A pesar de ser muchos los pueblos bárbaros que, procedentes de las estepas asiáticas, se han lanzado sobre Europa, la imagen del salvajismo y la crueldad máxima ha quedado asociada en nuestro inconsciente colectivo a los hunos. Es posible que este hecho se deba a que fue el primer pueblo turco-mongólico al que los romanos se enfrentaron.

Batalla de los Campos Catalaunicos (451). Los ostrogodos del rey Walimiro cargan contra la infantería visigoda de Teodorico que aguanta su posición. Autor Christian Jégou.

Los hunos fueron el producto de la fusión de varios grupos nómadas procedentes de Asia central. Destacaron como excelentes arqueros y por su destreza sobre el caballo. Bajo el liderazgo del más conocido de sus líderes, Atila, forjaron un gran imperio que abarcaba desde las orillas del mar Caspio hasta las del mar del Norte. Tuvieron un enorme éxito y vencieron, uno tras otro, a los grupos de bárbaros que se interpusieron en su camino hacia Occidente, dejándoles tan solo dos opciones: o someterse a su autoridad y pasar a formar parte del Imperio huno o huir hacia la protección de la frontera romana. Gracias a su talento político y militar, Atila se convirtió en una de las personas más poderosas de su tiempo.

Grandes migraciones de los pueblos asiáticos. Siglos IV al VI.

No se puede decir que dejara un buen recuerdo entre las fuentes romanas: Isidoro de Sevilla (Historias 29) y Gregorio de Tours le apodaron “Azote de dios”.

Amiano Marcelino lo llamó,

“La semilla de desastre y el origen de las distintas desgracias enviadas por Marte”. También le llamó “Líder del pueblo que sobrepasa todos los límites de la crueldad “.

Jordanes (en Gética) dice que ha:

“Nacido en el mundo para la destrucción de las naciones”.

En La vida de San Aniano de Orleans se le denomina como: “El monstruoso castigo de los reyes”.

El largo camino hacia el Imperio huno.

En su avance hacia el oeste, los hunos desataron un autentico infierno en la frontera danubiana del Imperio romano. Todo el sistema que con mimo había mantenido el Limes romano en esa zona se vino abajo a causa del enorme flujo de refugiados, godos sobre todo que pidieron amparo a Valente, el emperador romano de Oriente. A causa de la incompetencia y la corrupción de los funcionarios romanos, incapaces de gestionar correctamente esta enorme masa de bárbaros, la situación se descontroló y los godos se rebelaron. Se produjo la batalla de Adrianópolis el 8 de Agosto del 378. Fue una terrible derrota para los romanos que, demasiado débiles para dar una respuesta adecuada a las bandas de bárbaros que saqueaban Grecia y el Ilírico, tardaron 5 años en poder obligarles a firmar la paz. En el pacto firmado en el 382 se introducía, a causa de la debilidad romana, una peligrosa novedad. Godos, hunos y alanos que hasta ese momento luchaban contra el nuevo emperador, Teodosio, pasaban a tener la condición de foederati a los que se les permitía unirse al ejército romano pero como una fuerza aliada independiente, claramente diferenciada de las unidades romanas en las que, hasta ese acuerdo, se había obligado a los bárbaros vencidos a integrarse.

El rey visigodo Alarico I, junto a sus comandantes. Autor Vilius Petrauskas

No serían las últimas hordas de refugiados bárbaros que en su huida de los hunos asaltaron el territorio romano. En el 401, la provincia de Retia fue invadida por los bárbaros. En la primavera del 406 una gran horda de godos liderados por Radagasio invade Italia y en la noche de fin de año de ese mismo año aprovechando que las aguas del Rin se habían congelado una gran cantidad de suevos, vándalos, burgundios y alanos atravesaron el cauce del Rin. Rompieron las defensas romanas y se dedicaron a saquear la Galia, sin que pareciera que nadie pudiera pararles. Muchos de ellos acabarán por pasar a Hispania.

