Debido a las contradicciones y la falta de fidelidad de las fuentes escritas tanto árabes como cristianas sobre la Batalla de Covadonga, y a una necesidad de superar las desfasadas teorías defendidas hasta ahora desde la historiografía tradicional, las nuevas generaciones de estudiosos han procedido a completarlas, o  a cuestionarlas, desde una metodología más científica a través de nuevos campos  como la arqueología y la lingüística histórica, y en concreto, el estudio de la toponimia local.  Estas son las últimas aportaciones en estos campos.

LAS APORTACIONES ARQUEOLÓGICAS

Hasta ahora lo que conocíamos de este periodo altomedieval  y de la presencia del islam en el Norte peninsular venía por algunos importantes hallazgos como el del cementerio islámico de Pamplona. 

Sin embargo, gracias a los nuevos avances tecnológicos como el georradar, los mapas cartográficos digitalizados vía satélite y los nuevos hallazgos arqueológicos, los estudiosos están pudiendo contar con interesantísimas fuentes materiales para arrojar un poco más de luz a este periodo documentalmente oscuro.

Una de las importantes contradicciones era bajo cual gobernante o valí andalusí tuvo lugar la rebelión de Pelayo ya que las fuentes musulmanas nos citan a dos de ellos separados en el tiempo que llegaron a hacer campañas militares contra el Norte cristiano.

Esta incoherencia de fechas y nombres ha hecho que incluso se dudase de la existencia real de algunos de estos valíes, pero el reciente descubrimiento en estos años de sellos de plomo usados para las sacas de botín en Ruscino (cerca de Perpiñán, Francia) a nombre de dos valíes, Al-Samh y  ʿAnbasa[1], confirman no sólo la  existencia histórica de dos de estos gobernadores sino la presencia de una campaña ultrapirenaica  contra la Cristiandad que concuerda completamente con lo que nos cuentan las fuentes historiográficas más tempranas como la Mozárabe del 754.

En la zona que nos ocupa, la conocida por las fuentes árabes como  Ŷillīiqiya (Galicia, León, Asturias y Cantabria)[2], tenemos atestiguada la temprana ocupación árabe de este lugar gracias al descubrimiento arqueológico de cerámicas musulmanas del siglo VIII en León[3], de moneda andalusí  en Lugo o de reparaciones en tapial realizadas en época protoemiral en las murallas romanas de Zamora, Lugo y León, lo que indicaría la presencia de acantonamientos militares musulmanes, quizás bereberes, en estas ciudades.  

En la provincia de León, además, tenemos los restos situados más al norte de España de una torre-vigía andalusí, la de Villasabariego, que data del siglo VIII y que sin duda se usó como atalaya de comunicación tipo almenara o faro y en especial, para controlar las incursiones de los primeros rebeldes norteños, posiblemente encabezados por Pelayo o sus sucesores.

Torreón andalusí de Sublancia en Villasabariego (León).  Tenía función de vigía y de torre de señales. Actualmente está muy destruida.  Creditos foto: Auroray JG

Por su parte, nos faltan testimonios arqueológicos en otras importantes ciudades ocupadas por musulmanes como Astorga o Gijón. 

Por último, señalar que en los alrededores del Puerto de La Mesa o La Carisa se han hallado los restos de una serie de estructuras defensivas lineales de origen tardorromano llamadas “clausuras” que consistían en muros que se alzaban en pasos y vados para impedir a los enemigos el acceso al interior del territorio.

Estas construcciones están datadas en una franja cronológica que va de los siglos VII al VIII d.C.  Por ello, hay autores que creen que estas estructuras no solo podrían datarse en época de Covadonga (718-722), sino que podrían haber sido construidas en épocas anteriores ante amenazas exteriores tales como las campañas visigodas del 680. [4]   Posiblemente aún tuvieron un uso en una fecha posterior a Covadonga, ante las razzias cordobesas de Hishām I (794-795).

En este mapa podemos ver la ruta que siguió Musa ibn Nusayr en su avance hacia  el noroeste asturiano y gallego.  En amarillo, tenemos las estructuras fortificadas (clausuras) de La Carisa y La Mesa, y en negro las vías de comunicación de origen romano que las cruzaban.  Foto: Pinterest

Sin embargo, a pesar de esta ambigüedad cronológica, el mérito de estos hallazgos ha sido poder alumbrar un periodo oscuro de la historia altomedieval no sólo de Asturias, sino de toda la Cornisa Cantábrica ya que estructuras similares se han hallado también en el Puerto de El Escudo (Burgos) e incluso en el Pirineo navarro indicando una resistencia antimusulmana en la zona norte peninsular perfectamente organizada[5] quizás desde un consejo de clanes y poblaciones unificado bajo un poder común.

LAS APORTACIONES DESDE LA LINGÜÍSTICA HISTÓRICA: LA TOPONIMIA

Por otro lado, la lingüística histórica y en concreto, el estudio de la toponimia de origen árabe nos da también interesantes claves que nos permiten reconstruir parcialmente esta posible presencia musulmana en la Asturias altomedieval.

