Conforme la Reconquista fue avanzando hacia el sur, en los nuevos territorios ganados al islam, se fue quedando bolsas de población musulmana que pasó a depender jurídica y legalmente de los monarcas cristianos y a ser conocida como mudéjares.  Esta población musulmana pudo continuar con su fe islámica y costumbres hasta bien entrado el siglo XVI en la Península Ibérica. En el presente artículo nos vamos a los siglos XV y XVI para conocer mejor a estas comunidades en su religión, vida cotidiana y costumbres.

¿QUIÉNES ERAN LOS MUDÉJARES?

A finales del siglo XV, Castilla en su expansión había llegado a los límites del reino nazarí de Granada acogiendo en su territorio a musulmanes que vivían junto a la minoría judía. A estos muslimes les llamó en Castilla (y los otros reinos) “mudéjares” (del árabe “mudaŷŷan”, domesticado,) por ser personas sometidas a la ley y la autoridad cristiana la cual les daba amparo legal y protección a cambio de tributos.  Durante la Edad Media fueron conocidos como ‘mauri’ o ‘sarraceni’, en latín.

En la Corona de Aragón, los mudéjares fueron denominados como “sarraïns” o sarracenos.

  

Posibles personajes musulmanes mudéjares castellanos y granadinos que sirvieron como modelos para escenas del Breviario de Isabel la Católico. Detalle.   El de la izquierda viste turbante, burnus y borceguíes mientras que los de la derecha, combinan vestimentas cristianas con otras orientalizantes (Fotos propias: Mabel Villagra). 

También, a estos musulmanes sometidos se les llamó “moros de paz”.  La palabra ‘mudéjar’ sólo surgen tras la conquista de Granada cuando se distinguió entre los “mudéjares viejos”, musulmanes radicados en los reinos cristianos que venían de siglos atrás y vivían en ciudades reconquistadas por capitulación, especialmente desde los siglos XII y XIII, y los “mudéjares nuevos”, como ocurrió con los musulmanes nazaríes tras la conquista de Granada (1492) quienes, por medio de las Capitulaciones, pasaron a tener el mismo estatus socio-religioso que sus hermanos del resto de la Península.

También hubo casos de musulmanes nazaríes o incluso del Magreb que pasaban a Castilla, tal como ocurrió algunos exiliados Abencerrajes o con la comunidad que configuró la famosa guardia morisca de Juan II y Enrique IV, que perduró hasta 1474 por lo menos[2]. Otro caso interesante eran los elches, cristianos que se convertían al Islam, como ocurrió con Isabel de Solís (Zoraida/Soraya) que incluso volvían a territorio cristiano como musulmanes mudéjares.

También hubo una emigración mudéjar al territorio nazarí de Granada en los años que aún era territorio islámico, ello hizo que la población mudéjar castellana se redujera especialmente en el Valle del Guadalquivir: Prueba de ello era que a finales del XV la población mudéjar andaluza eran sólo de unas 3000- 5000 personas ya que la mayoría huyó tras las rebeliones mudéjares del siglo XIII.

Distribución de las aljamas castellanas en el siglo XV. Autora Mapa: Ana Echevarría. Fuente: Pinterest

En Murcia, aunque hubo sublevaciones que fueron severamente sofocadas, los pobladores musulmanes siguieron en sus comarcas hasta la expulsión de 1609. Muchas de estas sublevaciones en los siglos XIII y XIV en Castilla y Aragón, no lo fueron sólo por tema religioso, sino también social ya que los nuevos territorios conquistados a los andalusíes donde ellos radicaban estaban sometidos a una fuerte presión señorial y fiscal. Ello hizo que se despoblaran zonas en Aragón y Castilla, aunque la mayoría siguió en sus territorios tradicionales hasta los edictos de conversión al catolicismo.

