INTERCAMBIOS DIPLOMÁTICOS Y COMERCIALES ENTRE LA INDIA Y EL MAR ROJO DESDE LA PREHISTORIA A LA ÉPOCA PTOLEMAICA (3000-30 a.C.)

Hasta hace unos años se pensaba que las culturas del Indo y de Mesopotamia se limitaban a solo un ámbito local y aislado del resto del mundo. Sin embargo, las últimas investigaciones nos hablan que hace unos 6000 años, estas culturas sí mantuvieron relaciones comerciales e incluso se influenciaron mutuamente, gracias a una serie de rutas comerciales por tierra y sobre todo, marítimas, que fueron el prolegómenos de una serie de intercambios culturales y comerciales entre el Mediterráneo, Oriente Medio, África y la India. Este intercambio proseguiría siglos después a lo largo de toda la Edad Antigua y llegaría hasta bien entrada la Edad Moderna.

ANTECEDENTES: DE LA PREHISTORIA A ALEJANDRO MAGNO

Aproximadamente hacia el 3000 a.C. podemos rastrear un incipiente comercio entre las llamadas culturas del Valle del Indo, la Península Arábiga, el actual Oriente Medio y el ámbito mediterráneo a través del Golfo Pérsico y las rutas terrestres de lo que antiguamente era Mesopotamia y Oriente Medio hasta llegar a Egipto.  Se importaba desde Asia Central y el Lejano Oriente lapislázuli (muy apreciado por los antiguos egipcios), cuentas de collar de cornalina, nácar y posiblemente, exóticos animales como el búfalo de agua.  

Por esta época, además, pudo haber comerciantes indios, egipcios y mesopotámicos intercambiando sus productos en lugares tan dispares como Mesopotamia[1], Ras al-Jinz[2] (Omán), Susa (en la actual Irán) y lo que hoy es Sutkagen Dor (Pakistán).

Primeras rutas comerciales entre el Valle del Indo, Egipto y Mesopotamia (3000-1750 a.C.) Fuente: Pinterest

Siglos después, los egipcios descendían por el Mar Rojo con sus barcos hasta el país de Punt (Nubia o Etiopía) donde adquirían incienso de Arabia y compraban exóticas mercancías llegadas posiblemente de la India y Persia.  Algunos testimonios datados en época de Hatshepsut nos hablan del posible establecimiento de una red de emporios, pequeños puestos comerciales y de aprovisionamiento entre las actuales Etiopía y Somalia.

Consecutivamente, con los persas aqueménidas, las vías comerciales hacia la India se consolidaron habiendo un comercio fluido entre Oriente y Occidente a través de una eficiente red de rutas terrestres y marítimas que enlazaban a su vez con otras más lejanas procedentes de Asia Central y el Lejano Oriente.  Bajo el reinado de Darío I, el explorador y marino griego Escilax de Carianda (siglos VI-V a.C.) navegó desde el curso del río Indo hasta su desembocadura en el Océano Índico, haciendo después navegación de cabotaje alrededor de la costa arábiga desde donde llegó al Mar Rojo en treinta meses[3].

La posterior llegada de Alejandro Magno al subcontinente indio en el 327 a.C. supuso no solo el final de los aqueménidas sino la implantación de una influencia cultural y política helenística posterior en Asia Central, y, también, la consolidación de un comercio, ya de por sí floreciente, que revitalizó las antiguas rutas marítimas y terrestres persas que enlazaban a su vez con otras como la famosa Ruta de la Seda procedente de lo que hoy es China[4].  En una de estas rutas marítimas, la que enlazaba el Golfo Pérsico con la India y Oriente Medio, los griegos fundaron factorías o emporios como el de la isla de Failaka[5] (actual Kuwait). Allí se han hallado restos de una población helenística refundada sobre otra anterior de época aqueménida, que contó con un pequeño puerto, un fortín y templos y que muchos historiadores actuales identifican como la Ikaros en la que estuvo Alejandro Magno.

Tras la muerte de Alejandro, sus sucesores, los seleúcidas y posteriormente, los distintos reyes grecobactrianos y greco-indios reforzaron estas rutas comerciales por tierra hasta que la irrupción de pueblos nómadas hacia el 150 a.C. como los sakas (indo-escitas), los partos y los yuezhi (antepasados de los kushán) dificultaron en gran parte este comercio al conquistar lo que fueron los antiguos dominios helenísticos de Asia Central, Gandhara[6] e India[7].

