Ballesta siglo XV

Si bien el arco no tuvo mucha presencia en los campos de batalla de la Reconquista, la ballesta sí que se convirtió en un arma terrible y bien utilizada por ambos bandos. Según la Primera Crónica General, los mejores fabricantes y ballesteros de Europa se encontraban en las Baleares. De allí reclutaron mesnadas de ballesteros los reyes de Aragón y hay constancia de su masiva presencia en las huestes de Jaime I. Ballestas de las islas baleares fueron utilizadas tanto en la península ibérica como fuera de ella.

A finales de la Edad Media y paralelamente a la evolución de las protecciones de placas, los armeros italianos innovan una ballesta de mayores dimensiones, potencia de penetración y alcance operativo. Se denomina a veces esta versión como arbalesta. Dadas sus dimensiones y kilos de fuerza necesarios para su carga, incorporaron un molinete o torno gracias al cual la tensión del arco se hacía menos fatigosa para el ballestero. Como se aumentaba el tiempo de carga de la ballesta, este arma solía emplearse desde posiciones fortificadas, o bien, cuando se utilizaba contra una plaza fuerte o en el campo de batalla, obligaba al ballestero a contar con un escudo en la espalda que le protegiera mientras armaba la ballesta (dándole la espalda a los defensores), el pavés.

Esta réplica de ballesta es muy compleja y está realizada en madera y acero. Es un artículo de decoración o recreación histórica de los siglos finales de la Reconquista, XIV o XV.

Se incluyen tres cuadrillos con puntas de forja.

• Material: madera, acero, cuerda, latón
  
• Longitud: aprox. 106 cm
• Anchura: aprox. 88 cm
• Peso aprox. 7,1 kg
• Largo del virote: aprox. 39 cm

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Peso del envío: 20.60 kg

En la imagen, ballesta en iluminación del Libro de Horus, 1440, Biblioteca Morgan M.63, Francia: