El hallazgo de la pieza objeto del presente estudio, un pilum de tipo ligero probablemente tardorrepublicano, se produjo de forma fortuita, fuera de contexto arqueológico inmediato, en el transcurso de la realización de labores agrícolas dentro de los límites de la finca “El Guijo”, predio situado a 14 Km al sur de la ciudad de Écija (Sevilla), en las inmediaciones del yacimiento del mismo nombre[2]. Este asentamiento se encuentra ubicado en un enclave privilegiado, estratégicamente instalado sobre un cerro amesetado que se eleva entre 30 y 40 m sobre las llanuras adyacentes, lo que sin duda ha sido uno de los factores decisivos que determinaron su prolongada y activa ocupación. Efectivamente, a juzgar por los materiales y estructuras que se ha podido documentar en prospección superficial, se puede establecer con seguridad su existencia ya en época turdetana, con indicios de una esporádica ocupación calcolítica, alcanzando su mayor desarrollo en época romana, de forma ininterrumpida desde la República al s. V. d.C.; no se ha documentado su continuidad en época medieval islámica, a no ser por hallazgos numismáticos procedentes de expolio, aunque en los alrededores se han localizado indicios de una posible alquería de este período[3].

Para época romana, la entidad de las estructuras localizadas en el cerro de “El Guijo”, así como la rica y variada evidencia material documentada, permiten aventurar un más que probable carácter urbano para este asentamiento, interpretación que podría venir confirmada por la aparición en el entorno de una serie de elementos correspondientes plausiblemente a la necrópolis del asentamiento, como un interesante fragmento de friso dórico, que recientemente han sido objeto de un estudio pormenorizado[4].

Sin embargo, es a mayor escala territorial donde el pilum que se presenta en estas líneas podría cobrar un especial interés, dado que su hallazgo tuvo lugar a su vez dentro de los límites de la gran llanura endorreica que se extiende entre los términos municipales de Écija y Osuna, entorno que se ha propuesto como escenario de la batalla de Munda[5], el campus Mundensis[6]. En este sentido, esta pieza vendría a sumarse al amplio catálogo de material bélico de cronología romana recuperado tanto en El Guijo[7] como en los yacimientos de los alrededores, parte del cual no sería descabellado pensar que pudo haber quedado in situ tras la batalla decisiva que tuviera lugar el 17 de marzo del 45 a.C.

Características formales de la pieza:

La pieza tiene una longitud total de 74,6 cm (2,5 pies romanos), distribuidos de la siguiente manera:

  • Punta (plana):25,2 cm longitud / 2,1 cm anchura máx. / 0,8 grosor máx.
  • Parte central:   31,4 cm. longitud / sección circular, con 1,4 cm de diámetro.
  • Base: 18,0 cm longitud / sección cuadrada, de 1,7 cm de lado.
  • Zona de encastre: sección circular, de 2,5 cm de diámetro.

Primeras aproximaciones interpretativas:

Como ya hemos mencionado, la pieza procede del probable campo de batalla de Munda, enfrentamiento que marcó la derrota absoluta del bando pompeyano en la Península Ibérica y que debilitaba aún más a la facción aristocrática de cara a las reformas político-administrativas acometidas o preconizadas por C. Julio César. Este enfrentamiento tuvo lugar en 45 a.C., por lo que estaríamos ante un claro límite ante quem para la datación de la pieza objeto de estudio.

El pilum era una jabalina caracterizada por poseer una larga punta de metal (Vegecio I, 20), cuya longitud total sufrió modificaciones a lo largo de su evolución. Esta punta iba unida a un asta de madera, que podía ser más o menos larga y pesada según la longitud del metal, alcanzando el arma completa aproximadamente unos dos metros. El pilum se caracterizaba por su capacidad de penetración, pues una vez que la punta (de forma piramidal, a diferencia del ejemplar ahora analizado) del arma había penetrado un obstáculo, el resto del hierro le seguía prácticamente entero. En efecto, lo primero que llama la atención de este pilum es su extremo, en forma de hoja alargada obtenida mediante batido; la mayoría de las piezas de este tipo y cronología similar presentan puntas muy cortas y de tipo piramidal o bien puntas planas con la prolongación de ambos extremos para dificultar su extracción tras impactar sobre el objetivo. Esto nos hace pensar bien en influencias locales a la hora de la elaboración de la pieza o incluso en una posible influencia norteafricana, donde este tipo de extremos de punta de lóbulo alargado son más comunes. El resto del arma presenta la disposición típica del pilum tardorrepublicano, con un hierro largo y estrecho entre el extremo y la unión al asta y un encaje tubular de factura mucho más sencilla que la de los pila de encastre mediante remaches y sección piramidal propios de los últimos años de la República y del Alto Imperio (ambos tipos de unión al asta están, no obstante, ampliamente documentados). En cuanto al módulo de la pieza, sus 73 cm. se ajustan bien a la media de las dimensiones de las puntas de pila del período mencionado, que oscilan entre los 65 y 75 cm. Por su parte, este tipo de enmangue tubular al asta está atestiguado en Hispania desde el s. II a.C., en concreto en el campamento de Renieblas (área de Numancia), si bien con una punta mucho más estrecha y alargada. Durante la República media, este tipo de fijación coexiste con la de sección cuadrada y remaches, dando lugar a dos armas de comportamiento similar pero de consideración táctica diferenciadas. En primer lugar, los pila con enmangue tubular son calificados de “ligeros” y cuentan con una amplia tradición que puede remontarse en el mundo itálico a la época etrusca. Los primeros pila de encastre al asta mediante pieza rectangular y remaches se han datado a finales del s. III a.C.[8] y habría que conectarlos probablemente con la batalla de Telamón contra los galos (225 a.C.)[9]. Las ventajas o desventajas de un modelo sobre el otro son evidentes, el pilum “ligero” poseía más alcance pero menos capacidad de penetración debido a su menor peso y viceversa. En un primer momento cada legionario de las dos primeras líneas de combate (hastati y principes) contaba por lo menos con un pilum de cada clase. Tras las refomas de Mario la dotación se reduce a un solo pilum por legionario, preferiblemente de tipo pesado, pero no en exclusiva, como de hecho demuestra la pieza que estamos analizando.

