Un artículo de Federico Romero Diaz.

Cuando nos acercamos a los visigodos es difícil no sacar la impresión de acercarnos a una historia vivida, contada y protagonizada exclusivamente por hombres. Sin embargo basta investigar un poco para encontrarnos, como en casi todas las etapas históricas, a mujeres que, aprovechando las fisuras que les deja el sistema y las ventajas derivadas de su privilegiada posición social, fueron capaces de liderar y protagonizar el momento histórico que les tocó vivir.

Corte Hispania Visigoda

La sociedad visigoda no era una excepción a la tónica general que se daba en la Europa de los siglos VI y VII. Hay estrictas normas recogidas en sus concilios y en sus códigos legales que regulan aspectos que afectaban muy directamente a las relaciones entre hombres y mujeres, al papel de estas en el matrimonio, a su posición en la Iglesia, etc. Por ejemplo en el Liber Iudicorum se dedican múltiples disposiciones al adulterio, a la prostitución y a la violación dejando claro que a pesar de lo duro de los castigos y de lo estrictas que eran las normas sociales y las propias leyes eran sucesos frecuentes. Las relaciones sexuales (consentidas o no) y sentimentales “no apropiadas” por ser entre personas de diferentes clases sociales, entre señores y siervos, entre judíos y cristianos, entre eclesiásticos y seglares, etc se producían con indeseada frecuencia para las autoridades y era necesario regularlas y perseguirlas legalmente.

A pesar de que las mujeres sufrían más limitaciones legales, religiosas y sociales que los hombres, podían, en especial si pertenecían a la clase social más privilegiada, alcanzar puestos de enorme influencia.

Empecemos por analizar el papel de algunas de algunas de las reinas más conocidas de este periodo. Por fuentes como la carta que dirige el comes Bulgar a Gundemaro para darle el pésame por la muerte de su esposa Hilduara; por el epitafio escrito por Eugenio de Toledo, para la esposa del rey Chindasvinto (642-653), Reciberga; por algunos poemas que el aristócrata Evodio le encargó a Sidonio Apolinar para acompañar una copa de plata ofrecida como regalo a la reina  Ragnahilda, esposa de Eurico (466-484);por otros testimonios como son los versos laudatorios de Gregorio de Tours y Verancio Fortunato en honor a Brunequilda etc conocemos de la importancia de muchas de las reinas en la toma cotidiana de decisiones fundamentalmente como vía de acceso a la voluntad regia y como elemento de intermediador y suavizador de las decisiones del rey.

También por esos testimonios sabemos que se esperaba de ellas que fueran religiosas, dadas a la caridad, de aspecto agradable, carácter dulce y que estuvieran dotadas de cierta cultura. En muchos casos a través de la reina viuda o de la hija del rey se podía acceder al trono, siendo este un camino que los usurpadores podían recorrer en su camino al trono. Ya a finales del siglo VII, el rey Egica que había roto relaciones con el partido de su antecesor Ervigio, representó públicamente esta ruptura separándose de su mujer Cixilo y haciendo que en el Tercer Concilio de Zaragoza ,en el 691, se decretara que las reinas viudas debían ingresar en un convento ”por su bien”, impidiendo así que se convirtieran en vía de legitimación de posibles usurpadores.

Normalmente las reinas procedían de la alta aristocracia goda, aunque hay ejemplos de monarcas visigodos casados con poderosas mujeres de ascendencia romana como Ataulfo que a principios del siglo V se casó con Gala Placidia o el propio Teudis que en el siglo VI contrajo matrimonio con una rica hispanorromana que con su riqueza  reforzó su poder militar y político. Según pasen los años, esta tendencia se va borrando en cierta medida porque también las diferencias entre godos e hispanorromanos cada vez son más leves. También hay casos en los que, incluso sin ese elevado estatus social, la mujer llega a esa posición de poder. Ya había antecedentes, por ejemplo en el siglo VI recordemos el caso de Teodora, mujer de Justiniano, hija de un cuidador de osos de una de las facciones del circo en Constantinopla o Antonina, esposa del poderoso general romano Belisario que fue bailarina y prostituta antes de casarse con uno de los principales hombres del Imperio Romano de Oriente. En el reino visigodo encontramos casos análogos como Baddo  unida a Recaredo en una relación de Friedelehe, que es una unión germánica civil de concubinato, antes de alcanzar el trono en el 586. Esta mujer, posiblemente de origen humilde, fue madre de Liuva II en 583, quien sucedería a su padre como rey. Su origen servil no impidió que el rey la convirtiera en su esposa legal poco antes del 589 y por lo tanto en reina. Baddo fue presentada y aceptada ante la asamblea de obispos y nobles que asistieron al III Concilio de Toledo del 589, en el que participó firmando sus conclusiones:

"Yo Baddo, reina gloriosa, firmé con mi mano y de todo corazón, esta fe que creí y admití"

Recaredo'La conversión de Recaredo', de Antonio  Muñoz Degrain (Senado de España)

Podemos concluir además, que sabía escribir y leer y que su influencia llegó a ser lo suficientemente fuerte como para que su padre Adefonso fuera nombrado comes patrimonii, uno de los puestos más elevados de la corte.