En la Castilla de Isabel la Católica, había ya pocos mudéjares en Andalucía como se ha visto, y en el resto del reino, estaban desigualmente repartidos: Serían en toda Castilla según algunas estimaciones (Ladero Quesada y otros) entre 20.000 y 37.000 de ellos, distribuidos entre Murcia (donde había gran cantidad de ellos en la Huerta, unos 5000), las zonas limítrofes con Aragón (Soria, Guadalajara, arzobispado de Sigüenza, Valle del Rio Ebro, etc…), el Valle del Duero y zonas tan alejadas como Hornachos, en Extremadura, donde eran casi mayoría. Otras ciudades y pueblos tuvieron sus morerías, aunque en este caso eran minoría.

Solo en Granada eran mayoría (se calcula entre 200.000 y 300.000 habitantes según qué autores como Ladero Martín, Rachel Arié o Bernard Vicent, entre otros) y en su mayor parte árabe-parlantes, al igual que para Aragón lo eran en el Reino de Valencia y valle del Ebro, pero era un caso aparte y particular.

MORERÍAS Y ALJAMAS

Posibles musulmanes mudéjares (finales del siglo XIII).  Libro del Ajedrez de Alfonso X.  Fuente foto: Pinterest

Aunque en siglos anteriores la minoría mudéjar coexistió en barrios separados (morerías), pueblos o incluso hubieron vecinos que vivieron casa con casa al lado de cristianos y entre las comunidades había bastante libertad de movimientos y e intercambios, no será hasta 1480 más o menos cuando se consolide la morería como una especie de barrio o gueto similar al de las juderías con una intención claramente segregadora y a efectos jurídicos-fiscales, como una manera de censar e identificar a esta población. Incluso ya en esta época bajomedieval (siglos XIV y XV) muchas reuniones legislativas y de los concejos realizada con judíos y cristianos se hacen en iglesias o “en la plaza de los cristianos”, indicando así el domino cristiano.

Un ejemplo de las grandes divisiones y más claras para separar esta minoría frente a los cristianos, fue la creación, en la Granada mudéjar de 1498, de dos grandes zonas, una castellana y otra musulmana como veremos.

Como las juderías, las morerías en las ciudades de esta época formaban “aljamas” o comunidades a cuyo frente había un alcaide mayor como fueron el Maestre Lope o el Maestre Farax en Madrid en época de Isabel I de Castilla.

En otros casos, en el mundo rural, ocurría que pueblos enteros eran mudéjares. Estas comunidades se regían en algunos aspectos por las leyes propias islámicas y pagaban impuestos a la Corona por mantener su estatus religioso y social (“pechaban” o tributaban en época isabelina el pecho de moros y judíos, el servicio y medio servicio, y desde 1482, el castellano de oro).

Jurídicamente estaban sujetos a la protección real, como los judíos, siendo súbditos de realengo, de aquí que radicaran más en ciudades de dominio real.

Las morerías contaban una mezquita aljama en ciudades grandes o mezquitas pequeñas de barrio, una carnicería donde se sacrificaban las reses al estilo musulmán (halal), horno e incluso baños. En torno a ellas había una bulliciosa vida comercial y cultural.

El representante en Castilla de todas estas comunidades mudéjares era el llamado en árabe “Qādā al-Qudā”, o sea el “Cadí de cadíes o el “Alcalde Mayor de todas las Aljamas de Castilla[3]” que detentaron familias como los Belvís y los Xarafíes.

Por debajo estaban los “alcaides mayores” y, en categorías inferiores, los delegados (nā’ibs), los zalmedinas, "escribanos de moro", "lenguas o traductores" y los almotacenes, apoyados posiblemente con un consejo de notables.

En las zonas fronterizas había incluso un juez o "alcaide de moros y cristianos" que velaba por la integridad de los cautivos musulmanes, normalmente nazaríes, capturados en territorio castellano.  Como musulmanes, los mudéjares practicaron una  solidaridad de hermandad islámica con estos cautivos nazaríes, llegando incluso a pagar el rescate para su liberación mediante una colecta entre los miembros de una mezquita y de la comunidad (aljama).