Llama la atención la amplitud del extremo de la punta porque ésta habría dificultado las capacidades de penetración del arma, que habría sido superior con una más pequeña de tipo piramidal. Es posible que en este caso estemos ante una pieza de producción más o menos precipitada en un momento de guerra civil y necesidades perentorias de equipar a un ejército y que, por ello, se hubieran desechado las puntas mencionadas (más complejas de producir) en beneficio de ésta, caracterizada por su sencillez y mayor rapidez de ejecución. Obviamente nos movemos en el terreno de las hipótesis, pero profundizaremos en este punto en una publicación más extensa en la que abordaremos con mayor detenimiento el análisis histórico-arqueológico de la pieza.

El funcionamiento de este tipo de arma era una de las características definitorias de la legión romana. El efecto táctico del pilum se ha comparado incluso con las modernas preparaciones de artillería, pues su objetivo era quebrantar al enemigo antes del choque. Su eficacia estribaba también en que actuaba mediante descargas concentradas, de gran efecto material si se empleaba por parte de una tropa bien instruida y, sobre todo, de profundo efecto moral[10]. El pilum tenía una doble posibilidad de actuación; por una parte, podía herir directamente al enemigo[11], o bien clavarse en su escudo, penetrando profundamente y haciéndolo ingobernable[12].

Uno de los inconvenientes del pilum, además de su escaso alcance (sólo unos 30 m), era su coste de producción. El tiempo de manufacturación de cada pilum, según experimentos recientes, se ha evaluado en diez horas y media, con un consumo de combustible (carbón vegetal) de 13’5 kg., lo que muestra que no era en absoluto un arma barata de producir[13]. Por otra parte, como arma arrojadiza es de esperar que durante una batalla se perdiera completamente un número considerable de los mismos. De aquellos que se recuperaran, algunos estarían tan dañados que su reparación sería imposible, aunque seguramente se reciclarían; otros podrían enderezarse fácilmente, siempre que el material no presentara grietas o fisuras. Las puntas también debían reafilarse, al estar seguramente deformadas tras los impactos.

El pilum podía blandirse también como una lanza en caso de necesidad y en esta función nos lo presenta Arriano para hacer frente a una posible carga de la caballería alana a fines del primer tercio del s. II d.C.[14] Queda así demostrada también su posibilidad de empleo como arma de falange, lo que en un principio puede resultar extraño ante la longitud y posible debilidad de su larga punta de hierro, sobre todo en comparación con otras más cortas con forma de hoja. Desde el s. II, por tanto, el pilum convive en los arsenales legionarios con la lancea, tal y como refleja Arriano[15].

Notas

[1] Hemos de agradecer el conocimiento de la misma a D. Francisco Díaz, propietario de la finca, quien tuvo la deferencia de cedérnosla para su estudio.

[2] El yacimiento del Cerro de El Guijo se extiende en una superficie de unas 11 ha. en torno a un centroide ubicado en las coordenadas UTM 30S-315998-4141453. Está incluido en el Sistema de Información del Patrimonio Arqueológico de Andalucía ARQUEOS con el número de inventario 410390107, y su delimitación se ha realizado como parte de las prospecciones arqueológicas superficiales desarrolladas para la redacción del segundo volumen de la Carta Arqueológica Municipal de Écija, consagrado al territorio de este extenso término municipal, en curso de realización por parte de los miembros del Proyecto AstiGIS; sobre éste, vid. P. Sáez, S. Ordóñez, E. García y S. García-Dils, “Aplicaciones de los S.I.G. al territorio y casco urbano de Écija (Sevilla) (Proyecto AstiGIS)”, Sistemas de Informaçao Arqueológica. SIG’s aplicados à la Arqueología da Península Ibérica (Porto 2000) 15-31; en cuanto a la delimitación de yacimientos, E. L. Domínguez y L. Cervera, Revisión del Inventario de Yacimientos Arqueológicos del Término Municipal de Écija (Sevilla) (Sevilla 2003), documento inédito depositado en la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Sevilla.