No es el único caso de un rey godo cuya madre fuera de condición servil, Gesaleico es otro caso. Fue rey de los visigodos entre el 507 y el 511, antes de ser expulsado de la corona por las tropas del ostrogodo Teodorico I. Como dice Amancio Isla sobre esta cuestión:

Que tanto Gesaleico como Liuva II alcanzaran el trono, pone de relieve que la condición social de la madre y la ausencia o no de unión matrimonial no eran elementos en los siglos V y VI que imposibilitaran que los descendientes alcanzaran la dignidad regia.”

“Con todo, que ninguno de los casos que conocemos respecto a hijos de madre de inferior condición social lograra retener el trono, apunta a las enormes dificultades políticas de estos personajes. Ambos, Gesaleico y Liuva II, pertenecían a familias de prestigio y con poder consolidado, de modo que pudieron alcanzar el poder. Sin embargo, su origen desaprovechaba la oportunidad de lograr nuevos apoyos por línea materna, lo cual favoreció su debilidad política”.

Las mujeres visigodas de alta alcurnia, entregadas en matrimonio, ya sea a otros nobles o a otras casas reales, eran utilizadas como garantía de pactos y alianzas entre las diferentes facciones nobiliarias o entre los diferentes reinos. A veces estas alianzas prosperaban, sobre todo si tenían hijos varones, y la reina en cuestión ejercía influencia durante años en la corte a la que había sido destinada. Por ejemplo el caso de Brunequilda de quien hablaremos más adelante. Por desgracia no siempre era así y entonces la mujer sufría maltrato de diferente tipo. Por citar algún ejemplo: Amalarico a principios del siglo VI, maltrataba a su esposa, la merovingia Clotilde, posiblemente porque los francos no dejaron de presionar los dominios visigodos en la Galia y por sus diferencias religiosas llegando el rey, que era arriano, a arrojar estiércol a la reina católica cuando acudía a misa. Otro ejemplo es el de la goda Galsvinta que en el 567 fue asesinada en la corte del rey franco Chilperico, que nunca abandonó a su amante Fredegunda.

Las reinas y las grandes aristócratas, además de fuente de poder político eran fuente de riqueza por las dotes que traían consigo desde sus lugares de origen. Según Gregorio de Tours, Rigunta, la hija de Chilperico y Fredegunda, destinada a ser la esposa de Recaredo, llevaba como dote casi 50 carros entre equipaje y tesoros donados por su padre, por su madre y por los nobles de Neustria. Es curioso resaltar la costumbre de que las princesas visigodas no solo recibían dotes de sus padres, sino también de sus maridos. Por ejemplo Galsvinta recibirá varios enclaves del reino franco de su marido en la mañana de la consumación del matrimonio, según Gregorio de Tours.

Boda visigodaBoda de Brunequilda y Sigeberto I (Wikimedia commons)

En cuanto a las reinas poderosas, provenientes de la nobleza goda, destaca Brunequilda(543-613), hija del rey Atanagildo y de la poderosa reina  Gosvinta. Casada con Sigeberto I, se convirtió durante decenios en la figura central de la política franca, especialmente en el reino de Austrasia donde fue reina y en el de Borgoña de donde fue regente.

Allí se mostró despiadada con sus rivales entre los que destacó otra mujer, la mencionada Fredegunda. Desempeñó un papel clave como protectora de las letras y las artes, restauradora de calzadas, puentes, murallas, reformadora de las finanzas, etc. A los sesenta años continuaba encabezando las luchas por el poder en la Frankia merovingia. A los setenta fue apresada por Clotario II su rival que, tras humillarla en público subiéndola a un camello y tras enjuiciarla acusándola de las muertes de muchos de sus rivales políticos, la ejecutó.

suplicio brunegildaSuplicio de Brunequilda. Philippoteaux y Girardet. (Wikimedia commons)

Su madre Gosvinta (¿?-588), viuda de Atanagildo y esposa después de Leovigildo y madrasta de Recaredo es otro magnífico ejemplo de mujer poderosa y formada intelectualmente. Jugó un papel protagonista en la política de su tiempo. Tras la muerte de su primer marido quedó como líder de la poderosa facción de la nobleza que había apoyado a Atanagildo hasta su muerte. Eso impulsó a Leovigildo, nuevo monarca, a casarse con ella, para asegurar así su posición en el trono.

visigodos

Según Gregorio de Tours, las diferencias religiosas con su nieta la princesa Ingunda, que se negaba a convertirse al arrianismo, provocaron que Gosvinta llena de ira agrediera a su nieta. Leovigildo, preocupado por la situación, decidió alejar a la joven pareja de su airada esposa enviándoles a Sevilla, donde finalmente el joven Hermenegildo se convertirá a la religión de su esposa, el catolicismo y se rebelará contra su padre.

