La ciudad escondida de Bailo es donde viven todos los vientos y se concentra toda la luz. Es un bastión natural protegido por grandes formaciones de roca caliza que domina un inmenso territorio donde el mar se derrama en olas, desde Tarifa hasta el cabo Trafalgar.
Al otro lado del mar, en África, se divisa desde Cabo Espartel hasta el Djebel Moussa.
Se podría decir que ocupó un lugar de fácil defensa, de gran importancia estratégica y de control territorial. Además, la zona cuenta con abundancia de recursos naturales y agua.
En esta zona privilegiada existen otros oppida dispersos por la zona, como Mellaria y Baesippo, que podría ser el despoblado de Cerro Patria de la actual Vejer o la Peña del Aljibe, en Barbate.
El origen de Bailo está en la Edad del Bronce, aunque quienes primero nos hablan de ella son fuentes romanas. Estuvo habitado a lo largo de la Edad del Hierro, a partir de una primera instalación del siglo X a.C. o principios del siglo IX y hasta el final de la era republicana.
El asentamiento ocupó unas seis hectáreas y consistía en casas de varios pisos apoyadas en las paredes rocosas donde quedan las muescas de las vigas. Se extendía mucho más allá de su gran muralla natural, donde se encuentran dos necrópolis de cremación, una al suroeste y la otra al noroeste, con monumentos funerarios tumulares y turriformes, datados entre el siglo III y el siglo I a.C.
Bailo es un "oppidum", un lugar elevado con grandes defensas naturales mejoradas por el ser humano. Los "oppida" tenían una función urbana, pero también una función política, de control de fronteras.
La antigua ciudad fenicia se encuentra en el antiguo poblado prehistórico de la Silla del Papa, una elevación bien protegida en la sierra de la Plata, que tiene la única fuente de la zona.
Es una fortificación natural entre dos grandes sistemas rocosos paralelos de más de 400 metros de longitud, con anchuras que oscilan entre los 20 y 75 metros, a cuyos lados se encontraban las casas en terrazas que anulaban la pendiente. La población tiene la entrada principal hacia el norte y está orientada hacia la vía Heraklea más que hacía la costa, probablemente porque la economía se relacionaba más con la agricultura y con la ganadería que con los recursos del mar, cosa que cambió, tal vez a la fuerza, tras la guerra sertoriana (81-78 a.C.).
Los grandes roquedos del punto más alto protegen a la población de los fuertes vientos de la zona, cuya dirección dominante es de sur a norte.
La Sierra de la Plata dificulta el control visual de la costa hacia el sur. La mayoría de los oppida de la zona carecen de control visual sobre el frente marítimo, pero el dominio visual es completo sobre el valle del río Almodóvar y sus vías de comunicación en dirección a Gades, con Carteia, el otro poder económico de la zona en época de República romana.
Las acuñaciones expresan de manera simbólica, a través de las imágenes del toro y de la espiga impresas en el reverso, las principales actividades de los habitantes del “oppidum”: la ganadería y la agricultura.
Según los especialistas, los caracteres de la escritura libiofenicia se deben a la presencia de guarniciones de númidas superficialmente semitizados, establecidos por Aníbal como pago de tierras a veteranos o a mercenarios que, en muchos lugares, llegaron a asumir un papel dirigente en las poblaciones en las que fueron asentados.
Cuando llegaron los romanos para expulsar a los cartagineses en el año 206 a.C., también ocuparon la ciudad de Bailo, encajada entre los agrestes roquedos. Durante mucho tiempo, la mayoría de los habitantes de Bailo hablaba en época republicana una lengua derivada del fenicio.
Su principal socio comercial fue Carteia, fundada en el año 171 a.C., que fue uno de los grandes centros de poder económico romano de la época republicana en esa zona. Lo más probable es que Bailo se fuese integrando poco a poco en el mundo romano a través de las relaciones económicas.
Las industrias conserveras de pescado se multiplicaron a lo largo de la costa gaditana desde el 140-130 a. C., cuando se produjo la sustitución del modelo de ocupación urbana en altura, habitual durante todo el I milenio, por el traslado de la población a la costa, debido a la implantación de un nuevo modelo urbano y de gestión del territorio impuesto por Roma.