El primero de estos topónimos asturianos es el de Sierralcamán, que aparece en fuentes medievales como Seneria Alkemi. Como vemos, es claramente un arabismo ajeno a la toponimia de origen romance local. Sobre ella, los estudiosos Josué Villa Prieto y Belén San Pedro Veledo[6] afirman, aunque con reservas, que podría derivar del nombre propio de ʿAlqama, que bien podría aludir al lugarteniente de Munuza que ya vimos mencionado en la Crónica Albedense o bien el nombre de algún repoblador de origen mozárabe llegado a Asturias siglos más tarde[7].

Además de la ya arriba mencionada Sierralcamán (con dudas, topónimo atribuido a Alqama),

Tenemos asimismo otras toponimias de un probable origen árabe cercanas a lugares con fortificaciones de clausura en la zona de La Mesa y La Carisa, entre Asturias y León, que nos permitiría rastrear el paso, e incluso, el posible asentamiento de tropas musulmanas en época altomedieval en esta zona.

Un primer topónimo es Almuzara, del árabe Al-Musara, que define un lugar de caballerizas o campamento donde se ubicaban unidades de caballería.  Este topónimo lo hallamos en la zona de Los Cármenes, entre Asturias y León e igualmente, en la zona de La Carisa (Asturias) que coincide orográficamente, con la presencia de un pequeño llano que podría haberse usado como lugar de campamento.  Aunque hay quien ha asociado este topónimo a la repoblación mozárabe, lo destacamos por ser término militar y posiblemente aludir a la presencia de un campamento musulmán de caballería en esta zona asociado al periodo de las campañas árabes en la Cornisa Cantábrica.

Por otro lado, en esta misma zona de La Carisa, aparece una serie de topónimos relacionados con la palabra “faro”[8]:  Collado de Faro, Las Peñas de Faro, Portilla de Faro y Puerta de Faro que podrían remitir a sitios altos donde se erigían torres-vigía (”faros” o almenaras)  desde las que se hacían ahumadas de día y hogueras de noche para dar aviso o alerta de la llegada de tropas.   Un topónimo, este de “faro”, que sin el artículo árabe “al” estaría asociado según Juan Zozaya a una asimilación temprana con errores gramaticales de la lengua árabe por parte de los bereberes y se dataría dentro de los 25 años siguientes a la conquista musulmana (711)[9].

Por último, queremos destacar el topónimo usado por las crónicas árabes de una ‘Sajrat Balāy’, o“peña de Pelayo”[10] que no sólo sería un monte, sino también, tal como señala Juan Zozaya, una sajra, que se traduce en español como “peña fortificada.  Una peña seguramente fortificada a base de defensas lineales y fosos y que podría coincidir en tipología con las mencionadas clausurae presentes en las cercanías de las vías de La Mesa y La Carisa[11] y de la que por desgracia no sabemos aún su correcta ubicación en Asturias[12].

"Don Pelayo en Covadonga”. (Museo del Prado).  En esta representación historicista realizada por el pintor Luis de Madrazo en 1855 vemos a  Pelayo arengando a sus hombres en el interior de la Cova Dominica antes de combatir contra los musulmanes.  Los personajes visten panoplias militares y trajes de civil anacrónicos para la época dado que aún no había un criterio científico a la hora de documentar la Historia limitándose a inspirarse en elementos posteriores mezclados con otros de tipo folklórico.

ALGUNAS CONCLUSIONES FINALES

La disparidad y ambigüedad de fuentes y dataciones, en su mayor parte tardías, que han tratado la Batalla de Covadonga y el personaje de Pelayo  ha hecho que historiadores, arqueólogos y arabistas se replanteen en ambos casos su veracidad histórica e incluso dudar de que existieron. 

Sin embargo, hay pistas que conducen a considerar  la existencia histórica de Pelayo, más allá de si fue astur o visigodo o en qué año murió, dada la enorme trascendencia de sus acciones bélicas, que supusieron las primeras derrotas de los musulmanes en el Norte cantábrico y la creación de los primeros reinos cristianos.  

También estas pistas nos llevan a pensar en una resistencia que no sólo fue exclusiva de la zona de Asturias, sino que también habría sido coordinada a lo largo de la cornisa cantábrica llegando incluso a los Pirineos. Una resistencia coordinada que realizó emboscadas y dotada de un eficaz sistema de alerta (faros /ahumadas) que se habría hecho fuerte a través de un sistema de fortificaciones de clausuras (clausurae) diseminadas no solo en la zona de Asturias, sino en el Puerto del Escudo burgalés e incluso en algunos pasos pirenaicos vascos o navarros.

En cuanto a la Batalla de Covadonga, el lugar actualmente atribuido de la Cueva Santa, es más fruto de la tradición y la leyenda.  Si bien pudo existir una importante confrontación en la que los musulmanes salieron derrotados por vez primera es posible que esta batalla ocurriese en otro lugar de la actual Asturias, posiblemente en su Occidente montañoso.

