La excavación de una domus de Itálica en Cañada Honda durante la campaña de 2018-2019 permitió descubrir la única perfumería romana documentada en la Península Ibérica.

No es que hubiese pocas en época imperial, sino que las materias primas que permiten identificar una perfumería del mundo antiguo eran perecederas y muchos de los elementos que se utilizaban en la producción no son característicos porque se podían utilizar para otros procesos, por lo que es fácil confundirlos. Una fábrica de perfumes tiene prensas, ollas y frascos, que también se utilizaban en otras actividades.

Por ejemplo, como vemos en una representación de una tumba que se guarda en el Louvre, lo único que caracterizaba una perfumería del Antiguo Egipto era un saco y una vasija, elementos tan comunes que es imposible que con ellos los arqueólogos puedan señalar una perfumería.

Eso hace que los arqueólogos tiendan a subestimar la presencia de perfumerías, su impacto económico y su función de marcador social en una cultura tan estratificada como la romana.

El proceso de destilación alcohólica no se desarrolló hasta el siglo IX o X en el mundo islámico. Los alquimistas árabes y persas fueron pioneros en la destilación de líquidos, incluido el alcohol. Esa técnica se extendió por el mundo islámico y luego se difundió en Europa a partir del siglo XIV en el ámbito cultural occidental, cuando los cruzados trajeron el conocimiento de Oriente a su tierra natal.

Por esa razón, la base del perfume en todo el mundo antiguo era grasa animal o aceite vegetal con el menor olor posible. Esas grasas o aceites servían como vehículo para disolver y transportar los ingredientes aromáticos.

Las grasas animales se utilizaban en menor medida porque, aunque tenían la capacidad de absorber y retener los aromas, eran menos estables que los aceites vegetales, su olor era más fuerte y su textura más espesa.

El aceite vegetal más común utilizado como base para los perfumes era el aceite de oliva, abundante en la región mediterránea. Se caracterizaba por ser ligero y de fácil absorción.

Una vez mezclados con los aceites base, los ingredientes aromáticos, como flores, hierbas, especias, resinas y maderas aromáticas, se maceraban o se dejaban en infusión en la base para extraer sus fragancias.

La casa está en una posición estratégica, cerca del recinto monumental del Traianeum, a donde conducen las dos calles que rodean la domus. Las perfumerías se instalaban cerca del Foro en muchos lugares, como Delos, Paestum, Pozzuoli, Capua o Roma. De esta forma podían dar servicio a los centros religiosos y políticos de la ciudad, así como a las termas y a los particulares, ya que se trataba de perfumes efímeros y tenían que aplicárselos varias veces en la misma jornada. Unas estancias que dan a la calle parecen ser unguentaria tabernae. Ese lugar central en la geografía urbana ya es un buen indicador de la importancia del perfume en la sociedad de la Roma imperial, muy centrado en las clases altas, como las que poblaban Itálica.

El edificio se construyó en torno a la primera mitad del siglo II d. C. Tiene su entrada por la fachada oriental, desde donde se accedía a un vestíbulo de grandes dimensiones y de allí al peristilo, un espacio abierto y porticado con seis columnas de ladrillo enlucidas con capas de mortero de cal en sus lados largos, un triclinio al aire libre visible desde el vestíbulo, un estanque polilobulado con ocho nichos y fuente en el centro del patio, y una exedra en la galería sur donde se alojaría la escultura de una divinidad.

Tanto en la fachada oriental como meridional se abren varias tabernae. En la estancia XVI se descubrió un taller de trabajo de mármol que obtenía las piezas expoliando los monumentos cercanos, como el antebrazo izquierdo de una escultura colosal que mediría más de diez metros de altura. Otra es la estancia VIII, cerca de la entrada, que se ha identificado como taller de perfumería.

Loza Azuaga, M. L., Becerra Fernández, D., Ontiveros Ortega, E., Beltrán Fortes, J., Velázquez Guerrero, M. y Hidalgo Prieto, R. (2024). Marmora de la Casa de la Cañada Honda de Itálica (Santiponce, Sevilla). Lucentum, XLIII, 151-168. https://doi.org/10.14198/LVCENTVM.23986

No tiene nada de extraño que una casa de la élite tuviese espacios dedicados a actividades comerciales, ya que casi todas las domus excavadas hasta ahora presentan zonas vinculadas con la vida económica de la ciudad. Se han documentado unos 40 enclaves comerciales hasta ahora.  Aunque esta casa se construyó para presumir de los lujos de sus dueños, es una de las más sencillas de Itálica.

El comercio de lujo constituía la forma de vida de un amplio grupo de mercaderes, intermediarios y comerciantes que arriesgaban cada año parte de sus fortunas para adquirir estos «bienes de prestigio», que eran vendidos luego a precios sólo asequibles a la élite, aun cuando un número cada vez mayor de ciudadanos aspirara a su disfrute. Su actividad era muy rentable, pero requería grandes inversiones para comprar los costosos aromáticos exóticos.