Ilustración 1. Rutas comerciales entre el Mediterráneo y Oriente hacia el año 300 a.C. (Fuente: Web Worldhistory: 67.jpg (490×247) (worldhistory.org))

Aunque las rutas comerciales terrestres continuaron funcionando bajo estos dominadores, la alta tasa de impuestos que comenzaron a imponer y la nueva situación política inestable en Asia Central, Persia e India, obligó a los mercaderes sirios, indios, egipcios y griegos a buscar otras rutas comerciales diferentes de las terrestres encontrando en las ya antiguas rutas marinas del Mar Rojo, de la costa arábiga y del Golfo Pérsico una nueva alternativa.  

Así, los reyes de la dinastía de los Ptolomeos no sólo apoyaron estas rutas marinas, sino que las impulsaron fundando nuevos puertos y emporios comerciales en la costa egipcia del Mar Rojo tales como Arsinoe – Clysma, Berenice o Ptolemais Theron o del Punt[8]. Desde las costas africanas, estos comerciantes egipcios y griegos proseguían rumbo a emporios situados en la costa arábiga como Eudaemon (actual Adén) o la antes mencionada Ikaros (Failaka) donde se encontraban con mercaderes locales árabes y los persas e indios que llegaban hasta allí.   Sin embargo, las rutas se detenían en la Península Arábiga para después volver desde allí al Mar Rojo.

Cabeza de Ptolomeo VIII Evérgetes.  Museo de Laon (Fuente: Wikipedia)

Pero un hecho casual abriría la ruta desde el Mar Rojo hacia la India por mar: Según nos cuenta Estrabón en su Geografía, en el año 118 a.C., reinando Ptolomeo VIII Evérgetes, se produjo en el Mar Rojo un naufragio donde el único superviviente fue un marinero indio que fue rescatado por un barco mercante egipcio.  El naufrago indio fue llevado ante la corte ptolemaica de Alejandría donde aprendió el griego y se ofreció como guía a cualquier navío que le llevase de vuelta a su tierra natal.  El rey Ptolomeo VIII le apoyó esta idea y parece ser que designó a Eudoxo de Cícico e Hípalo, como los navegantes que le llevarían de regreso[9].  Fue en esta travesía cuando el naufrago les reveló a ambos nautas cómo usar los periodos del monzón (en agosto y noviembre) para cruzar el Índico en pocas semanas y acortar así el viaje transoceánico hasta la India.

Sea o no cierta esta historia del naufrago indio, ambos marinos fueron los primeros en adentrarse en el Océano Índico demostrando, además, que la costa india tenía una continuidad Norte-Sur y no Este-Oeste como hasta entonces se creía. 

Eudoxo dejó al náufrago en su tierra y zarpó desde la India trayendo de allí ricas mercancías que fueron requisadas a su llegada a Egipto por el monarca ptolemaico.  Tiempo después, bajo Cleopatra III, volvió a hacer otro viaje a la India que siguió la misma ruta de los vientos monzónicos. Sin embargo, el tornaviaje fue accidentado y los vientos le llevaron a las costas del África oriental (actual Tanzania) donde conoció nuevos pueblos y regiones y afianzó aún más en él los deseos de explorar nuevas rutas[10].  Llegó a Egipto con mercancías ricas y exóticas, pero de nuevo le fueron confiscadas por las autoridades.

Posteriormente, gracias a las informaciones dadas por estos primeros exploradores y después por otros mercaderes y navegantes griegos, sirios, egipcios y más tarde, romanos, los geógrafos Marino de Tiro (aprox. 60 -130 d.C.) y Ptolomeo desarrollarían, ya en época romana, los primeros mapas cartográficos de estas desconocidas tierras del Extremo Oriente.

PRIMEROS CONTACTOS ROMANOS CON LA INDIA

Tras la caída de la Dinastía Ptolemaica (31 a. C.), Roma tomó posesión oficialmente de Egipto anexionándoselo como una provincia más para el Imperio.  

Con esta anexión de Egipto, además, se incorporaban a Roma las rutas comerciales y los puertos ptolemaicos del Mar Rojo que enlazaban con la India.   

Bajo el nuevo gobierno de Augusto se reconstruyeron o mejoraron los antiguos puertos de época ptolemaica como Arsinoe, Berenice o Myos Hormos y se los conectó con Coptos, que se convirtió en un centro comercial importante que podríamos definir como caravanero, logístico, y financiero en donde se hacían transacciones y contratos, se daban los salvoconductos de viaje y se gravaban fiscalmente las importaciones y exportaciones de las mercancías del comercio indo-romano. 

Para evitar los asaltos de los piratas costeros y los bandidos del desierto, Augusto, además, ordenó construir fortines con soldados que protegían lugares donde los mercaderes y sus caravanas podían pasar la noche y aprovisionarse de agua y bastimentos.  Además, esta red de fortines protegía una serie de yacimientos mineros cercanos que proveían productos para la India y el Mediterráneo.

