El morrión español

Si hay un elemento del soldado de los Tercios que sirve para identificarlos, este es el morrión. La palabra procede de la medieval morra, es decir, parte superior del cráneo. Convertido en imagen icónica del soldado español, tanto en Europa como en América, la manufactura del morrión ha sido imitada. En el siguiente artículo, trataremos de saber un poco más de este popular y legendario casco de la infantería de los Tercios.

Orígenes del morrión

La Reconquista favoreció la utilización masiva de diferentes tipos de cascos, en la multitud de frentes que durante siglos proliferaron en la península. En la Baja Edad Media, los progresos de la tecnología metalúrgica y las influencias cruzadas entre distintos países que aumentaban sus intercambios comerciales, hicieron aparecer modelos nuevos, fundamentalmente por evolución y perfeccionamiento de cascos medievales. Poco a poco, los grandes y pesados yelmos de la Edad Media, fueron dejando lugar hacia finales del siglo XV a protecciones más ligeras y funcionales. Borgoñotas, celadas y bacinetes evolucionaron hacia modelos con múltiples componentes y articulaciones, que permitían al soldado elegir la configuración de su protección defensiva.

Siendo un debate del todo abierto, muchos expertos se inclinan a tener al morrión como una evolución de la celada borgoñona, que para entonces ya se habría desprendido del gorjal y la visera, para otorgar una visión mejorada al soldado. Otras corrientes ven en la forma del morrión español, influencias de la capelina medieval, que siendo también como el morrión una protección de cabeza con alas, habría modificado las mismas para configurar el morrión.

Vistas las diferentes hipótesis, lo más probable es que el morrión español surgiera como evolución de diferentes yelmos medievales, y que recogiera las influencias de los saberes armamentístico y metalúrgico que excepcionalmente confluyeron en la península en el cambio de siglo (italianos, alemanes y flamencos). El morrión es un casco fundamentalmente castellano y su principal producción se concentró tanto en Toledo como en los condados vascos.

Tipología del morrión

Lo que se conoce como morrión español es un casco amplio, de perfil almendrado, con bastante altura, con un ala extensa que protege cuello y hombros del combatiente, con una cresta esbelta que lo distingue de cualquier otro casco. Las alas del morrión se curvan hacia arriba en los extremos, dando al conjunto una elegancia distintiva. En el interior, correas de cuero o forros acolchados de algodón, servían al soldado de los Tercios para ajustar el morrión a su propia cabeza, con la comodidad y seguridad suficientes para la operatividad del casco.

Partiendo de esta forma básica de morrión español, las diferentes armerías configuraron variaciones sobre el modelo básico, más o menos altas y decoradas, que otorgan una gran variedad de tipologías. Con frecuencia incorporaban canutillos o soportes para la instalación de plumas, muy del gusto de los soldados de la época e imprescindibles en el morrión de los mandos (cabos, alféreces, sargentos y capitanes).

morrion aleman

Morrión original alemán parcialmente pavonado del cuerpo de Guardias de Villas, Nuremberg.

Entre las cualidades del morrión español se contaban la visión y audición mejoradas del combatiente que, volviendo a las formaciones de combate cerrado, volvía a tener una necesidad vital de escuchar y ver las señales de mando que surgían en medio de la acción. Como propiedades defensivas propiamente dichas, el morrión otorgaba al soldado una protección total sobre tajos verticales, los cuales eran desviados gracias la propia forma del morrión, que ofrecía siempre una superficie curva a cualquier golpe descendente. La cresta y las alas aumentaban el efecto deflector del morrión.

En los Tercios, el morrión fue el casco común entre piqueros y arcabuceros, que contaban con una libertad de movimientos menor. Los coseletes y rodeleros podían utilizar el morrión también, en este caso junto con gorjales y baberas, que completaban su protección en la cabeza y cuello. Los mosqueteros pronto prescindieron del morrión, sustituyéndolos por el sombrero chambergo, que les permitía usar su arma larga y protegerse del efecto del sol.

Evolución e imitaciones del morrión

Las numerosas guerras que los ejércitos hispanos se vieron implicados para la defensa de los territorios en los que la Corona tenía pretensiones, provocó que pronto el morrión fuese muy conocido en el resto de Europa. El morrión se convirtió en el símbolo de los Tercios y, como ellos, terminó siendo algo admirado y deseado por el resto de fuerzas europeas. De esta manera el morrión fue copiado y adoptado por casi todas los ejércitos, en ocasiones creando modelos de morrión característicos, como es el caso alemán (morriones lansquenetes) y, en otras ocasiones como en Italia, llegando a unos niveles de refinamiento especiales. Sin embargo fue siempre el morrión hispano el preferido de los Tercios pues, a diferencia de los fabricados en Europa, presentaban una mayor durabilidad y resistencia. A pesar de todo, la propia Corona española fue, en ocasiones y sobre todo en el siglo XVII, uno de los principales clientes de los talleres europeos, ya que sus morriones eran más baratos que los hispanos.

morrion españolMorrión español original con decoración de grutescos. Museo de Artes y Costumbres Populares, Sevilla.

En América, el morrión español se convirtió en imagen arquetípica del conquistador. No obstante, como decíamos al principio, mucho debate de la ciencia histórica rodea estos aspectos, y los hay que defienden que el morrión no cruzó a América en tanta cantidad como se pensaba, siendo las celadas o bacinetes, los cascos que forjaron la conquista del imperio americano. No obstante, el uso del morrión en América está atestiguado, gracias a las piezas conservadas en museos del continente, tanto en el norte como en el sur.

A finales del siglo XVII, con el perfeccionamiento y modernización de las armas de fuego, el morrión desaparece como tal, constituyendo así un punto y aparte en la evolución de las protecciones metálicas de la cabeza, que no volvería a retomarse hasta finales del siglo XIX en la recién surgida Alemania.

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