El alto coste inicial del equipo y las materias primas contrastaban con el bajo estatus social de la profesión de perfumista y con los considerables beneficios que se obtenían, por lo que se producía una situación extraña que se resolvía con una familia rica aportando la inversión necesaria a un esclavo, o más a menudo a un liberto, que se encargaba de la gestión del negocio de los perfumes. La familia rica recibía a cambio los intereses del préstamo, la mitad de los beneficios o, desde la segunda mitad del siglo I a.C. en adelante, la mitad de la herencia del liberto. La gran calidad de algunos de los monumentos funerarios de estos profesionales demuestra que los principales perfumistas eran libertos que dirigían los negocios de familias poderosas.

Una comunidad cosmopolita con un puerto de mar dinámico por el que se podían importar las materias primas del Próximo Oriente a través de Alejandría y los clientes acaudalados de Itálica era todo lo que se necesitaba para montar un próspero taller de perfumes. Hay que recordar que Híspalis fue fundada por los fenicios por sus enormes posibilidades comerciales, ya que se trataba de un puerto de mar en el interior con acceso a grandes cantidades de recursos agrícolas y minerales que habían hecho prosperar a los potentados de Itálica.

El abandono de la casa y su intenso expolio se produjo hacia el año 225-250. Es normal que no se hayan encontrado apenas restos de la actividad perfumista, pero podemos imaginar como era ese taller por las excavaciones de lugares similares, como Delos y Paestum.

Se halló parte de un mortero y de una mano de mortero de mármol de Paros reutilizado, que son instrumentos muy utilizados en la perfumería antigua para triturar la materia vegetal con la que se formaba el perfume. Un mortero es suficiente para extraer el aceite destinado a servir de base a perfumes elaborados a partir de pequeñas cantidades de aceitunas verdes, las ideales para el perfume, ya que en esa etapa inmadura carecen de aroma. En la perfumería de Paestum se encontró un gran mortero en forma de cono truncado. El triturado es el primer paso para la obtención del aceite es el triturado de las aceitunas, que se hacía en la pequeña cantidad precisa porque se volvía rancio rápidamente.

El siguiente paso es el prensado. Primero existieron las prensas de palanca y contrapeso. Al final del período helenístico se utilizó la prensa de cuña, como se ve en los frescos de la casa de los Vettii, en Pompeya, que tienen la ventaja de presionar lentamente para extraer todo el aceite, pero ya no se utilizaba cuando se pintaron esos frescos y mucho menos cuando se construyó la casa de Cañada Honda. Las representaciones de prensas de cuña siempre están relacionadas con la preparación y venta de perfumes. Cuatro pinturas de Pompeya y Herculano representan prensas de cuña utilizadas en perfumerías, y una quinta muestra escenas de perfumes calentándose.

Los Vettii, en su extraordinaria domus, seguramente estaban representando alegóricamente sus principales fuentes de ingresos, aunque fuese a través de esclavos y libertos, y los perfumes eran uno de esos importantes ingresos.

Prensa de cuña de la casa de los Vettii, Pompeya. 

Después se hicieron las prensas de tornillo directo en el siglo I, en época imperial, que probablemente era el tipo que se encontraba en esta estancia de la casa de Cañada Honda. Se trata de prensas compactas que podían estar en tiendas de perfumes.

Las bases de las prensas de aceite de la ciudad de Delos estaban cuidadosamente talladas en mármol, el material más expoliado en el taller de Cañada Honda. Una excavación arqueológica realizada en la década de 1920 descubrió una base de prensa de mármol en una taberna en la esquina noroeste del foro.

Las pinturas de Pompeya y Herculano que representan a Cupidos como perfumistas muestran que la preparación de perfumes, así como el prensado y el enfleurage del aceite, a veces se realizaban en presencia de los clientes.

Después de obtener el aceite se mezclaba con los productos aromáticos y se removía permanentemente mientras se calentaba un poco en el fuego en un caldero de trípode, con mucho cuidado de que no se quemase la mezcla hasta que los aceites esenciales se hayan disuelto. En la parte de la izquierda dos cupidos mezclan en un mortero ingredientes adicionales, como colorantes, resinas o fijadores.

La siguiente escena consiste en el embotellado, que a mediados del siglo I se haría en frascos de cristal sellados con cera. Frente a él hay una balanza para pesar los últimos ingredientes, que servían para personalizar el aroma final del perfume.

La última escena representa a una clienta que está probando el perfume en el dorso de su mano y en la parte superior de su muñeca.

En la Península Ibérica, especialmente en el Sur y el Este, de antiguas influencias fenicias y griegas, tuvieron que existir numerosas fábricas de perfumes.

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