Uldino y Charatón

Por esas fechas la mayor parte de los hunos que habían emigrado hacia el oeste seguían en las estepas norcaucásicas bajo el liderazgo de jefes como Uldino y Charatón, llevando la vida nómada que siempre habían tenido. El papel de estos líderes guerreros con respecto al imperio romano era ambivalente, alternando la amistad y la guerra a conveniencia. Por ejemplo, Uldino se encontraba en excelentes relaciones con el emperador de Oriente Arcadio, el hijo de Teodosio, tras entregarle la cabeza del general godo rebelde Gainas. Sin embargo, en el 404, saqueó Tracia. En el 406 contribuyó con el envío de la caballería huna a la victoria romana sobre Radagasio.

Tras la muerte de Uldino, hacia el 410, el núcleo principal de los hunos se había desplazado hacia el oeste, instalándose en la llanura panonia donde un nuevo líder llamado Charatón trataba de unificar todos los clanes. Será en esta corte, antes de Uldino y ahora de Charatón donde el joven Aetius, enviado a los hunos como rehén romano, trabó amistad con cuatro príncipes hunos destinados a un jugar un papel protagonista en un futuro próximo: Ruga, Octhar, Beodic y Munyuk. El último, que no llegará a reinar será sin embargo el padre de los dos siguientes reyes de los hunos: Bleda y Atila que por esa época debía ser un adolescente de unos 15 años.

Ruga y Otckar

Tras la muerte de Charatón, hacia el 419 el gobierno de los hunos se divide entre Ruga que dirige a los hunos que pastorean entre el Bajo Danubio y el Dniester y otra gran horda comandada por Octhar en Panonia.

En los años siguientes, en especial entre el 425 y el 441 los hunos siguieron en su papel tradicional de fuente de tropas para los romanos. Servirán a su aliado Aetius en sus campañas contra las amenazas encarnadas por otros bárbaros y en los conflictos civiles de lucha por el poder entre las diferentes facciones romanas. Incluso le ofrecieron asilo cuando fue derrotado en el 432 por Sebastián, el hermano de Bonifacio su rival político y militar. Gracias al apoyo huno, Aecio se erigió en el militar más poderoso de Occidente. Octhar morirá en torno al 432 en batalla, precisamente en una campaña encargada por los romanos para acabar con la rebeldía de los burgundios, asumiendo su hermano Ruga el poder sobre todos los hunos de occidente.

Un noble huno y su sirviente son atacados por campesinos. Autor Agnus McBride.

Bleda y Atila

Ruga fallece a finales del 435 subiendo al trono sus sobrinos Bleda, como rey principal, y Atila. El tamaño territorial del Imperio huno había llegado a tal nivel que los dos reyes necesitaban llevar a cabo continuas campañas de saqueo para poder repartir riqueza entre sus cada vez más numerosos seguidores.

Casi cinco años les llevó la tarea de someter en el salvaje norte a los numerosos pueblos vasallos que aprovecharon la muerte de Ruga para tratar de sacudirse el dominio huno. Ruga y Atila extendieron sus campañas a otros pueblos que hasta ahora habían escapado a su control como los onoguros o los ulzinguros. Ahora con su poder más reforzado aún, tenían las manos libres para dedicarse a saquear las ricas tierras del sur romano.

Jefe huno a caballo observa a un godo de su ejército con un prisionero del reino del Bósforo (Agnus McBride)

La excusa ya la tenían. Teodosio II, el emperador en Constantinopla aprovechó la muerte de Ruga para declarar caducados los tratados entre Roma y los hunos. Bleda no aceptó esta situación y se plantó con sus guerreros ante las murallas de Margus y los romanos se vieron obligados a ceder. La negociación con los romanos se realizó según la costumbre huna, a caballo. Las condiciones eran humillantes para el bando romano: se estableció que debían pagar un aumento del tributo de 350 a 700 libras de oro; tenían que abstenerse de mantener relaciones diplomáticas con tribus que los hunos consideraran vasallas y debían entregar a todos los líderes hunos que, a lo largo de los años, habían buscado refugio en el Imperio Romano de Oriente. Algunos nobles como Mama y Atakan que habían disputado el trono hacía años a Ruga y Octkar fueron finalmente entregados y condenados por Bleda y Atila a morir empalados.