Inscripción religiosa con poder benefactor: Al-Mulk Li-l-Lah ("El Poder pertenece a Dios". Monasterio de la Resurrección de las Canonesas del Santo Sepulcro (Zaragoza). Estilo cúfico mudéjar, siglo XIV.

La lengua árabe en su variante dialectal andalusí, continuó siendo usada por parte de estos mudéjares pero, sin embargo fue perdiéndose en Castilla gradualmente sustituyéndose por el aljamiado, un castellano muy arabizado que se escribía en caracteres árabes.

Esta aculturación se dio sobre todo en los lugares donde los mudéjares eran una proporción bastante reducida como las grandes ciudades del centro y norte del Reino de Castilla.

Además, esta aculturación fue también religiosa y hasta jurídica en algunos casos, lo que obligó a que algunos alfaquíes tuvieran que irse a Valencia o Granada a formarse o que surgieran iniciativas como la de Yça de Gebir, muftí de Segovia, quien en 1456 tradujo el Corán al Castellano y años más tarde, en 1462, publicaba su tratado “Breviario Sunni” donde explicaba a los alfaquíes cadíes y aspirantes a serlo las bases de la religiosidad islámica, desde las oraciones a los rituales como el Ramadán y qué significaban hasta la legislación basada en el Corán que podían aplicar. Este autor tendría muchísima vigencia posteriormente incluso en tiempos de los moriscos.

  

Inscripciones árabes en la Mezquita mudéjar de Tórtoles  (Zaragoza) que recogen un poema en árabe andalusí transcrito en una caligrafía cúfica local aragonesa a mediados del siglo XV.  Detalle: Foto: Wikipedia.  Detalle.

En otros casos, el árabe dialectal andalusí aún se conservaba como lengua familiar y de diario como ocurrió con los mudéjares más cercanos al reino de Valencia o Aragón o a la Frontera con el entonces reino nazarí.

Una minoría mudéjar, tales como notarios, alfaquíes, cadíes e incluso traductores, escribanos o comerciantes, hablaban además del dialectal y el romance, hablaban  el árabe clásico (fushà) y usaban esta lengua como lengua de relación con el Magreb y Granada y en algunos documentos.

GRANADA, UN CASO A PARTE

En el caso de la Granada post-Reconquista, los musulmanes nazaríes eran ahora mudéjares como sus hermanos peninsulares, y lo fueron así hasta 1499.

Las Capitulaciones de Granada firmadas con Boabdil les daba un estatus similar al que tuvieron estos “mudéjares viejos” pero con más ventajas fiscales y jurídicas. Por ejemplo, tras la conquista se nombró una especie de "Ayuntamiento" o "concejo" musulmán integrado por 21 regidores, de los que dos eran alfaquíes, tres escribanos, un intérprete y una larga serie de "alamines" que representaban a los distintos oficios existentes en la ciudad.

Asimismo, a los elches granadinos o conversos cristianos al Islam se les reconocía su estatus, no se obligaría a nadie a convertirse al catolicismo por la fuerza y se reconocía el Islam como religión mayoritaria en el Reino de Granada, tal como lo especificaban las Capitulaciones:

Item es asentado y concordado que sus altezas y sus descendientes, para siempre jamás dejarán vivir al dicho Rey Muley Baudili (Boabdil[4]) y a los dichos alcaides y alcaldis (cadíes) y sabios y muftíes, alfaquíes y alguaciles y caballeros y escuderos y viejos y buenos hombres y comunidad chicos y grandes, estar en su ley y no les mandarán quitar sus algimas (mezquitas aljama) y çumaas (mezquitas de barrio) y almuédanos y torres de los dichos almuédanos para que llamen a sus açalaes (azalá, la salat u oración) y dejarán y mandarán dejar a los dichos algimas (mezquitas) sus propios y rentas como ahora los tienen y que sean juzgados por su ley sarracena con consejos de sus alcaldis según costumbre de los moros y les guardaran y mandaran guardar sus buenos usos y costumbres.”