Tal vez en ese momento se instalase una factoría de salazón en lo que hoy es Baelo Claudia para aprovechar los inmensos recursos pesqueros de la zona.
La complejidad de la población se ve en la necrópolis, en la que conviven rituales de cremación e inhumación.
Bailo tuvo su propia ceca, tal vez más por razones políticas que económicas. Los datos numismáticos parecen documentar cierto grado de asimilación de elementos culturales feno-púnicos, ya que en el anverso se lee el nombre de la ciudad junto a una espiga y en el reverso de ven símbolos astrales sobre un toro, lo que muestra, parece que con orgullo, su origen fenicio y púnico. La ceca de Bailo podría hacer funcionado desde el año 133 a.C. hasta su abrupto final político tras la derrota de Sertorio.
Curiosamente, son años que marcaron el final de la República Romana a causa de las crecientes desigualdades sociales.
La Guerra de Sertorio fue una extensión de la guerra civil que estalló en el 84 a. C. entre los populares de Cayo Mario y los aristócratas de Lucio Cornelio Sila.
En el 83 a. C., Quinto Sertorio fue enviado a Hispania Citerior como pretor para atraer al bando de Mario, tío político de Julio César, a las tribus de Hispania, el único lugar que resistía contra Sila.
En el 81 a. C. Sertorio tomó Tingis (Tánger), frente a Baelo. En la primavera del año 80 a.C. Sertorio recibió una petición de ayuda de los lusitanos y volvió a la Península, pero tal vez tuvo que enfrentarse a la armada de Sila en una batalla naval frente a Tarifa.
Desembarcó donde estaría la factoría de salazón que llegaría a ser Baelo con 2.000 legionarios, 700 jinetes mauritanos y 600 auxiliares hispanos.
Estuvo en Bailo y consiguió ganarse la confianza de los jefes locales bajando los impuestos y evitando el alojamiento militar en las poblaciones. Reclutó a los colonos romanos para el ejército y preparó la guerra, que afrontó con una fuerza más ágil que la romana.
Después de la victoria de Sila, muchos de los partidarios de Mario huyeron como proscritos a Hispania, donde Sertorio había conseguido un poder formidable.
Cuando Sertorio fue asesinado y su causa derrotada, Roma obligó a los habitantes del oppidum de Bailo a trasladarse a la costa y construir una nueva ciudad donde antes solo existía una factoría de salazones, un lugar mucho más difícil de defender. Los romanos llamaron Baelo a esa nueva ciudad costera.
Su nombre viene de que se hizo sobre una fundación fenicia llamada Bailo y su apellido es porque el emperador romano Claudio le concedió el rango de municipio romano entre los años 41 y 48.
El inicio de las actividades pesquero-conserveras en Baelo se produjo una generación después de la fundación de la colonia latina de Carteia (171 a.C.). Las ánforas que se utilizaban en Baelo para contener las salazones y salsas de pescado también se fabricaban en Carteia.
El momento de apogeo de la colonia es el s. I d.C. Tal vez Augusto concediese a Baelo el derecho latino para estabilizar o aumentar la población dedicada a las cetariae, pero se había creado una auténtica necesidad de sus productos. Se han hallado ánforas de salazones y salsas de pescado del sur de la Península Ibérica del último tercio del siglo I a.C. a lo largo del eje Ródano-Rin, por el que se abastecía a las legiones de Augusto en la conquista de Germania hasta la derrota de Teutoburgo en 5 d.C.
El emperador Claudio elevó es estatus jurídico de Baelo a la categoría de municipio de derecho romano como premio por la colaboración en la política norteafricana del emperador, que retomó la política atlántica de Julio César.
Las ciudades del sur de la Península Ibérica aprovisionaron al ejército que fue a Mauritania, por lo que los productos de Baelo también llegaron al Norte de África. El periodo de apogeo económico se reflejó en el entramado urbano y monumental y, probablemente, el nuevo estatuto de municipio debió implicar una mayor población.
Las industrias de salazones de pescado equivalen a una tercera parte del espacio total de la ciudad, con lo que vemos cual fue su motor económico.
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