Mientras extorsionaban a Oriente durante esos años (435-440) la política con Occidente fue bien diferente. Guerreros hunos auxiliaron a Aecio contra los rebeldes visigodos y burgundios en la Galia. También se enviaron expediciones de saqueo al norte de Persia a través de los pasos caucásicos. Poco a poco el gran Imperio huno iba definiéndose y tomando forma.

El ejército huno atraviesa los pasos caucásicos de camino a Persia (Il. De @AIhistoricimages)

El camino al poder absoluto. Atila se convierte en el único señor del Imperio huno (440-450)

A finales del 440, utilizando como excusa las depredaciones sobre tumbas hunas del obispo de la ciudad romana de Margus, se reanudaron las hostilidades con Oriente.

Los hunos disponían de un excelente sistema de información y eran conocedores de que Oriente se había implicado en apoyo de Rávena contra los vándalos de Genserico. El objetivo romano era recuperar de manos bárbaras las ricas tierras africanas. Sin los recursos que proporcionaban esas tierras el Imperio Romano de Occidente era sencillamente inviable. Para ello, desde la corte de Constantinopla, hicieron un gran esfuerzo que se materializo en el envío de un gran número de naves y soldados orientales que se unirían a las fuerzas de Rávena para hacer efectiva la invasión romana del África vándala.

El camino de los ejércitos hunos dejó marcado a fuego el territorio romano.

Jinetes hunos atacando al ejército romano (S.V) Autor Christian Jégou

Castra Constancia fue la primera de las víctimas. Estaba situada al norte del Danubio y era el puesto avanzado romano en que se concentraban los intercambios comerciales entre ambos imperios. Después le llegó el turno a varias ciudades próximas a la frontera: Viminacium y Margus (la última fue salvajemente saqueada a inicios del 441). Naissus la ciudad natal de Constantino sufrió tal grado de destrucción que ocho años después los viajeros de la embajada, de la que formaba parte Prisco, tuvieron que acampar fuera de los muros de la ciudad por que los restos humanos seguían llenando sus calles. Las siguientes ciudades en sufrir la ira de los hunos fueron Sérdica, Filipópolis y Adrianopolis llegando la horda huna a unos 60 kilómetros de la capital, Constantinopla.

El Imperio de Oriente se vio obligado a retirar las naves y soldados enviados a África para ayudar a Valentiniano III a recuperar Cartago y a solicitar la apertura de negociaciones con los hunos. Bleda estaba a favor de firmar un nuevo tratado con los romanos orientales que ahora se encontraban en un estado de debilidad para negociar, mientras que Atila no era partidario en absoluto. No era la primera vez que ambos reyes disentían y no sabemos si esa fue la causa, pero todo parece indicar que en el 443, Atila asesinó a su hermano y se erigió de esta manara en único soberano de todas las tribus hunas dedicando los años que van del 445 al 449 a asegurar sus inmensos dominios y a imponer tributo a todos los pueblos desde el Mar del Norte hasta las costas del mar Caspio.

Cuanto más grande era el poder de Atila, más acuciante era su necesidad de continuar con sus campañas de saqueo ya que tenía más seguidores a los que satisfacer. En el 447 retomó sus expediciones al territorio romano-oriental. Tomó la gran fortaleza de Raetaria y se enfrentó a un poderoso ejército romano en el río Ultus, a la entrada de los desfiladeros del monte Heno. Las fuerzas romanas estaban dirigidas por el valiente general Arnigisclo, Magister militum per Tracias. La batalla fue muy dura y el propio general romano pereció en la batalla ante el gran número de sus enemigos. Tras su victoria, los hunos saquearon la ciudad de Marcianópolis que quedó tan destruida que nadie la habitó en el siguiente siglo. Sérdica, Filipópolis y Arcadiopolis tuvieron la misma desgracia quedando ahora el camino hacia Constantinopla libre de obstáculos.