En estos años Roma conoció un periodo de gran esplendor y estabilidad política, cultural y económica (la llamada pax romana). 

Esta pax romana dio también un nuevo empuje a las relaciones comerciales y diplomáticas indo-romanas.  A nivel comercial, Estrabón nos habla del gran tráfico transoceánico entre el Mar Rojo y la India, con una media de 120 embarcaciones navegando al año en esa ruta[11].   Como prueba de este activo comercio, se han hallado en la costa occidental India, numerosas monedas de oro con la efigie de Augusto y de sus sucesores.

Ilustración 2. Moneda de oro de Augusto (27 a.C.) hallado en Pudukkitai, India, acuñada en la actual Brindisi (Brindisium en latín), en Italia

EMBAJADAS ENTRE LA INDIA Y ROMA

En el terreno diplomático, Augusto recibió embajadas procedentes de varios estados de la India con las que intercambiaron exóticos regalos y firmaron tratados de amistad.

En las Res Gestae Divi Augusti, Augusto nos habla de estas misiones diplomáticas en primera persona: “A menudo me fueron enviadas embajadas de reyes de la India, nunca vistas por ningún gobernante de los romanos antes de esta época. Los bastarnas, escitas y los reyes de los sármatas, que viven junto al río Tanais y más allá, los reyes de los albanos, de los hiberos y los medos buscaron nuestra amistad a través de embajadores[12]

Sabemos que fueron hasta cuatro las embajadas.  En el 25 a.C., según el historiador Orosio, recibió en Tarraco (hoy Tarragona) a una que le enviaron desde el reino indo-escita (posiblemente, el de los sakas) y desde alguno de los principados indios: “Mientras tanto, los embajadores de los indios y de los escitas, después de haber atravesado toda la tierra, encontraron por fin a César en Tarraco, ciudad de la Hispania Citerior –más allá de la cual ya no habrían podido buscarlo– y ensalzaron a César como al glorioso Alejandro Magno”.[13]

En el año 20 a.C. llegó hasta Samos otra embajada india procedente de Pandión que llevó consigo una carta escrita en griego y exóticos y curiosos regalos de la India que incluyó una tortuga gigante, una perdiz mayor que un buitre[14], serpientes y víboras gigantes, un hombre sin brazos y un asceta o santón llamado Zarmanos[15], natural de Bargose[16], quien, a semejanza de Kalanos en época de Alejandro Magno, acabó inmolándose en una pira.  Otras embajadas posteriores trajeron desde la India regalos tan dispares como perlas, elefantes o un tigre.

Estas embajadas no sólo tuvieron una finalidad diplomática de establecer relaciones diplomáticas sino también la de crear redes seguras y fluidas de comercio con la India que pudo suponer la apertura de nuevos puertos como el de Kaliena.

LOS KUSHÁN Y ROMA

Años después de la muerte de Augusto, en Gandhara y otras zonas de la actual India, se fue consolidando el Imperio Kushán (30-375 d. C), gracias al cual, las antiguas rutas comerciales de origen aqueménida y helenístico marítimas y sobre todo, terrestres, comenzaron de nuevo a expandirse, iniciándose así en las décadas siguientes, una floreciente etapa de intercambios comerciales en gran cantidad, tal como nos confirman en sus escritos los polígrafos Estrabón y Plinio. Este último, reflexionaba, no sin cierta ironía, en su obra Historia Natural acerca de la exagerada cantidad de 100 millones de sestercios de oro anuales que se gastaban en el Imperio Romano en importar productos de lujo y exóticos desde India, China y Arabia[17]. 

También, personalidades como Séneca y gobernantes criticaron el uso de perlas orientales y de la seda china como parte de la vestimenta cotidiana especialmente entre las mujeres.

Gracias a las rutas marítimas transoceánicas, la India se convirtió en los dos siglos siguientes en el gran mercado de productos de lujo de Roma, no sólo a nivel de producción sino también a como centro distribuidor de exóticas mercancías como seda, perlas o especias que llegaban de naciones tan lejanas como los actuales Vietnam o China.

BIBLIOGRAFIA Y WEBIOGRAFIA

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DE JESÚS LEDESMA, Jesús y SAINZ Y GÓMEZ-SALCEDO, José Mª (2021). “El desarrollo de la civilización romana a través del mar y su situación jurídica” en Fundamentos romanísticos del Derecho Contemporáneo. V. Derechos reales. México; pp.95 – 124

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HOPPÁL, Kriztina (2020). “Materials of  Eastern Origin Discovered in the former Territory of Roman Empire, with India and China in Focus” en   NEARCO: Revista Eletrônica de Antiguidade 2020, Volume XII, Número II, pp. 213 -

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Enlace en: https://scienceinpoland.pap.pl/en/news/news,83588,monkeys-buried-sleeping-babies-were-imported-ancient-egypt-india-pets.html. [Consultado el 05/04/2023]. 