Otra fuente, Juan de Biclaro, contradice esta historia afirmando que en realidad, fue su madrastra Gosvinta la que animó a Hermenegildo a rebelarse contra su padre Leovigildo. Esta segunda tesis es probable teniendo en cuenta la preferencia que el rey mostraba por su segundo hijo Recaredo y que Hermenegildo se había casado con la nieta de nuestra reina-madrasta-abuela. Gosvinta estaba feliz porque la joven pareja había engendrado un varón al que bautizaron con el nombre de su primer marido el rey Atanagildo, toda una declaración de intenciones.

Tras el fracaso de la rebelión el joven heredero Hermenegildo será ejecutado. Iugunda es enviada, poco antes de la derrota a los aliados bizantinos de Hermenegildo. La princesa morirá en África o Sicilia y a su joven hijo, Atanagildo le perdemos la pista en la Constantinopla del emperador Marciano.

Visigodo

Tras el fallecimiento de Leovigildo, el nuevo rey, Recaredo, adoptará a la poderosa Gosvinta oficialmente como madre. Es muy posible que la reina viuda, que ya contaba con 55 años, siguiera contando con el respaldo de una parte muy importante de la nobleza goda y apoyos en Austrasia y Borgoña, donde su hija Brunequilda era muy influyente. Eso obligaba al nuevo rey a rendirle el respeto que se merecía. Morirá poco después del 588, cuando Recaredo descubra que Gosvinta, junto al obispo de Toledo, Uldila, estaba conspirando para derrocarle ¿Muerte natural? En cualquier caso fue una mujer poderosa, de indomable voluntad y un carácter muy fuerte que merece un lugar destacado en nuestra historia.

Liuvigoto (620-¿?) era esposa del rey Ervigio, cuando en el 687 éste falleció repentinamente. Le sucederá su yerno, Egica(687-702) que una vez en el trono se esforzará en separarse del rey anterior apartando de su lado a su esposa Cixilo y atacando a su suegra Liuvigoto, ahora líder la facción que había respaldado al anterior monarca Ervigio. El rey quería  hacer pública, con la separación de su esposa, hija del anterior monarca y Liuvigoto, su ruptura con una poderosa facción de la nobleza.

egilonaEgica Rex (Wikimedia commons)

Egica no se sentía seguro en Toledo, donde gran parte del officium palatinum no era de su confianza. Decidió entonces celebrar el siguiente concilio en Zaragoza en el 691. Allí consiguió que en el canon V la Iglesia se respaldase que las reinas viudas y Liuvigoto lo era, ingresaran en un monasterio “por su bien”. Así privaba de legitimación a posibles usurpadores en el acceso al trono, a través del matrimonio con la reina viuda. El partido de Ervigio, liderado por su viuda contraatacó. Aprovechó la ausencia del rey de Toledo, y el apoyo del metropolitano de la capital. Un noble llamado Sinefredo fue proclamado nuevo rey y llegó a acuñar moneda y a aguantar en el trono toledano unos meses, lo que tardó Egica en reunir partidarios y marchar a Toledo a deponer a su nuevo rival.

 Desconocemos la suerte del usurpador Sinefredo aunque si sabemos que el metropolitano de Toledo Sisberto fue secularizado, excomulgado y expropiado de todos sus bienes. También sabemos que Egica desató una fuerte represión y que renovó a casi todo el oficium palatinum. Los obispados claves fueron ocupados por prelados de confianza del rey y en el siguiente concilio se estableció que aquellos que se rebelaran contra la corona podían ser condenados a la excomunión y confiscación de todos sus bienes pudiendo incluso ser reducidos a la servidumbre y a la esclavitud.

Dentro de las grandes nobles de origen godo podemos citar también a Egilona que fue esposa de Rodrigo el rey derrotado por los musulmanes. Egilona fue apresada en Mérida por Abd al-Aziz ibn Musa, hijo de Muza y primer valí de la península ibérica, que se casó con ella buscando en esos turbulentos años la alianza de un sector de la nobleza del reino que acababa de conquistar.

Egilona fue la última reina goda de Hispania. No hay mucho sobre ella en las fuentes. Por la crónica mozárabe sabemos que fue la esposa del rey Rodrigo, muerto en la Batalla de los Montes Transductinos (mal llamada del Río Guadalete, en julio del 711) frente a los invasores musulmanes dirigidos por Tariq, un hombre que estaba a las órdenes de Musa ibn Nusair, gobernador árabe del Norte de África.