Hunos saqueando. Autora Chista Hook

Los romanos de Oriente lo tenían todo en contra aunque no se resignaron. Tras el fuerte terremoto del 27 de enero del 447, la ciudad se encontraba indefensa. A los muertos producidos por el seísmo, que derribó gran parte de las murallas, incluidas 57 torres, se añadieron los destrozos ocasionados por cuatro días seguidos de lluvias torrenciales que impidieron el rescate de muertos y heridos de entre los escombros. Los cadáveres en descomposición provocaron a su vez una terrible epidemia. La cuidad estaba agotada, vulnerable e indefensa ante el más que previsible ataque huno. Solo la intervención del prefecto urbis de la ciudad, Flavio Constancio la salvó. Movilizó a todos los ciudadanos y los encuadró en los cuatro grandes equipos del hipódromo (verdes, azules, rojos y blancos) y los puso a competir entre ellos a ver qué equipo era capaz de reconstruir más tramos de murallas en menos tiempo. El mismo, para dar ejemplo y mentalizar a sus conciudadanos, se unió a las labores de reconstrucción que se concluyeron en el tiempo record de tres meses.

Flavio Constancio defiende las murallas derruidas de Constantinopla de las tropas Hunas.

Por otro lado aún contaban con dos ejércitos praesentalis, unos 30.000 soldados de infantería y 12.000 a caballo para frenar el avance de la horda de Atila. Lo intentaron cerca de Galípoli y de nuevo, tras una sangrienta batalla, los hunos derrotaron a este gran ejército romano dirigido por dos de los mejores generales del momento: Aspar y Areobindo. Los hunos pagaron un precio muy elevado para obtener las victorias del monte Heno y la de Galípoli. Atila ya no se veía con fuerza para mantener un largo asedio ante las reconstruidas murallas de Constantinopla, así que dividió su horda en dos fuerzas, mandando una hasta las Termópilas y la otra a saquear a fondo Tracia y sus ciudades.

En el 448, a Teodosio II ya solo le quedaban dos de sus cinco ejércitos. Fracasó también en su alianza con un pueblo emparentado con los hunos, los akatzires y en el intento de asesinar a Atila. Solo podía pactar con el poderoso rey de los hunos y las condiciones fueron muy duras: los romanos debían pagar anualmente 2.100 libras de oro, más otras 6.000 por los años en los que no se había pagado el tributo. Constantinopla debía dejar despoblada una amplia franja de terreno entre Panonia y Tracia, equivalente a la que podía recorrer a pie un hombre sin carga durante cinco días, destinada a servir como tierra de nadie entre ambos imperios.

Atila estaba en la cima de su poder. Debía pensar cuál sería su próximo paso. ¿Atacar a Occidente o a Oriente?, ¿tal vez a los persas? Finalmente en el 450 decidió cual sería el próximo paso, atacaría Occidente.

Organización del Imperio huno

Atila no solo se mostró como un excelente general, también demostró ser un buen administrador que trató de dotar a su joven e inmenso imperio, de unas estructuras administrativas y de gobierno que le permitieran el control efectivo de su territorio. Paradójicamente los romanos, en especial los occidentales le ayudaron en esta tarea enviándole personal altamente cualificado y con experiencia en estas labores. Los principales personajes que ayudaron en el gobierno de Atila fueron:

Constancio: fue enviado por Aecio desde Italia para servir al rey como notario.

Orestes: era un noble panonio muy bien emparentado, ya que estaba casado con la hija de Rómulo, un noble de Nórico que tenía el título de comes. Orestes, que trabajó para Atila como consejero, se hizo con el poder en Occidente años más tarde, instalando en el trono a su hijo, Rómulo Augústulo, un niño que para muchos fue el último emperador de Occidente.

