar a partidarios de ʿAlí incluyendo al gobernador de Nahrawan. Por ello, las fuerzas de ʿAli y los jariŷíes acabaron enfrentándose en la batalla de Nahrawan.(659) de donde salió victorioso el califa.

Sin embargo, esta victoria no fue suficiente para consolidar su poder califal dado que Mu’awiya había aprovechado las otras guerras de ʿAlí contra los jariŷíes para seguir ganando adeptos a su causa entre ellos el apoyo de las tribus que habían sido aliadas de ʿAlí así como de ciudades de Arabia, Egipto, Siria y Mesopotamia.

Al final sólo le quedaron a ʿAlí unos mínimos apoyos, o bien de su familia o sus partidarios (los futuros chiítas), o de gente contraria a Mu’awiya, que se le juntaron como aliados temporales en un ejército que marchó hacia Siria contra el rebelde de los Banū Umayya.

Mientras Alí rezaba en la Mezquita de Kufa, el 31 de enero del 661, fue herido mortalmente con una espada envenenada por un partidario jariŷí, Ibn Mulyam.

Ilustración 6. Diseño gráfico contemporáneo chíita representando el asesinato del Califa Alí a manos de Ibn Mulyam.

Con su muerte se ponía fin al periodo de los Cuatro Califas Ortodoxos del Islam y se iniciaba otra etapa con Mu’awiya como nuevo califa quien instauró en Damasco la capital de una nueva dinastía, los Banū Umayya, más conocida como los Omeya.

La muerte de Alí trajo además otra consecuencia muy seria para el futuro, el principio del fin de la unidad islámica y el comienzo de nuevas guerras civiles y cismas.

BIBLIOGRAFÍA

El Corán (Versión española de Julio Cortés). Digitalizada por el Centro Cultural Islámico «Fátimah Az-Zahra» - www.islamelsalvador.com.

CRONE, P.; HINDS, M. (1986): God’s Caliph: Religious authority in the first centuries of islam. Cambridge: Cambridge University Press. Hawting,

PAYNE, Robert (2019) La espada del Islam: Una historia del mundo musulmán de Mahoma al Imperio Otomano. Ático de los Libros.

TABATA’I, Sayyid Muhammad Husayn (1979). Shiʻite Islam. State University of New York.

VVAA. El Nacimiento del Islam (2014).  Revista Desperta Ferro Antigua y  Medieval. Nº24.

NOTAS

[1] Muhammad es el nombre en árabe que recibe el Profeta Mahoma. Hemos optado por usar ‘Mahoma’  en el artículo para una mejor comprensión del lector medio acerca del personaje histórico que tratamos.

[2] Traducción española por Julio Cortés. El Corán. Enlace: Libro digitalizado por el Centro Cultural Islámico «Fátimah Az-Zahra» - www.islamelsalvador.com [Consultado el 12/05/2022]

[3]  Aunque los chiítas son los seguidores de Alí y sus descendientes.   Los llamamos aquí “partidarios o seguidores de Alí” porque estamos aún en la etapa histórica de los Califas Ortodoxos y en la de Alí como el cuarto de ellos.

La palabra shi’i que se usará después deriva del árabe ‘shi’a’ que significa ‘bando o partido’, pero en esta época aunque se están formando muchas bases de lo que será el chiísmo histórico  no existe como tal ni tampoco Alí es imán sino califa.  Como musulmanes, estos partidarios de Alí aún son fieles al Islam primitivo predicado por el Profeta.

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