LAS PROFESIONES DE LOS MUDÉJARES

Tanto en Castilla como en Granada, los mudéjares, desempeñaban oficios manuales como albañilería, repujado del cuero, artillería, forja del hierro y fabricación de armaduras y armas, fabricación y procesado de alimentos, pesca, arrieros, caldereros etc… mientras que en el campo se ganaban la vida con la ganadería y especialmente, en la agricultura donde eran unos prolíficos trabajadores para los señores a los que servían (casi un 35% de la población total, según Ladero Quesada).
Por ello en esta época aparece el dicho de “quien tiene moro , tiene oro”, porque esta laboriosidad mudéjar hacía ricos a quien les tuviera como trabajadores.

La construcción fue el oficio por excelencia donde destacaron los mudéjares ya desde la Plena Edad Media en oficios como la construcción y manutención de acequias y alcantarillado, la albañilería, la alfarería y la yesería donde dieron paso al conocidísimo “arte mudéjar”, arte árabe mezclado con elementos cristianos.
También fueron expertos en otras artes menores como el textil, la ebanistería o la alfarería. Por ejemplo, como curiosidad cercana en el tiempo, decir que la batería de cocina en cobre que Juana I llevó en 1496 al casarse con Felipe de Habsburgo a Flandes estaba hecha por un mudéjar, el maestro calderero Alí el de Torrelaguna (localidad cerca de Madrid).


Incluso algunos mudéjares sirvieron en el ejército real, como escuderos, soldados, ballesteros, y artilleros, participando incluso en las guerras de Granada. Hubo también una minoría mudéjar formada por ricos comerciantes, descendientes de nobles, y profesionales liberales y funcionarios tales como traductores o “lenguas”, escribanos, funcionarios, almojarifes y médicos como el físico del Arzobispo Carrillo, Ibrahim Xarafí (los menos, pues estaba prohibido por varias ordenanzas reales y eclesiásticas que prohibían ejercerles ciertos oficios). Otros fueron incluso mensajeros, embajadores o alfaqueques, mediadores y rescatadores de cautivos del reino de Granada y el Magreb.

Estas élites incluso formaron auténticas sagas familiares como los ya mencionados Belvís y los Xarafíes, que incluso llegaron a rivalizar entre sí entre pleitos e intrigas, como ocurrió durante la Guerra Civil Castellana entre Enrique IV y la entonces princesa Isabel, llegando a estar incluso en el entorno de la reina Isabel. Incluso, los Reyes Católicos, durante la guerra de Granada supieron sacar partido de estos personajes, ganándose para su causa al alcaide mayor de todas las aljamas de Castilla que apaciguó los ánimos de los mudéjares, presionados por impuestos y por la situación bélica que sufrían los musulmanes nazaríes.

EL PROGRESIVO DETERIORO DE LA COEXISTENCIA MUDÉJAR – CRISTIANA VIEJA

Sin embargo, lejos de hablar de convivencia, hubo una tolerante coexistencia hacia esta minoría social que sin embargo se poco a poco se fue mermando.

Inicialmente, con la conquista por capitulación de plazas como Xátiva, Toledo, Murcia, etc… se concedieron a los musulmanes vencidos importantes condiciones sociales y fiscales aunque luego esto fue progresivamente cambiando, tal como se ve a principios del siglo XIII en los fueros de Madrid o los toledanos concedidos a francos o mozárabes donde se busca la legitimidad y superioridad de la nueva población cristiana conquistadora frente a la minoría mudéjar a través de normas de relaciones personales. Se castiga por ejemplo con dureza las parejas entre mudéjares y cristianos o se prohíbe a unos y otros ir a los respectivos rituales religiosos islámicos y cristianos, aunque fueran de amigos.