"Rodrigo marchó a las montañas transductinas para luchar contra los árabes y los moros y cayó en esta batalla al abandonarlo traidoramente el ejército godo […]. Y así, ignominiosamente, perdió su trono y su patria".

Crónica Mozárabe (754)

Tras la derrota goda y la progresiva conquista del territorio peninsular, ya fuera a sangre y fuego, ya fuera mediante pacto con aquel que tuviera la suerte de tener suficiente fuerza como para negociar, Egilona se casó con el hijo de Musa, Abd al Azid. El joven fue nombrado visir de Hispania tras la partida de Tariq y Musa a Damasco. Allí tuvieron que dar cuenta de la conquista al Califa.

Al parecer, por influencia de su esposa goda, Abd al Aziz trató de independizarse de la autoridad del califa de Damasco y fundar su propio dominio en al-Andalus

La figura de Egilona quedó sumida en el olvido, ya que para los cristianos representaba a una traidora que se había casado con el líder de los invasores, mientras que para los musulmanes se trataba de una mujer traicionera y de poco fiar que empujó a un fiel servidor a traicionar a su señor natural.

Un olvido injusto ya que hace que se ignore su importancia como herramienta de legitimación en el poder del nuevo gobernante, algo que se repitió una y otra vez en la historia del reino godo con otras mujeres como Gosvinta, y la influencia de esta gran reina en los acontecimientos de una época convulsa que, en Hispania, supone el inicio de una nueva era

egilonaEgilona en una litografía del XIX (Wikimemedia commons)

Entre la aristocracia de origen romano podemos citar el caso de Florentina, hermana del gran San Isidoro de Sevilla, de San Leandro y San Fulgencio. Procedía de una familia muy culta de origen hispanorromano que curiosamente optó por abandonar su ciudad de origen Cartagena, cuando esta fue reconquistada por los romanos de Oriente. Fue una gran mujer, muy culta y erudita que se dedicó a la vida religiosa, como sus hermanos, abadesa de un convento llegó a fundar más de 40 en todo el reino. Otra noble abadesa de origen hispanorromano conocida fue Benedicta. Había sido prometida por su familia a un noble gardingo próximo al rey pero, rechazando la autoridad de su familia, se fugó llegando desde Toledo hasta la costa gaditana. Allí estableció correspondencia con San Fructuoso que la dio cobijo y la formó como abadesa. Con un sólido carácter se enfrentó a la justicia y a las demandas de su prometido que la reclamaba de vuelta. Ella, sin embargo, amparada en la protección que brindaban las leyes de la Iglesia sobre las jóvenes que decidían dedicarse a servir a Dios, llegó a fundar su monasterio y a ser absuelta, salvándose de una boda que no deseaba.

En conclusión la mujer de alta alcurnia en época visigoda, ya fuera de estirpe romana o goda gozaba de la posibilidad de educarse. De hecho algunos historiadores como José Soto sospechan que es muy posible que en Toledo, además de una escuela palatina, en la que se formaban los hombres que después debían ocupar los altos puestos del reino, podían formarse también las mujeres de alta clase. El hecho de que las anteriormente citadas demostraran una sólida cultura y un sólido criterio propio en política viene a confirmar en gran medida esas sospechas.

Es también evidente que las mujeres de la aristocracia en época goda, especialmente las más cercanas a la corona, desempeñaban por su capacidad económica, considerable debido a la enorme riqueza que a veces atesoraban en diferentes conceptos, por su capacidad política, derivada de su pertenencia a clanes nobiliarios y a su cercanía a la esfera de toma de decisiones, y a su papel como “trasmisoras de legitimidad” y por su capacidad y ambición personal un papel clave que debe ser analizado con más atención por los historiadores en el futuro.

Bibliografía principal

  • "Visigodos. Hijos de un dios furioso" de José Soto Chica, editado por Desperta Ferro Ediciones en 2020.

Otra bibliografía

  • SANZ SERRANO, R: Historia de los godos. Una epopeya histórica de Escandinavia a Toledo, Madrid, 2009.
  • Mujeres "Viriles" en la Hispania visigoda. Los casos de Gosvinta y Benedicta.-- Valverde Castro, Mª del Rosario.(Revistatesi.usal.es). Universidad de Salamanca, 2008.
  • Osaba, Esperanza.--Las mujeres en la sociedad visigoda (s. VI-VII): Texto y fuentes para la visualización de su situación jurídica I.--Almeria Universidad, 2014
  • Amancio Isla. —Reinas de los godos. Universidad Rovira i Virgili, 2010 (Hispania, LXIV/2, núm. 217 (2004) 409-434.

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