[3] Vid. J. Hernández, F. Collantes de Terán y A. Sancho, Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla III (Sevilla 1951) 60 y 87; J.-G. Gorges, Les villas hispano-romaines: inventaire et problématique archéologiques (París 1979) 375; V. Durán y A. Padilla, Evolución del poblamiento antiguo en el término municipal de Écija (Écija 1990) 35, 51 y 93; L. A. López Palomo, El poblamiento protohistórico en el valle medio del Genil (Ecija 1999) 190.

[4] J. Beltrán y S. Ordóñez, “Un friso dórico funerario de El Guijo (Écija, Sevilla)”, Habis 35 (2004) 233-255. En este artículo, además, los autores proporcionan un interesante estado de la cuestión sobre el conocimiento actual del yacimiento y la cuestión de su caracterización o no como asentamiento de carácter urbano (pp. 250-255)

[5] V. Durán y M. Ferreiro, “Acerca del lugar donde se dio la batalla de Munda”, Habis 15 (1984) 229-236; M. Ferreiro, “Munda y el Campus Mundensis”, Homenaje al Profesor Antonio Blanco Freijeiro (Madrid 1989) 187-196; CIL II2/5, p. 326; J. M. Vargas y A. Romo, “El territorio de Osuna en la Antigüedad”, F. Chaves (ed.), Urso a la búsqueda de su pasado (Osuna 2002) 171-173; V. Durán, La batalla de Munda (Écija 2002); F. Didierjean, “Enceintes urbaines antiques dans la province de Séville”, A. Bazzana y A. Humbert (eds.), Prospections aériennes. Les paysages et leur histoire (París 1983) 75-79.

[6] Este entorno se encuentra actualmente en estudio por parte del equipo del Proyecto AstiGIS, que ha propuesto su inscripción específica como “Sitio Histórico” en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Vid. P. Sáez, S. Ordóñez y S. García-Dils, Proyecto Munda – Campus Mundensis (Écija 2002), documento inédito depositado en la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Sevilla. Sobre la prospección arqueológica del área de estudio, vid. E. L. Domínguez y L. Cervera, Diagnóstico Arqueológico del Campus Mundensis (TT.MM. de Écija / Osuna, Sevilla) (Sevilla 2005), documento inédito depositado en el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla.

[7] En este caso se trata concretamente de puntas de flecha y puñales. V. Durán y A. Padilla, op. cit. 51.

[8]Cf. Connolly, P., Greece and Rome at War, Londres 1998; 131.

[9] Los pila de este tipo mejor conservados hallados hasta el momento datan de comienzos del s. I d.C. y proceden de los campamentos militares de Oberaden, Dangstetten (ambos en Germania), Hod Hill (Britania) (Bishop, M.C. y Coulston, J.C.N., Roman Military Equipment from the Punic Wars to the Fall of Rome, Londres, 1993; 65-67), etc.; algunos de ellos han aparecido incluso fijados al asta, que sin embargo no se ha conservado completa. El método de fijación consistía en remachar la base de la punta, que era de forma plana y encajaba en una especie de ranura en la parte superior del asta, mediante remaches. Esa parte superior del asta presentaba una sección cuadrada con un ensanchamiento en la base de la misma; la punta se aseguraba también mediante un casquillo de hierro al final de la base de madera.

[10] Marín y Peña, M., Instituciones Militares Romanas, Enciclopedia Clásica 2, Madrid, 1956, 309; véase también Geyer, C., “Pila in hostes immittunt. Anmerkungen zu einer römischen Elementartaktik”, JRMES 9 (1998), 53-64.

[11] Vegecio 2.15.

[12] Una de las características de este proyectil era que su larga punta de hierro, una vez impactaba y se introducía profundamente en el escudo, se doblaba debido al contrapeso ejercido por el asta de madera, haciendo así prácticamente imposible su extracción en el fragor del combate y también su posible devolución por parte del enemigo; si el pilum quedaba enganchado al escudo tras el impacto, el contrapeso ejercido lo haría ingobernable, siendo lo más probable que el enemigo se enfrentara al legionario sin esta pieza de equipo defensivo, con lo cual quedaba en neta inferioridad (César, B.G. 1.25.2; esta posibilidad de empleo del pilum también la resalta Arriano, Ektaxis kat’alannon 17).

[13] Sim, D., “The Manufacture of disposable weapons for the Roman Army”, en JRMES 3 (1992); 105-119.

[14] Arriano, Ektaxis kat' Alannon, 16-17. Un precedente del empleo del pilum como arma de falange podemos observarlo, por ejemplo, en Polibio 2.33, donde el autor narra cómo los romanos emplearon sus pila contra los ínsubros blandiéndolos en lugar de arrojarlos, para resistir en formación cerrada la impetuosa carga de estos guerreros celtas.

[15] Arriano, Ektaxis kat' Alannon, 18.


Sergio García-Dils de la Vega y Adolfo Raúl Menéndez Argüín

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