Constancio, el Galo: fue un administrador enviado por Aecio para que sirviera a Atila como secretario. Cometió el error de tratar de engañar al rey, pagando con su vida en la cruz al ser descubierto.

Onegesio: era el chambelán de Atila, su mano derecha.

Scotta: hermano de Onegesio, era de la máxima confianza de Atila en asuntos militares.

Eudocio: era el médico personal de Atila y uno de sus consejeros más destacados en los asuntos relacionados con la Galia. Había liderado a los bagaudas de Armórica y, tras su derrota militar, corrió a refugiarse en la corte huna.

Edeco: era un noble de origen hérulo o esciro, que sirvió a Atila como jefe militar y como embajador en Oriente. Fue padre de Odoacro, futuro rey de Italia.

Berico: junto a Scotta era uno de los principales consejeros militares de Atila.

La fiesta de Atila de Mór Than.

En esta época, las estructuras políticas de los hunos habían pasado de ser una simple confederación de tribus sobre los que se elevaban dos grandes reyes, a veces uno, a tener una estructura piramidal en la que todo el poder se concentraba en las manos de Atila cuya familia se había encargado de ir eliminando a otros nobles de alto rango, competidores por el trono (Mama o Atakán, por ejemplo). En época de Bleda y Atila se habían operado grandes cambios en la sociedad huna gracias al contacto con los romanos y a la introducción de oro de los tributos recibidos del Imperio romano. Ese dinero y los ingresos procedentes de las continuas depredaciones y campañas de saqueo, transformaron las antiguas jefaturas de clan en auténticas élites guerreras favorables a la centralización del poder.

En resumen, la estructura creada por Atila era un imperio de carácter multicultural en el que coincidían personas de diferentes pueblos bárbaros como los gépidos, rugos, suevos, esciros, lombardos, alanos, turingios, francos, sármatas y godos junto a provinciales romanos procedentes de antiguos territorios romanos como la Panonia Secunda (cedida a los hunos en el 433). Hubo casos de romanos con éxito, como el del célebre comerciante heleno, hecho cautivo años atrás por los hunos y posteriormente liberado por Onegesio, reconvertido en exitoso guerrero. Sin embargo, muchos otros, la mayoría de los cautivos de Iliria o Tracia sufrieron las penalidades asociadas a la servidumbre.

Atila ataca Occidente (450-453)

En el 450, a pesar de contar con la excusa de que Teodosio II había enviado a alguien para acabar con su vida, Atila decidió atacar a Occidente y no a Oriente. Trataba de aprovechar la debilidad de esa parte del Imperio romano que, desde el 439, se estaba sumiendo en un círculo vicioso de desgaste militar y económico que amenazaba con disolverlo.

Era una decisión sorprendente ya que los hunos habían desempeñado tradicionalmente un papel de auxilio a los dirigentes romanos de Occidente. Habían prestado apoyo militar a la política de Aecio que compartía amistad personal con algunos de los reyes hunos. Incluso Atila era magister militum honorífico romano y muchos de los secretarios de su corte habían sido enviados hasta allí por el Imperio Occidental.

Atila estaba muy bien informado por sus espías de la situación exacta en Occidente. Además tenía la excusa perfecta. La hija de Valentiniano III y Honoria, Justa Grata Honoria, era una mujer con carácter, acostumbrada, como el resto de las mujeres de su familia a intervenir independientemente en las cuestiones de gobierno, y a no resignarse a ser una mera comparsa al servicio de la voluntad de los hombres de la familia imperial. Tuvo una aventura con su chambelán, del que parece que se quedó embarazada. Se decidió echar tierra al asunto. El chambelán fue ejecutado y Justa Grata Honoria fue prometida a un anciano senador romano. Ella, lejos de resignarse a su destino, envió a su liberto Jacinto con una carta a Atila. Solicitaba ayuda y amparo al rey huno y que la protegiera de su hermano. Atila se lo tomó como lo que realmente era, una proposición de matrimonio. La dote de la novia sería nada más y nada menos que la Galia. A cambio  proponía convertirse en garante de la seguridad del Imperio romano de Occidente.