Creemos como Collins que esta batalla sería la fase final de años de sublevación y resistencia previa donde los astures, visigodos refugiados y otras comunidades aprendieron a sobrevivir y conocer las posibilidades defensivas que les ofrecía la montaña antes de presentar batalla a una mayor escala.  

Aunque los datos que poseemos son aún escasos, las últimas investigaciones sobre este periodo paleo-andalusí en el Norte peninsular son muy prometedoras y arrojan luz sobre un pasado lleno de lagunas gracias a una mejor metodología científica y un conocimiento multidisciplinar.

Sin embargo, aún queda mucho por investigar y sacar a la luz.  Esperamos que futuras investigaciones aporten nuevos datos y pruebas definitivas que ayuden por fin a esclarecer uno de los enigmas históricos más apasionantes de la Edad Media peninsular.

BIBLIOGRAFIA 

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ZABALO, Javier (2004). “El número de musulmanes que atacaron Covadonga. Los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas” en:  Historia, Instituciones, Documentos. 31.

ZOZAYA, Juan (2005): "Toponimia árabe en el valle del Duero". Muçulmanos e Cristãos entre o Tejo e o Douro /Sécs. VIII a XIII).

[1] Cfr. SENAC, Philippe, GASC, Sebástien, MELMOUX, Pierre-Yves y  SAVARESE, Laurent. (2014). “Noveaux vestiges de la présence musulmane en Narbonnaise au VIII siecle”  en Al-Qantara. XXXV 1, enero-junio, pp. 61-94. ʿAnbasa ibn Suhaym habría sido el gobernante bajo el cual habría tenido lugar la batalla de Covadonga (722).   La presencia de ese sello con su nombre es una prueba real e histórica de la mención de este gobernador en las fuentes escritas árabes.

[2] En algunos autores árabes del siglo X, esta región también denomina y abarca hasta lo que hoy es la actual Navarra y zonas del Pirineo.

[3] Se ha hallado esta cerámica en lo que fueron las Termas Romanas de Legio, la León romana. Cfr. GUTIERREZ GONZÁLEZ, José Avelino y MIGUEL HERNÁNDEZ, Fernando. “La cerámica altomedieval en León: producciones locales y andalusíes en Puerta Obispo”. Actas del VIII Congreso Internacional de Cerámica Medieval. Ciudad Real ( 2009 ) TOMO I. pp. 443-462

[4] Posiblemente estas estructuras habrían tenido su origen inicial en época tardoantigua, quizás ya en época visigoda y fueron reutilizadas y  reconstruidas de nuevo en su lugar en varios momentos históricos cuando la amenaza musulmana se hizo más patente.

[5] GUTIERREZ GONZÁLEZ, José Avelino (2010). “Arqueología Tardoantigua en Asturias. Una perspectiva de la organización territorial y del poder en los orígenes del Reino de Asturias” en   La Carisa y La Mesa: Causas políticas y militares del origen del Reino de Asturias. pp. 25

[6] SAN PEDRO VELEDO, Mª Belén y VILLA PRIETO, Josué (2008). “De Seneria Alkemani a Sierralcamán. Aproximación a la historia de un microespacio de Llanera (Asturias) en: Territorio, sociedad y poder. Nº3, pp.134-136

[7] Incluso este nombre Alcamán estaría presente en forma de romance documentado en el siglo XIX por el estudioso Junquera Huergo y que comienza como “Alcamán, Alcamán, que mal agradesces ell bien que te fan.”,  + seguramente compuesto imitando el conocido de Abenamar.

[8] GUTIERREZ GONZÁLEZ, José Avelino (2011). Art. Cii. pp. 346-348

[9] Teniendo en cuenta que una generación aparece cada 25 años. La datación de 25 años que propone Zozaya incluye perfectamente la fecha del 722 dada para Batalla de Covadonga. Vd.ZOZAYA, Juan (2005): "Toponimia árabe en el valle del Duero" en Muçulmanos e Cristãos entre o Tejo e o Douro /Sécs. VIII a XIII)

[10] Tradicionalmente, por influencia de las crónicas latinas y ciertas tradiciones orales modernas, se ha atribuido al Monte Auseva el ser el lugar de refugio de Pelayo y el escenario de la conocida como Batalla de Covadonga.  Sin embargo, varios son los autores que niegan esta localización situándola en algún lugar del Occidente montañoso asturiano.

[11] ZOZAYA, Juan (2005): "Toponimia árabe en el valle del Duero". Muçulmanos e Cristãos entre o Tejo e o Douro /Sécs. VIII a XIII). Art. cit.

[12] Tradicionalmente se ha asociado a la Cova Dominica y al Monte Asueva pero algunos autores dudan de esa ubicación situando dicha ‘peña de Pelayo’ en algún otro lugar de la Asturias Central u Occidental.

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