  

De El Barco de Avila provienen este par de fotos donde se unen Oriente y Occidente y dos culturas: el mundo cristiano y mudéjar.  En la entrada de una puerta de época de los Reyes Católicos sobre un remate gótico en forma de piña aparece escritas en letras árabes de estilo andalusí la frase “Allahu Akbar” (Dios es el más grande) que podéis ver resaltadas en rojo.  Hoy es el local de una charcutería; sin embargo, antaño, pudo ser la entrada a la mezquita de la aljama mudéjar de esta villa abulense.[5]

En los siglos XIII y XIV en todos los reinos cristianos peninsulares, estas disposiciones contra los mudéjares fueron ampliándose hasta hacerse más duras y discriminatorias: por ejemplo, se incrementaron algunos impuestos y se prohibieron ciertos usos y privilegios como montar a caballo o llevar sedas y tejidos hechos en oropel, e incluso comienza a obligarse a los mudéjares a llevar ciertos distintivos por fuera, pero esto apenas se cumplió en la práctica.

Siglos más tarde, a principios del siglo XV, Catalina de Lancaster impone severas normas de vestimenta a los mudéjares como llevar una media luna azul en el pecho o los hombres vestir un capuz amarillo verdoso.

Hacia 1480, como ya se ha mencionado arriba, comienza también la separación “de facto” de la comunidad mudéjar frente a sus congéneres cristianos con la creación de la morería que ya no es un barrio o elemento cultural de la típica ciudad medieval española de la Reconquista sino un espacio físico que delimitaba social y étnicamente a ambas comunidades, del mismo modo que ocurrió con los judíos. Aunque en lo básico la vida cotidiana de los mudéjares prosiguió.

En Granada, mientras tanto, tiene lugar, impulsada por Hernando de Zafra y varios nobles, la masiva repoblación de los territorios recién conquistados a los árabes y se producen “repartimientos” que asientan a un número grande de cristianos (Martin Lardero y otros calcula que entre unos 50 á 70.000 personas) ya desde 1485, repoblación que se culminará hacia 1498-99 y donde la población mudéjar comienza a verse en retroceso en varias ciudades. Mientras, otras zonas musulmanas se despueblan con la emigración al Norte de África de las élites nobiliarias, culturales y religiosas.

A pesar de que la población musulmana aún era mayoritaria, ésta quedaba reducida a prácticamente a una pequeña nobleza y burguesía mudéjar rica colaboracionista con los Reyes Católicos (por ejemplo la familia de los Zegríes, los Pequenní o los Aliatares) que convivía con una mayoría de población rural y clases medias (comerciantes, fabricantes, etc…) que ganaban su sustentos con la lana y muy especialmente, con la afamadísima seda nazarí.

En Granada, a pesar de la presencia de este “Concejo o Ayuntamiento musulmán” al que aludíamos, la relaciones entre mudéjares granadinos y nuevos repobladores se distancian y se tensan más y más; en 1498 los pobladores cristianos eran ya muchos, y los musulmanes, tras un acuerdo forzado, abandonan el centro de la ciudad y se trasladan al Albaicín, la Antequeruela y otros arrabales. En el resto del Reino de Granada, tenemos a población musulmana aún mayoritaria como en la zona de la Alpujarra almeriense y granadina que sólo se dedicaba al pastoreo, la agricultura y el cultivo del gusano de seda para el cual se plantaron desde siglos atrás miles de morales que posteriormente serían sustituidas por plantaciones masivas con las moreras traídas por repobladores cristianos, para así recuperar aquellas comarcas que sufrieron las talas masivas durante la Guerra de Granada.

Aunque la seda de gusano criado con hojas de morera era de peor calidad y no tan brillante, tenía la ventaja de ser un árbol de crecimiento rápido por lo que enseguida se reactivó la industria sedera granadina que estaba repartida entre cristianos y mudéjares.

Este es el panorama social que narra en sus memorias y encuentra el viajero alemán Jerónimo Münzel en 1494 en los pueblos granadinos del campo, con un Islam mudéjar que aún conservaba costumbres y rasgos totalmente nazaríes pero que iban poco a poco desapareciendo.