[1] Testimonio de la presencia de comerciantes indios en Mesopotamia son los sellos c hallados en lugares como Susa u Omán con caracteres Harappa propios del Valle del Indo.

[2] Cfr FRENEZ, Dennys (2020). “The Indus Civilization Trade with the Oman Peninsula”. In the Shadow of the Ancestors. The Prehistoric Foundations of the Early Arabian Civilization in Oman – Second Expanded Edition (Cleuziou S. & M. Tosi) (en inglés): 385-396.

[3] Su viaje fue recogido en el llamado Periplo del Pseudo-Escilax, una obra datada en el siglo III a.C. que habla de este viaje y atribuida erróneamente a este explorador y marino griego.  Estrabón nos comenta que Escilax escribió dos obras:  Periodo de la Tierra y Periplo fuera de las Columnas de Hércules.

[4] Desde la época de Alejandro, las fuentes griegas nos hablan ya de viajeros que nos muestran cómo era en época helenística la India y sus particularidades a través de los testimonios de autores griegos como Onesícrito, que viajó con Alejandro y conoció a los gimnosofistas (posiblemente yogis o saddhus), o el embajador Megástenes ante Chandragupta.

[5] El topónimo árabe actual Failaka tendría su origen en el griego fylakion, que viene a significar justamente ‘puesto de avanzada, emporio’.   Cfr. STAVROU, Dorothea. (2021). “Insularity and Religious Life: TheCase of Hellenistic Ikaros/FailakaIsland” en (11) Insularity and Religious Life: The Case of Hellenistic Ikaros/Failaka Island | Dorothea Stavrou - Academia.edu  [Consultado el 08/04/2023]

[6] Gandhara era una antigua región histórica situada entre los actuales Tayikistán (zona sur), Afganistán y Pakistán, y noroeste de la India.  Fue conocida por ser cuna del llamado arte budista de Gandhara, donde se entremezclaban elementos indios, persas y grecorromanos y. desde el siglo III a.C., se desarrolló  el llamado grecobudismo.

[7] El llamado Reino Indogriego duraría hasta aproximadamente el año 10 d.C. reducido ya a pequeños principados siendo su último gobernante documentado por hallazgos numismáticos, Estratón III.

[8] Emporio del que sólo conocemos referencias por Estrabón y que posiblemente fue un lugar de desembarco de elefantes africanos capturados para convertirlos en elefantes de batalla.

[9]Otra fuente, el Periplo del Mar Eritreo, afirma que fue Hípalo el descubridor de la ruta de los vientos monzónicos y que, desde entonces, al monzón se le llamaba el ‘Viento de Hípalo’ en su honor.  Esta disparidad de datos ha llevado a pensar a algunos historiadores que ambos navegantes colaboraron entre sí y creen que Hípalo fue lugarteniente de Eudoxo.

[10] Durante sus viajes por África Oriental encontraron un navío con una proa con forma de caballo por lo que dedujo que debía ser fenicio y había recorrido África circunnavegándola desde las Columnas de Hércules.  Esto hizo que años después, Eudoxo se embarcase a navegar por la costa africana del Atlántico tratando de encontrar una nueva ruta y evitar la de Alejandría de Egipto.

[11]En cualquier caso, cuando Elio Galo fue prefecto de Egipto, lo acompañé y ascendí por el río Nilo hasta Siena y los límites con Etiopía y supe que 120 barcos navegaban desde Myos Hormos a la India mientras que, en el pasado, con los Ptolomeos, sólo unos pocos se aventuraban a semejante viaje y a comerciar con mercancías indias(Estrabón.Geografía, II.5.11-12):

[12] Traducción española de Manuel Albaladejo. Cfr. ALBALADEJO, Manuel (2018). "El imperio romano y la India en época de Augusto. Replanteamiento de las relaciones diplomáticas" en Espacio, tiempo y forma, Serie II, 31, 20, p.75

[13] Traducción española de Manuel Albaladejo. Cfr. Albaladejo, Manuel (2018).  Art. Cit.. p.76

[14] ¿Un posible pavo real?                

[15] Nombre que curiosamente suena similar a ‘Smarana’, en sanscrito ‘monje budsta’.

[16] Otro nombre de Barygaza, puerto comercial situado en la actual Gujarat india e importante destino de los navíos romanos que partían a la India.

[17] “India, China (Seres) y Arabia quitan 100 millones de sestercios anuales a nuestro Imperio haciendo una moderada estimación: eso es lo que cuestan nuestros lujos y mujeres” (Plinio.Historia Natural)

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