Sólido de Justa Grata Honoria (Wikimedia Commons)

Desde Rávena Valentiniano III trató de explicar que se trataba de un malentendido y que no era posible ceder la mano de su hermana Honoria, al estar ya prometida a otro hombre. El rey huno no se atuvo a razones y respondió con la guerra.

Invasión de la Galia (febrero a junio del 451)

Atila se inmiscuyó en los conflictos internos de los francos, apoyando a la fracción contraria al pro-romano Meroveo, el hijo del fallecido rey. En febrero del 451, Atila descendió por el Danubio y llegó al valle del río Neccarus (Neckar) que remontó hasta su cruce con el Rin en Confluentes (Coblenza). A su ejército, le llevó unos días atravesar el Rin, pero el 7 de abril ya se encontraba en condiciones de comenzar a sembrar destrucción en tierras galas. Su primera víctima fue la ciudad de Metz. A pesar de lo sorpresivo y lo rápido de los movimientos del ejército huno, en opinión del historiador José Soto Chica el rey huno cometió un error grave. Los hunos carecían de un tren logístico que permitiera alimentar con regularidad sus caballos. Sin embargo, había empezado su campaña en febrero, demasiado pronto. La enorme manada de miles de caballos hunos se alimentaba solo del frio pasto de las llanuras húngaras, y a esa altura del año aún se encontraba demasiado débil para afrontar una campaña de esa magnitud. No debemos olvidar que cada jinete huno contaba entre cinco y diez caballos de media. Si Atila lideraba a unos 15.000 guerreros hunos a caballo eso supone una inmensa manada de unos 120.000 caballos a los que debemos sumar los de los otros pueblos vasallos. Esto le obligó a dividir sus fuerzas en varias columnas para poder saquear la mayor cantidad posible de territorio y poder así alimentar a su gran ejército. Confluentes, Colonia, Mattersen, Augusta Treverorum, Borbotomago y Argertoratum fueron arrasadas en abril del 451. En mayo las diferentes columnas confluyeron en el valle del Sena y le llegó el turno a Durocortorum, Tongeren, Carmaracum, Tonacum, Atrebatum, Caesaromagus y Lutetia Parisiorum. Para Atila y sus vasallos era fundamental tomar la cuidad de Aurelianorum, ya que desde allí podía amenazar tanto a los visigodos de Tolosa como al ejército romano, e impedir que se unieran en uno solo.

Asedio de Aurelianorum (abril-junio del 451)

Mientras los hunos sembraban de ruinas y destrucción el norte y el centro de la Galia, Aetius no permanecía inactivo. Se desplazó a mediados de abril rápidamente a Arelate donde concentró todas las fuerzas romanas de la diócesis, unos 20.000 soldados, a los que fue añadiendo las fuerzas de sus aliados: 15.000 visigodos, unos 5.000 burgundios, 10.000 alanos, 3.000 francos y sajones. En total se calcula que pudo contar con una fuerza de unos 50.000 hombres aproximadamente. Aecio había previsto la necesidad de los hunos en hacerse con Aurelianorum y, a principios de primavera, había reforzado las fortificaciones, la guarnición de la ciudad y se había entrevistado con las autoridades del burgo. El plan romano disponía que los hunos se desgastaran al máximo tratando de tomar sus muros. Aecio se comprometía a acudir en ayuda de la ciudad el 14 de junio y hasta esa fecha debían evitar a toda costa que fuera tomada.

Unidad de infantería pesada maniobrando en batalla, con escudos formando un muro y lanzas en ristre. Está integrada por miembros de varias legiones o auxilia.  Il. Igor Dzis)

En mayo comenzó el cerco a Aurelianorum y, a pesar de la facilidad que habían demostrado los hunos en el asedio a ciudades, en esta ocasión  se toparon con un hueso duro de roer.