DE MUDÉJARES A MORISCOS

Poco a poco las cosas cambiaron para los mudéjares granadinos a los 7 años de la conquista más o menos; tras una aparente convivencia entre las dos religiones, la presión de la mayoría de los repobladores cristianos, así como de los intereses de la Iglesia, que no quería tener un islote de islamismo en una tierra que aspiraba a la unidad nacional y religiosa fomentado por la línea de pensamiento de Cisneros hace que se impongan las primeras conversiones forzosas, algunas con la violencia. Se produce un periodo inicial de revueltas contra estas medidas obligatorias y legales, primero en el Albaicín de Granada y luego en las Alpujarras, Serranía de Ronda y la Sierra de los Filabres, que suponen el último intento por resistir de lo que fue el Islam de origen andalusí, ahora mudéjar.

Bautismo de musulmanas de Granada. Catedral de Granada, hacia 1520.  Foto: Pinterest

Finalmente, estos mudéjares de Granada y del resto de Castilla acabarían convertidos por la fuerza al cristianismo mediante un edicto en 1502 similar al promulgado para la expulsión de los judíos sefardíes (Aragón y Navarra yo harán décadas después, lo consideramos otros casos). O se convertían sí o sí o debían dejar España.

La mayoría optó por quedarse. Este paso de musulmanes mudéjares mediante el bautismo supone la aparición de los “cristianos nuevos de moro” o MORISCOS. Sin embargo, esta conversión fue nominal, ya que la inmensa mayoría siguió practicando el Islam en secreto hasta bien entrado el siglo XVII cuando por orden de Felipe III estos moriscos son expulsados de España.

BIBLIOGRAFIA

ECHEVARRÍA ARSUAGA, Ana (ed.) (2013). "Biografías mudéjares o la experiencia de ser minoría. Biografías islámicas en la España cristiana": Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008. Estudios Onomástico-biográficos de al-Andalus, XV,

ECHEVARRIA, Ana (2013). “De Mudéjares a Moriscos en el reino de Castilla (1480-1504)” en Sharq al-Ándalus (2011-2013). Instituto de Estudios Turolenses. Centro de Estudios Mudéjares | Universidad de Alicante. Área de Estudios Árabes e Islámicos

FERNANDEZ Y GONZALEZ, Francisco (1866). Estado Social y Jurídico de los Mudéjares de Castilla.  Madrid.  Enlace disponible en: grupo.do (larramendi.es)

LADERO QUESADA, M. Ángel (1998). Granada después de la conquista: repobladores y mudéjares. Diputación Provincial de Granada. Granada.

LADERO QUESADA, M. Ángel (2018). “Los mudéjares de Castilla en la Baja Edad Media”., Historia. Instituciones. Documentos, (5)

VALDEON BARUQUE (2004).  Cristianos, musulmanes y judíos en la España medieval. De la aceptación al rechazo, Julio Valdeón Baruque y VV.AA.- Fundación Duques de Soria.- Editorial Ámbito. Valladolid.

WEBIOGRAFIA

Duero Mudéjar.   Junta de Castilla y León. Duero Mudéjar (jcyl.es)

[1] Nota importante a considerar: Cuando hablamos de ‘España’ se alude en este caso del conjunto de lo que hoy es la actual nación de España, sin  Portugal.  Sin embargo, en esta época no exista tampoco la ‘España’ entendida como un estado unificado aún ya que estuvo compuesta por cinco reinos peninsulares: cuatro cristianos y uno, hasta 1492, musulmán.  Por eso hablaremos ‘Reinos’ como Castilla o Aragón.

[2] Cfr. ECHEVARRÍA, Ana (2006). Caballeros en la frontera. La guardia morisca de los reyes de Castilla (1410-1467). Madrid: UNED.

[3] El cargo judío equivalente era el de Rabí Mayor de todas las Aljamas y el de la corte.

[4] Ponemos entre paréntesis las equivalencias modernas en español actual para mejor una compresión del lector.

[5] Fuente foto: Inscripción de El Barco de Ávila | Duero Mudéjar (jcyl.es)

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