La guarnición romana y los propios ciudadanos luchaban en los muros con un fervor exacerbado por el incansable obispo Aniano. A primeros de junio cuando la situación de los defensores comenzaba a tornarse desesperada pero recibieron un respiro en forma de lluvias torrenciales que obligaron a parar a los hunos durante cuatro días. Un tiempo precioso que sirvió de descanso pero que no impidió que los bárbaros, el mismo día 14 de junio, destrozaran las puertas de la ciudad y penetraran en ella. Aurelianorum fue saqueada y sus habitantes estaban siendo reducidos a la esclavitud e introducidos en corrales como simples animales. En ese momento, cuando los hunos estaban más desorganizados disfrutando de su éxito, apareció el ejército de Aecio y sus foederati, barriendo a las fuerzas de Atila con facilidad. Primero los expulsaron de la zona del puerto fluvial y después de la ciudad propiamente dicha, masacrando a muchos en su huida.

Batalla de los Campos Cataláunicos (20 de junio del 451)

Tras el éxito, pudieron sumarse a las fuerzas de Aecio los refuerzos enviados desde Armórica, fuerzas de limitanei desperdigadas, sajones de Baiocasium, incluso puede que algunos britanos. Mientras las fuerzas romanas aumentaban el derrotado y agotado ejército de Atila disminuía en efectivos. La vanguardia de los romanos los perseguía incansablemente, acosándolos y causándoles más bajas aún. Finalmente los hunos fueron alcanzados en las cercanías de Tricasses.

Caballería visigoda, aliada de los romanos se prepara para caer sobre los hunos y los ostrogodos. Autor Peter Dennis

Hay varias teorías sobre donde se produjo realmente la batalla entre ambas fuerzas, aunque lo más probable es que fuera donde indica Prospero de Aquitania: a unos 5 millas de Troyes en dirección a Artiaca (actual Arcis-sur-Aube) una gran llanura con algunas elevaciones donde Atila esperaba poder sacar todo el partido a sus temibles guerreros a caballo.

Los agotados hunos no pudieron descansar durante la noche ya que los 3.000 francos salios comandados por su rey, Meroveo, cayeron sobre su campamento para abrirse paso a sangre y fuego y llegar hasta sus aliados romanos. En su camino acabaron con muchos de los gépidos del rey Ardarico. Cuando amaneció el día 20, los chamanes vaticinaron a Atila la derrota en la batalla. Fue terrible, unos 50.000 guerreros por cada bando representantes de casi todos los pueblos Europa se enfrentaron ese día en el campo de batalla. Las fuerzas del Imperio huno no fueron capaces de romper las filas de los romanos y sus aliados durante el enfrentamiento. Una y otra vez lo intentaron en vano de tal manera que con la llegada de la noche se retiraron derrotados al refugio que les ofrecía su gigantesco círculo de carros, acosados por los visigodos. Estos estaban furiosos por la muerte de su rey Teodorico que fue sucedido en el mismo campo de batalla por su hijo Turismundo.

La caballería ostrogoda de Walimiro carga contra las filas de los visigodos de Teodorico que se defienden formando un muro de escudos. Autor, Angus McBride

Atila preparó una gran pila de sillas de montar para inmolarse, en caso necesario. Pero sorpresivamente, a Atila se le permitió retirarse del campo de batalla y su ejército no fue destruido. Aecio no quería exterminar a los hunos. Eso alteraría el equilibrio político y militar entre las diferentes tribus bárbaras que los romanos llevaban años tratando de construir. Además, los visigodos se apresuraron a abandonar el campo de batalla. Su nuevo rey Turismundo necesitaba ser confirmado cuanto antes en su propia capital para evitar que sus hermanos le usurparan el trono. Algo parecido le sucedió al franco Meroveo que también se apresuró a abandonar el campo de batalla para afianzar su liderazgo entre los suyos.

Permitir a Atila retirarse a su territorio supuso una costosa factura que los ciudadanos del norte de Italia pagaron al año siguiente con su sangre, ya que en la primavera del 452 los hunos atacaron la rica Italia. Para distraer fuerzas a los romanos, e impedir el apoyo de visigodos, burgundios y francos lanzaron simultáneamente una horda contra la Galia. Aquilea y Mediolanum, dos de las ciudades más ricas de Italia fueron saqueadas. Sin embargo, las cosas no le estaban saliendo bien al rey huno.

Atila saquea Aquilea en el 452( Autor Steve Noon)

Las enfermedades, los problemas de suministros y el hostigamiento del ejército romano que atacaba sus líneas de abastecimiento le estaban ocasionando serios problemas.

Mientras esto sucedía en Occidente, en Oriente se producían cambios importantes. El abúlico Teodosio II, moría “oportunamente” al caerse del caballo mientras cazaba. Fue sustituido por Marciano, un halcón, partidario de la línea dura en política exterior. Era un antiguo oficial que se casó simbólicamente con la hermana de Teodosio II, Pulqueria, para legitimarse en el trono. La pareja mando ejecutar al  anteriormente todopoderoso eunuco Crisafio y se negó a abonar un sólido de oro más a los hunos. Ahora el objetivo era recomponer las fuerzas del Imperio oriental al máximo para recuperar y tomar el control del limes del Danubio y defenderlo de cualquiera que pretendiera atacarlo. Marciano, el nuevo emperador en Constantinopla, envió un poderoso destacamento de fuerzas romanas al corazón del Imperio huno devastando las tierras de Atila.

Epidemias, falta de suministro, estancamiento de la campaña en Italia, derrota de sus fuerzas en la Galia y el acoso al centro de sus dominios serían los factores fundamentales, y no lo que le pudiera decir en la célebre entrevista el papa León, que llevaron a Atila a retirarse a su territorio.

El papa León el Grande convence a Atila para que no marche contra Italia. Hugo Pinson.

Era una retirada que sabía a derrota. De hecho al año siguiente, en el 453 ya estaba preparando una nueva campaña contra Occidente. Nunca la llevó a cabo ya que ese mismo año murió tras la celebración de su banquete nupcial. La mayor parte de los historiadores aceptan este suceso como una muerte natural, como la consecuencia fatal del exceso de alcohol que ingirió y que pudo provocarle la ruptura de algún vaso sanguíneo, ya que apareció al día siguiente en su lecho, sin heridas y en medio de un charco de sangre. Nunca tendremos la certeza de si se trató de una muerte natural o fue inducida, lo que sí que sabemos es que la muerte del gran rey de los hunos fue un enorme alivio para el Imperio romano, en especial para su parte occidental. Los hunos en poco tiempo dejaron de ser “la gran amenaza” y fueron debilitándose en medio de luchas entre las diferentes facciones lideradas por los hijos de Atila, de rebeliones de los antiguos pueblos como lo gépidos, los ostrogodos, los esciros, hérulos, etc. anteriores vasallos que ahora tenían la oportunidad de liberarse.

Muerte de Atila. J. Villeclere.

Atila fue una de las personas más importantes de su tiempo, no solo como militar, también como gobernante y político. Su recuerdo ha llegado hasta nuestros días y como dice el historiador José Soto Chica: “Atila es la máxima expresión de la capacidad generativa y no sólo destructiva que es lo que se suele destacar, de los pueblos de la Estepa en la historia de Europa. Atila fascinará a los europeos de todos los tiempos porque lo tomarán como modelo y máxima expresión de barbarie, pero a la par, quedará en su recuerdo como un constructor de Imperios, como un jefe capaz de desafiar a Roma y, con su genio, elevar una construcción política integradora que podía haberla sustituido con un poco de buena suerte y tiempo.”

 

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